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El día después

Cristina condenada: alerta en la Rosada, protocolo en la calle y cautela en la cúpula del poder

Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei

elDiarioAR

11 de junio de 2025 18:06 h

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La Casa Rosada amaneció este miércoles rodeada de vallas, carros hidrantes y fuerzas de seguridad. Aunque el fallo que dejó firme la condena por corrupción contra Cristina Fernández de Kirchner no sorprendió al Gobierno, sí alteró sus rutinas. La ministra Patricia Bullrich activó su protocolo antipiquetes sin titubeos: el dispositivo se desplegó desde la madrugada en Balcarce 50 y en Plaza de Mayo, donde se espera una marcha que irá del Congreso al centro porteño con la participación de gremios, jubilados, médicos del Hospital Garrahan y columnas peronistas. El operativo también se extenderá hasta la casa de la expresidenta.

Desde la cartera de Seguridad afirmaron que “el protocolo se aplica, no se flexibiliza”, mientras se confirmaba que varias facultades de la UBA habían sido tomadas por estudiantes como parte de la protesta. La decisión de la Corte Suprema dejó sin efecto el recurso de Cristina Kirchner contra la condena por la causa Vialidad, que ahora deberá cumplir una pena de seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

En la cima del poder libertario, sin embargo, imperó la cautela. “No queremos hacer ningún show de esto”, deslizó un funcionario con llegada al despacho presidencial. A diferencia de 2017, cuando el entonces vicepresidente Amado Boudou fue detenido y esposado ante las cámaras —con Bullrich como ministra también entonces—, esta vez el Gobierno quiere evitar escenas de alto voltaje. La consigna es firme: mostrar distancia, evitar gestos de provocación y no capitalizar mediáticamente la decisión judicial.

A nivel electoral, en la Rosada algunos creen que el fallo complica las chances de La Libertad Avanza: Cristina puede reencarnar una épica de proscripción que la vuelva a posicionar en sectores populares. Otros, más cínicos, ven una oportunidad: “Desde el punto de vista estrictamente político, nos conviene cada vez que rompen todo”, dijo sin matices un colaborador de Milei, entusiasmado con el posible caos que generen las manifestaciones y que, según su lectura, refuerza la narrativa del orden libertario.

Desde Tel Aviv, el Presidente se permitió una celebración contenida. “Justicia. Fin”, escribió en su cuenta de X. Y luego disparó contra periodistas y adversarios: “La República funciona y todos los periodi$ta$ corrupto$, cómplices de político$ mentiro$o$, han quedado expuestos en sus opereta$ sobre el supuesto pacto de impunidad”.

La reacción descolocó incluso a su entorno, que había adelantado que Milei no opinaría del fallo para evitar interferencias entre poderes. Pero el Presidente decidió intervenir, aunque sea desde la distancia. “Esa gente debería pedir perdón”, dijo un asesor presidencial, apuntando a quienes, en su visión, tejieron versiones sobre acuerdos subterráneos entre el Gobierno y el kirchnerismo.

Sin embargo, en Balcarce 50 nada es estático. Si la situación en la calle escala, si la imagen de Cristina crece o si el descontento social se transforma en revuelta, el Gobierno puede cambiar de libreto. Por ahora, el poder libertario se ampara en su lógica de no intervención judicial, activa el protocolo en la calle y repite que no tiene nada que ver. Pero en política, como en la justicia, lo importante no es lo que se dice, sino lo que se ve.

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