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Análisis

Un último debate presidencial que cambia todo en Chile: la ultraderecha salió malherida y crecen los indecisos

El tercer y último debate televisado antes de las elecciones presidenciales chilenas del domingo 21 tuvo un rating del 40% en el Gran Santiago.

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A seis días de las elecciones presidenciales chilenas, a las 20:00 del lunes inició el último debate presidencial televisivo, en el que participaron 6 de 7 postulantes. José Antonio Kast, aspirante de la ultraderecha, y favorito en las intenciones de voto según los sondeos, fue arrinconado por el resto. El debate tuvo 40% de rating: fue seguido en vivo por más de tres millones de personas. Y esta es sólo la medida del Gran Santiago. Si el ex pinochetista salió perdedor del debate, fue sólo por la debilidad e incompetencia que demostró en su defensa y por ser quien recibió más ataques. Sus atacantes, sin embargo, cuando les tocó defenderse, tampoco convencieron de por sí. Una opinión generalizada en los medios es la resumió el periodista Néstor Aburto: “Este debate hizo crecer el número de indecisos”.

Durante más de dos horas se enfrentaron por última vez antes del domingo, en su orden de sorteo para intervenir,  Gabriel Boric (Apruebo Dignidad), Yasna Provoste (Nuevo Pacto Social), José Antonio Kast (Frente Social Cristiano), Sebastián Sichel (Chile Podemos Más), Eduardo Artés (Unión Patriótica) y Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista). El candidato Franco Parisi (Partido de la Gente, formado después del ‘estallido social’ de octubre de 2019) continúa en EEUU tras dar positivo de Covid-19: hizo toda su campaña sin pisar el país, y tampoco llegará para votar. Según los sondeos, desde hace veinte días se sostiene en la intención de voto un empate y una polarización. Los candidatos que rivalizarían en el balotaje del 19 de diciembre representan los extremos de la derecha y de la izquierda: Kast, de un frente donde el único Partido relativamente importante es el creado en 2019 por este díscolo de la derecha, el Republicano (PLR), y Boric, de una coalición que aúna como fuerzas mayores al Partido Comunista (PC) y al Frente Amplio (FA).

Como se trata de Chile, inmediatamente después de presentar la periodista Macarena Pizarro a los candidatos, el debate fue interrumpido para emitir una tanda comercial. Este será el último debate presidencial, y las del domingo 21 serán las últimas elecciones, celebrados bajo la Constitución de 1980 todavía en vigencia. Una Convención Constitucional sesiona desde julio, con paridad de género, mayoría absoluta de convencionales de izquierda, de pueblos originarios (con cupo propio), e independientes. Está redactando una nueva Ley Suprema que cancelará el principio pinochetista de subsidiariedad del Estado frente al imperio de la actividad económica privada. |

“Usted es una amenaza para la democracia y el Estado protector”, increpó a Kast el candidato progresista Marco Enríquez-Ominami (ME-O), quien también calificó al aspirante ultraderechista como “Doctor Miedo” más de una decena de veces. Kast ha propuesto construir una zanja en la frontera norte para evitar el paso de inmigrantes. También propone que dentro de un estado de excepción sea posible detener opositores en lugares diferentes, más convenientes para él que el sistema penitenciario oficial. Es contrario al aborto, al matrimonio igualitario, a la perspectiva de género, y la educación sexual integral.

Boric, que con 35 años es el candidato más joven en competir por la presidencia de Chile, abogó por la unidad de las fuerzas de izquierda frente al avance de la ultraderecha. “Nos vamos a necesitar todos. Basta de patadas en las canillas”, afirmó Boric, actual diputado y que saltó a la palestra tras liderar las protestas estudiantiles de 2011, frente a los cuestionamientos a su “inexperiencia” que le hizo ME-O. Ante los pronunciamientos de Boric sobre Cuba y Nicaragua, ME-O definió a Boric diciendo que “hay un diputado cantinflero que cambia de posturas. Al pueblo no le interesa Nicaragua, le interesa el precio del pan”.

"Hay un diputado cantinflero que cambia de posturas. A la gente no le interesa Nicaragua, le interesa que sube el precio del pan": el progresista Marco Enríquez-Ominami trató de adolescente, no de candidato, al favorito de la izquierda Gabriel Boric.

