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Al final, no era tan así Opinión

Javier Milei y el prodigioso arte de autolegitimarse con la nada misma

El presidente, Javier Milei.

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Además de la intensidad con que las redes sociales del presidente Milei generan contenido, existe otro patrón indiscutible que todas ellas comparten: citar a medios, instituciones, dirigentes e influencers de dudosa procedencia y escaso reconocimiento, cuando no, dueños de un prontuario turbio que incluye acusaciones de malversación de fondo, delitos de odio y, en menor grado, confusión ideológica.

Jesús Huerta de Soto es uno de los sujetos más citados por Milei, y que con mayor frecuencia el libertario utiliza para respaldar sus posiciones. Huerta de Soto es probablemente el que menos objeciones podría presentar dentro de la maraña de “referentes” que circulan en el mundo del presidente. Se trata de un académico español que, en un día habitual, desayunará con el diario ABC o Libertad Digital, y luego impartirá una clase en una universidad de Madrid.

Sin embargo, hurgando un poco en su foja de servicios, uno puede encontrarse con algunos datos que alarmarían a cualquier “liberal de bien”, que es como se autopercibe el mandatario argentino, al igual que sus acólitos y seguidores. 

En principio, Huerta de Soto es profesor de la polémica Universidad Rey Juan Carlos. Desde el 2018, esta casa de estudios madrileña ha sido foco de numerosas denuncias por corrupción académica. El caso más relevante es el del expresidente del Partido Popular, Pablo Casado, a quien se acusó de haber recibido un “trato de favor” en la obtención de su master. 

Un caso similar al de la expresidenta de la comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que logró ser absuelta aunque no evitó su paso por el banquillo. Una de sus funcionarias, involucrada en el caso, no tuvo la misma suerte. A su vez, algunos de los directores fueron acusados de pago de sobresueldos, transferencias de dinero injustificadas a familiares, y uso indebido de tarjetas de crédito de la institución, entre otras fechorías que no son, precisamente, comportamientos dignos de una prestigiosa casa de estudios.

En otro orden de cosas, y para mayor furia de los libertarios, Jesús Huerta de Soto ha sido galardonado por instituciones que el propio Milei no dudaría en identificar con el comunismo. En el 2011, el académico libertario recibió el título de doctor honoris causa de la Universidad Financiera del Gobierno Ruso. 

Primero de todo, el centro de estudios pertenece al Kremlin, cuestión que no hace falta explicar. Segundo, algunos de sus más destacados alumnos incluyen a Mijaíl Bodrov, exministro de Exteriores de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, o Viktor Gerashchenko, presidente del banco estatal de la URSS, entre otros auténticos héroes soviéticos. 

En tanto, en el 2012, Soto fue galardonado con el mismo título por la Universidad de Ciencias Sociales de Guatemala. Durante aquellos años, el país caribeño estaba gobernado por Álvaro Colom, el primer presidente socialdemócrata en gobernar Guatemala después de la Revolución de 1944. No es que la universidad esté necesariamente asociada con el gobierno, pero no cabe duda de que para el violento purismo libertario hubiese sido mejor que el honoris causa de su intelectual más destacado se hubiese otorgado en una universidad de Viena.

Otros “referentes” que Milei utiliza para respaldarse en las redes son Dutch Libertarian, El Cato.org, La Derecha Diario, PanAm Post, Juan de Mariana y RedState, por citar solo algunos. Este último, por ejemplo es un medio norteamericano asociado al conservadorismo liberal en cuya corta trayectoria atesora diversas polémicas. 

En el 2018, CNN publicó un reportaje en el que numerosas fuentes denunciaban haber sido echadas de RedState por su “tibio apoyo” a Donald Trump. Tres años después, la publicación debió retractarse por uno de sus artículos en el que negaba el asalto al Capitolio perpetrado por militantes trumpistas. Ese mismo año, el medio quedó envuelto en una presunta operación para dañar a la legisladora demócrata Ocasio Cortez.

El Instituto Juan de Mariana es otra de las instituciones en las que se apoya Milei. De vocación liberal, una de sus principales tareas es brindar un máster sobre la escuela austríaca en la… Universidad Rey Juan Carlos. Algunos de sus directores y profesores están ligados de una u otra manera al medio Libertad Digital. Una publicación que también ha estado en el centro del debate público por relaciones promiscuas con dirigentes del PP o por la obtención de recursos públicos, tal como reveló eldiario.es  

Por último, las redes de Milei suelen también respaldarse a través de usuarios desconocidos o, por el contrario, empresas o Think tank de inconfundible filiación ideológica, como es el caso de Romano Group, una consultora que apoya la dolarización de la economía, y presta servicios financieros desde una oficina en el barrio de Puerto Madero. Uno de sus directores, al menos, puede dar pruebas de su profundo libertarismo ya que fue estudiante de la Frankfurt School of Finance & Management, en Alemania, y no en Rusia, como es el caso de Soto.

Lo que más sorprende, en todo caso, no es que un político o un partido político se nutra de todos estos “medios”, instituciones e influencers para impulsar sus agendas (lo que ocurre desde hace años en campañas políticas), sino que un Presidente de la Nación los utilice en pleno ejercicio y con total naturalidad, como si contaran con un prestigio reconocido internacionalmente.

A modo de cierre, nobleza obliga reconocer que este fenómeno no es nuevo. El exmandatario republicano, Donald Trump, había dado algunos pasos en la dirección de prescindir de los grandes medios y/o redes sociales durante su presidencia. En efecto, al final de su mandato, decidió crear su propia versión de Twitter. Por otra parte, el hecho de que una buena parte de la ciudadanía se preste a consumir estos “medios” como si expresaran hechos reales o ecuánimemente narrados, es responsabilidad de las malas prácticas y el desprestigio que han sufrido los grandes medios.

En el reciente foro de Davos, un panel integrado por ejecutivas del New York Times y el Wall Street Journal reconoció la pérdida de confianza que sufren estos grandes medios. La directora del diario financiero afirmó que uno de los objetivos actuales del WSJ es poder contarle a sus lectores cómo se realiza una noticia, de dónde y cómo se obtiene la información, quiénes son las fuentes, y, al final, cómo se financia esa tarea. Una práctica que no todos los “referentes” del presidente libertario podrían dar a conocer. 

AF

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