Miniatura

Alberto lo hizo: unió a Macri y Máximo

- ¿Qué nos conviene? ¿Agarrar un gobierno en default o empezar a gobernar con una bomba de tiempo que nos va a estallar?

Mauricio Macri mira y escucha, registra detalles del memorándum que el gobierno acordó con el FMI y, sobre todo, retiene los pronósticos sobre lo que viene. Uno específico, casi terminante: que además de catalogar como “pésimo” el entendimiento que Martín Guzmán cinceló con el staff del Fondo, lo considera imposible de cumplir. Macri se nutre del análisis y los datos que le aportan tres economistas, dos exfuncionarios suyos: Guido Sandleris, Hernán Lacunza, y el diputado Luciano Laspina.

Es sobre el diagnóstico que enumera las negatividades del acuerdo y que lo declara incumplible, que el expresidente, el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y un puñado de dirigentes del PRO se entregaron al debate sobre la pregunta de las conveniencias futuras. A partir de la convicción de que en el 2023, Juntos por el Cambio (JxC) volverá a gobernar el país, exploraron la hipótesis de qué escenario sería mejor.

De fondo, aparece un fenómeno curioso: respecto al acuerdo con el FMI, Macri opera con una planteo que lo hermana con Máximo Kirchner que juzga, y lo ha dicho, que el acuerdo es malo y que el gobierno no podrá ejecutarlo. Ni cumplirlo.

Lo hace desde posiciones antagónicas pero, por distintos caminos, llegan al mismo final. Para Macri, el entendimiento es malo porque es muy laxo, no incluye reformas estructurales, no contempla una política anfiinflacionaria y el sendero fiscal de reducción del gasto es muy lento. El jefe del PRO, en su imaginario, defiende una política de shock. El acuerdo que firmó, de manera express, en 2018 contemplaba alguna de esas variantes pero el resultado no fue, tampoco, bueno.

Para Máximo, el sendero fiscal y los límites a la emisión -que son más bajos que los que el fondo le concedió al macrismo hace 4 años- operarán como un corset al crecimiento y relantizarán la recuperación económica. SI algo faltaba, el conflicto entre Rusia y Ucrania, amenaza con desplegar sus esquirlas sobre la vulnerabilidad argentina y dañar las estimaciones de un 2022 que, de mínima,, por inercia, rebote entre 3 y 5 puntos.

Más fácil: para Macri es malo porque ajusta poco, para Mäximo es malo porque ajusta mucho. Alberto Fernández, parafraseando un spot presidencial de Carlos Menem, lo hizo: logró unificar en la crítica a Macri y a Máximo. El expresidente y el exjefe del bloque de diputados coinciden en otras proyecciones. Entreven, usan verbos diferentes, que el gobierno tendrá enormes dificultades para reelegir en el 2023.

Macri fija como regla básica para avanzar en ese sentido la unidad de JxC. Pero, sobre todo, la incorporación de todo el dispositivo, o de una parte sustancial, del dispositivo libertario de Javier Milei. Pero lee el ahora, el comportamiento del PRO en el Congreso, en línea con la “herencia” que podría recibir su espacio si vuelve al poder. De ahí la pregunta sobre si sería más nocivo que el default lo “pague”, en términos políticos y sociales, el gobierno de los Fernández o el “mal acuerdo” le quede como una bomba sucia a la próxima administración.

Máximo, que sobre la categoría de mal acuerdo advierte -como se sostiene desde el Instituto Patria- que va camino a no cumplirse o a renegociarse pronto, que cualquier proceso de reforma que tenga costo social será hacerle el trabajo sucio a JxC. Ahí está el capítulo tarifario: en el mundo K, a las críticas sobre la baja del déficit y la restricción monetaria, se enfocan en la cuestión tarifaria porque entienden que el esquema de aumentos que quiere Guzmán, no sirve y va, además, contraola del mundo que -en el caso de Europa- reinstaló en los últimos años un régimen de subsidios a las tarifas.

En ese juego de parecidos, Macri fijó como regla para los movimientos del PRO durante el tratamiento en el Congreso, que el FdT siente a sus 118 diputados, una forma de decir que solo acompañará -y o dará quórum- si está en el recinto Máximo Kirchner, el renunciante jefe del bloque.

PI