Única heredera presente de la Concertación que desde 1990 gobernó Chile por más años que la dictadura de Augusto Pinochet iniciada por el golpe militar de 1973, Yasna Provoste defendió lo obrado por la sinergia de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista (que había sido el de Salvador Allende). Dijo “Somos herederos de esa Concertación que ha logrado reducir la pobreza, que ha dado estabilidad y que ha dado gobernabilidad” a Chile. Se opuso de plano a la propuesta de Kast de introducir capitales privados en la empresa cuprífera estatal, principal productora de cobre del mundo: “Queremos garantizar una vida mejor a las personas, con mejores pensiones, con una salud que esté de acorde con las necesidades y con Codelco siempre del Estado”.

En lo que Chile se parece a cualquier otro país llegado a un último debate presidencial, es en que cada candidatura sólo tiene tres fuentes mayores de donde beber para acrecentar sus propios votos: quienes no van a votar, quienes no tienen decidido su voto, y la candidatura rival que esté en la punta de las encuestas. El resultado del debate es que sin duda sus oponentes hicieron perder a Kast votos que no ganaron. Y que a la vez sus cinco rivales, en sus enfrentamientos bilaterales, también perdieron votos en cada duelo. Pero las pérdidas no se traducían en ganancias para nadie, sino en más grande indecisión en el electorado.

Una primera gran diferencia entre Argentina y Chile, que las elecciones de medio término del domingo 14 visibilizaron, es que en Argentina compiten los mismos espacios de siempre desde 1983. Las mismas fuerzas y con liderazgos que sólo terminan con la vejez o con la muerte. Sumados los sufragios, equivalen a más del 70% de los votos emitidos. En Chile no compiten hoy las fuerzas que compitieron por treinta años, ni hay líderes reconocibles como favoritos. La de 2019-2021 fue una revolución. Los dos campos que compitieron durante 30 años subsisten, pero casi no existen. Las dos coaliciones tradicionales de centro-izquierda y de derecha quedaron al medio de una nueva coalición de izquierda y de un partido minúsculo de extrema derecha. Más todavía, los líderes, Boric y quien lo supera por poco más de un punto en las cuestas, son políticos que este mismo año, hace pocos meses, parecían desahuciados, y que tampoco traen por detrás protagonismos significativos en la vida partidaria.

Lo que no sale en el debate por tevé

Una pregunta pendiente es si la juventud irá a votar en la proporción que ha venido votando, y si la tercera edad, que votó en números bajos cuando los peligros de contagio eran importantes, no aumentará significativamente su participación electoral. Según el registro histórico, la juventud vota a la izquierda y la tercera edad a la derecha. Y la tercera edad se integra en un grupo acaso mayoritario dentro del electorado de derecha que define su voto según un eje que faltó en el debate del lunes y cuya ausencia debilitó la performance de Kast. La agenda del debate no era su agenda. Pero sí es la de su electorado actual y potencial. El eje orden / desorden, la cuestión de la seguridad.

A las poblaciones pobres, esas que nunca salen en las fotos, les importa poco el traspiés de  Kast en materia macroeconómica. El periodista Juan Manuel Astorga le consultó si conocía el cálculo de largo plazo del PBI tendencial para Chile. “No sé”, respondió el candidato del Frente Social Cristiano. La consulta surgió tras revisar las cifras del programa de Kast, que propone un crecimiento del 5% al 7% anual para Chile. Les interesa su vida cotidiana. Son muchos las personas que van a votar a quienes insisten en llevar ante la Justicia a Carabineros y a las FFAA a rendir cuentas por sus violaciones de DDHH durante el ‘estallido social’. No ven en comunistas y frenteamplistas a quienes los defenderán de ‘portonazos’ (entraderas), ‘balas locas’, narcos. Ni en el Sur (ahora bajo estado de excepción dictado por el presidente Piñera) confían en la izquierda de Boric quienes ven una amenaza en los mapuches. Ni en el Norte quienes ven cómo crece en sus plazas y calles y fronteras la migración, que se instala en tiendas al aire libre. Este voto, que no es indeciso, es el único al que el debate deja incólume. Sin embargo, ahora puede ser ya insuficiente. La posibilidad de un balotaje entre Boric y Provoste, tercera en los sondeos, parece más grande que nunca antes. 

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