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Geología

El video inédito de una falla deslizándose en Myanmar ofrece una visión única sobre cómo se mueve la Tierra durante un terremoto

Gracias al análisis digital de las imágenes, los investigadores calcularon que el desplazamiento duró poco más de un segundo

Héctor Farrés

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Una falla activa no es una grieta abierta, sino una franja de ruptura oculta en el subsuelo que acumula tensión hasta que se libera de golpe. Cada vez que eso ocurre, las rocas situadas a ambos lados se deslizan en direcciones distintas, provocando un terremoto. La mayoría de esos deslizamientos se producen a varios kilómetros de profundidad, sin alterar de forma clara la superficie.

Por eso resulta tan raro observar con los ojos el momento exacto en el que el terreno se desplaza. La mayoría de las veces, lo único perceptible es el temblor. En el caso de la falla de Sagaing, sin embargo, algo distinto ocurrió en marzo de 2025.

El terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Myanmar dejó consecuencias devastadoras en varias regiones del país, pero también permitió documentar por primera vez un fenómeno que hasta entonces solo se conocía por huellas geológicas. Una cámara de vigilancia instalada al sur del epicentro registró cómo el terreno se partía justo frente al objetivo y se deslizaba en sentidos opuestos en cuestión de segundos.

La imagen muestra cómo se forma una nube de polvo y se deforma el camino al paso del movimiento. Para el geofísico Jesse Kearse, investigador de la Universidad de Kioto, ese video supuso una oportunidad extraordinaria para comprobar en directo cómo actúa una falla superficial. Aunque en otros terremotos se han observado grietas o desplazamientos visibles tras el sismo, nunca se había conseguido grabar con esta nitidez el momento exacto en el que una falla superficial se activa en tiempo real.

El movimiento no fue rectilíneo y eso cambió la forma de interpretarlo

Al reproducir la grabación una y otra vez, el investigador advirtió que el deslizamiento no seguía una línea recta, sino que formaba una curva descendente muy marcada. Según explicó en un comunicado difundido por la Sociedad Sismológica de Estados Unidos, ese detalle fue suficiente para relacionarlo con las marcas curvas que había estudiado previamente en el terreno: “Se movieron siguiendo una trayectoria curvada con convexidad hacia abajo, lo que activó de inmediato todas las alertas en mi cabeza”.

El análisis se completó con la ayuda de Yoshihiro Kaneko, también geofísico de la Universidad de Kioto, mediante una técnica digital que permite comparar imágenes de video píxel a píxel. Al descomponer la grabación en secuencias, ambos científicos determinaron que el movimiento lateral de la falla alcanzó una velocidad punta de 3,2 metros por segundo, se prolongó durante poco más de un segundo y produjo un desplazamiento neto de unos 2,5 metros en superficie.

Ese comportamiento tan concentrado encaja con lo que se conoce como un deslizamiento de tipo pulsante, caracterizado por una liberación de energía muy localizada que se propaga rápidamente a lo largo de la fractura. En palabras de Kearse, recogidas por la Universidad de Kioto, “se trata de un impulso que se desplaza como cuando se sacude una alfombra desde un extremo”.

El hallazgo se publicó en la revista The Seismic Record, y confirma la hipótesis que varios equipos ya venían manejando sobre las líneas curvas presentes en muchas fallas estudiadas en capas profundas. A partir del modelo generado con este video, los investigadores comprobaron que el sentido del deslizamiento coincidía con la dirección general en la que se propagó el terremoto en Myanmar: de norte a sur.

Los investigadores ya preparan modelos físicos para estudiar la influencia de cada factor

Además de su valor para entender mejor la física que rige los sismos, este tipo de grabaciones podría ayudar en el futuro a calibrar modelos predictivos que permiten calcular cómo y hacia dónde puede propagarse una fractura. Según explicó Kearse en un artículo posterior publicado en The Conversation, “estos videos ofrecen un nivel de detalle que abre nuevas posibilidades para investigar los comportamientos de ruptura en tiempo real”.

Una de las conclusiones más llamativas del estudio apunta a que las curvaturas no son una anomalía, sino un rasgo más común de lo que se pensaba. El propio Kearse señaló en otro fragmento del informe que “las tensiones transitorias desvían a la falla de su trayectoria inicial, y luego esta se reajusta conforme avanza”.

El siguiente paso, según anunciaron los autores, consistirá en usar modelos físicos para entender mejor cómo se combinan las tensiones internas, la fricción del terreno y la geometría de la falla para determinar su comportamiento final. Porque, al parecer, la tierra no solo se mueve. A veces, lo hace dibujando curvas.

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