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El 2023 ya llegó
Almuerzos pagos y promesas al establishment: la carrera por el financiamiento entre Larreta y Bullrich

Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich

Andrés Fidanza

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Horacio Rodríguez Larreta arma un rompecabezas. Lo hace literalmente sobre la mesa del living. Un puzzle de mil piezas. Lo tiene casi terminado. Esa fue la primera imagen que vio Patricia Bullrich cuando subió al departamento del alcalde porteño, ubicado sobre avenida Libertador. “Me desenchufa y me calma la ansiedad”, le explicó Rodríguez Larreta a su adversaria interna. El desayuno entre aspirantes a la presidencia ocurrió el sábado pasado a las 8.30 de la mañana. 

El alcalde y la presidenta del PRO se comprometieron a que la bilateral entre ambos, siempre a tiro de choque y operaciones cruzadas, no se desborde. O eso se prometieron al menos. Rodríguez Larreta le hizo una concesión amable y seguramente fingida. Reconoció que mencionar a Javier Milei en el comunicado de Juntos por el Cambio, vetando el ingreso del diputado libertario a la coalición opositora, había sido un error. Bullrich propuso designar mediadores de máxima confianza en la relación entre los dos. Los embajadores elegidos podrían ser el secretario General y de Relaciones Internacionales de la Ciudad, el larretista Fernando Straface, y el diputado bullrichista Gerardo Milman. Cuando las papas del vínculo vuelvan a quemar, ellos tratarán de aplacar los ánimos.

Hubo otro punto de coincidencia: unificar la agenda de propuestas económicas. “Si alineamos una parte de las ideas para combatir la inflación y la pobreza, que en definitiva es lo que le importa a la gente, la política se alinea más fácil”, afirma un dirigente cercano a la exministra de Seguridad. Incluso le pusieron porcentajes a la fórmula consensuada. Los calcularon al voleo, entre medialunas y cafés con leche. La idea es alcanzar un 60% de lenguaje compartido, con un 40% de impronta personal que los diferencie. Esa proporción busca contrastar los planes presidenciales de cada uno, pero desde un piso común que exhiba familiaridad amarilla. Tanto hacia afuera, frente a la acechanza del peronismo y los libertarios, como hacia los adversarios radicales de JxC.  

Existe un ítem, sin embargo, que los aleja y que potencia los roces entre ambos. Un tema prácticamente tabú para el sistema político: el financiamiento de la campaña. Si bien legalmente esa temporada arranca 45 días antes de las PASO, ese corte representa una mera formalidad. A menos de un año y medio para las primarias, el clima pre-electoral ya se instaló. Y los gastos necesarios para dar esa pelea, como las giras proselitistas por las provincias y por Estados Unidos, ya empezaron a correr.  

La pica entre Larreta y Bullrich encierra una particularidad. Los dos aspirantes se retacean los gastos que van por cuenta del PRO. El alcalde se resiste a que el partido amarillo pague todos los servicios y costos de funcionamiento del edificio macrista, ubicado en la esquina de Balcarce y Belgrano. ¿Por qué? La jefa del macrismo lo utiliza como base operativa, en una zona gris entre el uso partidario y el interés personal.

El bullrichismo a su vez se queja de las ventajas que otorga ser candidato mientras se administra un Estado rico como el de la Capital. Se trata de una ambigüedad capitalizada históricamente por los postulantes en funciones. Los adversarios cambiemitas al gobierno porteño detallan los mecanismos para sumar avales y sacar provecho: dar permisos excepcionales a grandes constructoras, prorrogar licitaciones a las recolectoras de basura, hacer viajes de campaña a costa del Estado, adjudicar pauta publicitaria y dar tareas proselitistas a empleados municipales. El larretismo rechaza las acusaciones veladas y niega apelar a esos atajos.

“Se necesita mucha plata para la etapa de la pre-campaña en la que están. Y eso no se declara”, opina el director ejecutivo de la ONG Poder Ciudadano, Pablo Secchi. El especialista en políticas de transparencia agrega que “hay cajas paralelas y empresas que asumen servicios. Respecto a Bullrich, Larreta corre con la ventaja de estar en el Estado”.

En mayo de 2019 el Congreso modificó la ley y permitió los aportes de empresas a las campañas políticas. Durante aquel debate Secchi fue consultado y recomendó, en nombre de Poder Ciudadano, que la regulación del reparto de la pauta oficial fuera incluida en el texto de la ley. Pero no tuvo éxito con la sugerencia. 

Almorzando con Patricia por 50 mil pesos

Nuevo asesor de Bullrich en relaciones internacionales, el exsenador Federico Pinedo admite la desigualdad de herramientas con Rodríguez Larreta. Pinedo revela ante elDiarioAr: “Nos falta plata. Pero ella está formando un equipo importante de gente que trabaja en áreas de gobierno. Con extrema austeridad porque, pese a la falta de plata, debemos encontrar cómo nos las arreglaremos para hacer una campaña decente y transmitir la propuesta de futuro y de gobierno”. 

Cerca de la ex militante del peronismo revolucionario aseguran que dos empresarios históricos de la patria contratista le garantizaron su respaldo a La Piba. Uno está vinculado a la industria energética; el otro, a la metalúrgica. Pero en la escudería bullrichista aseguran que La Piba está reservando esa bala para el 2023, una vez que se confirme su postulación.

Bullrich compensa la disparidad de recursos con un rebusque más artesanal, pero a la vez muy rentable. Vende la experiencia de compartir un almuerzo con ella. La cita dura entre 90 minutos y dos horas, según la cantidad de comensales. Las sedes y el catering de los lunch con la presidenta del PRO son rotativos. Algunos de los lugares elegidos hasta ahora fueron el hotel Uno, a 50 metros del Congreso; y el Palladio, en Callao y Paraguay. El costo de la tarjeta para acceder al almuerzo con Bullrich y su tropa es de 50 mil pesos. 

El pago se realiza al Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad (IEES), presidido por Bullrich. El esposo de la exministra, Guillermo Yanco, actual vicepresidente del Museo del Holocausto, figura como vocal del IEES. Ese sello financia los movimientos preelectorales de la jefa del PRO. “Es todo muy transparente”, se jactan cerca de Bullrich.

La dinámica de los cara a cara tiene dos momentos: una exposición inicial de la aspirante a la presidencia, más un cierre conversado con los mini-financistas. El público bullrichista se compone de fans ideológicos, empresarios PyMes, comerciantes hartos de la inseguridad, ejecutivos y CEOs o simples curiosos con 50 mil pesos a mano para gastar un mediodía.

El miércoles pasado, el almuerzo fue sólo de mujeres. El encuentro se concretó en un escenario poco habitual: el salón del histórico Buenos Aires Lawn Tennis Club, en los bosques de Palermo. El evento convocó a 45 personas, más del doble de lo habitual para este tipo de reuniones. Una de las comensales revela que Bullrich compartió sus ideas muy abiertamente, evitó el internismo con Rodríguez Larreta y sugirió que Macri no va a ser candidato en 2023. Se sacó fotos y contó anécdotas de su vida cotidiana. 

La tribu bullrichista planea profundizar el método de los almuerzos pagos. Quiere sistematizarlo y volverlo federal, con presentaciones por las provincias. Cuando la exministra aliancista protagoniza dos comidas en una misma semana, el espacio recauda unos 2 millones de pesos. 

Promesas de amor al establishment 

Rodríguez Larreta se jacta de contar con más recursos, apoyos del establishment y despliegue territorial que Bullrich. Su hermano Augusto suele lidiar con empresarios, armarle encuentros al alcalde y gestionar respaldos del círculo rojo. Asesor sin cargo, Augusto fue gerente de Relaciones Institucionales del Grupo IRSA, un gigante de la construcción inmobiliaria. Pero lo cierto es que Rodríguez Larreta ya no necesita mediaciones para acceder al submundo de los poderosos. 

La semana pasada el alcalde fue uno de los políticos que rindió examen en el hotel Llao Llao de Bariloche. Ocurrió en el foro, cerrado a la prensa, que cada año organiza el empresario Eduardo Elsztain, fundador de IRSA. Mauricio Macri, Javier Milei y Martín Guzmán también expusieron. Ahí Larreta reivindicó su postura centrista, pero a la vez prometió “un shock de estabilización” urgente para la economía. El miércoles pasado repitió su libreto en la edición 2022 del evento Endeavor, frente a emprendedores y ejecutivos.

En Bariloche Rodríguez Larreta blanqueó al economista Hernán Lacunza como su ministeriable. El exministro de María Eugenia Vidal comanda un equipo de 70 personas, en busca de un plan económico para el 2023. Además le da clases privadas al alcalde. Pero en paralelo Larreta retomó el diálogo con el líbero Martín Redrado, quien ya dejó de sonar como reemplazante (propuesto por Sergio Massa) de Martín Guzmán. Y el alcalde tampoco descarta terminar comprando el programa llave en mano que Carlos Melconián prepara a pedido de la Fundación Mediterránea.

“Los empresarios grandes, sobre todo los industriales, sienten a Mauricio como uno más de ellos. Tienen una afinidad que no encuentran con Horacio”, admite un asesor del alcalde. Y al instante agrega: “Pero no lo quieren de vuelta. Algunos no lo pueden ni ver. Horacio les habla y los convence. A Patricia la miran como un fuego artificial. Y a Javier Milei lo ven como loco que a veces dice cosas que les resultan simpáticas”.

En su ronda de encuentros con empresarios, el alcalde se reunió en diciembre pasado con el dueño de la aceitera General Deheza, exsenador peronista Roberto Urquía. El cara a cara se concretó en Uspallata, como se conoce a la sede del gobierno porteño.

En la campaña para las PASO de 2019, Urquía picó en punta entre los aportantes de Alberto Fernández. El exsenador aportó 9 millones de pesos para el candidato del Frente de Todos.  Según las declaraciones hechas ante la justicia, Macri gastó 180 millones de pesos en las primarias. El actual presidente, menos de la mitad: 73 millones, según los informes siempre subvaluados.

AF

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