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El otro Manes: abogado y socio de su hermano, Gastón se consolidó como el armador de Facundo

Gastón Manes, el hermano menor de Facundo en plena recorrida de campaña

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Gastón se ocupó de la rosca, de armar la lista y de organizar el cierre de campaña. Fue el encargado de hacer posible el triunfo. Su facilitador. Facundo aportó el poder de su labia y carisma. En 1985, al calor de la primavera democrática y de la esperanza que el alfonsinismo generaba en la familia Manes, Facundo ganó una elección en la provincia de Buenos Aires. Resultó elegido presidente del centro de estudiantes en el colegio Nacional de Salto. El actual neurocientista y autor best-seller estaba en cuarto año. Tenía 16. Gastón, con 15 años, cursaba tercero. Salto era (y sigue siendo) un pueblo agropecuario bonaerense de 40 mil habitantes.

Nacidos en Quilmes, los hermanos Manes se criaron en Salto. Tras 36 años de silencio electoral, ambos vuelven a probar suerte con una campaña bonaerense para diputados. Aunque a diferencia de Facundo, Gastón nunca cortó su vínculo con la UCR. Abogado especializado en derecho internacional, socio en el estudio “Savransky & Manes, Vibes”, Gastón fue asesor del excanciller de Raúl Alfonsín Dante Caputo, ya en los años en el llano. Y desde marzo pasado es convencional nacional del partido. El actual mensaje proselitista de Facundo Manes apunta a construir el relato de un muchacho de pueblo esforzado que triunfó en la Argentina y en el mundo. 

Pese a haber sido clave en la victoria adolescente de 1985, Gastón accedió a un cargo de menor visibilidad y relevancia. Fue secretario del nuevo gobierno estudiantil. En 1984, un año antes de aquella elección, el hermano menor de los Manes había escrito de puño y letra el acta de fundación del centro. En realidad la había copiado de otro secundario. El papel todavía se preserva en el colegio de Salto. 

Ese reparto de roles entre hermanos fue premonitorio. Y se repetiría a lo largo de los años: el frontman ambicioso, encantador y poco apegado al corset de las estructuras, en contraste con el realizador logístico, institucionalista y de perfil bajo. Dos funciones que se volverían complementarias, para beneficio de la relación entre el médico y el abogado.

Ahora, a los 51 y 52 años de los hermanos, los Manes quieren sacarle provecho nuevamente a esa sociedad. Gastón es el principal armador de la lista radical liderada por su hermano y que se medirá contra la de Diego Santilli en las PASO. Comparte ese anillo con dos peronistas (ex)amarillos que detentan cierto peso en el conurbano. Son el ex presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó y el exministro vidalista Joaquín de la Torre. También, con el diputado bonaerense y presidente de la UCR en la Provincia Maxi Abad.

Con Martín Lousteau y la escudería del mítico Enrique “Coti” Nosiglia, en cambio, la relación es un poco más fría. Sponsor del despliegue del economista, el nosiglismo es un factor de poder estable en la Ciudad. Negocia desde bambalinas y, de mínima, pretende que el senador sea el sucesor de Larreta en 2023. Esa tribu tiene una alianza firme con el alcalde. Por eso Lousteau administra con cautela y equilibrio sus gestos de apoyo a Manes. El gobernador Gerardo Morales le exigió en público a Lousteau más “acompañamiento” a la postulación de Manes. El diputado Emiliano Yacobitti le retrucó a Morales, a raíz de una segunda recorrida de Lousteau con Manes.

Otros dirigentes radicales también miran de reojo a Gastón y tratan de evitar su mediación para acceder al neurocientista. “Facundo es más llano y directo. Me llevo mucho mejor con él que con el hermano”, revela uno de los jefes del radicalismo nacional. 

Los Manes se recibieron con dos meses de diferencia en 1992. Ambos cursaron en la UBA. En los años siguientes, Gastón Manes se encargó de cuidar a su papá, el cirujano tucumano Pedro Manes, mientras Facundo acumulaba posgrados en las universidades de Harvard, en Boston, y en la inglesa de Cambridge. Fumador durante 50 años, Pedro Manes se pasó los últimos años de vida entre alarmas, crisis respiratorias e internaciones repentinas. Tenía EPOC, una enfermedad pulmonar crónica. Murió en 1998. 

En 2001, Facundo volvió a la Argentina. Pretendía crear un instituto que estudiara el cerebro, en una mezcla de neurología y psicoanálisis. “Tenía la ilusión de transformar a la Argentina en un faro mundial para las neurociencias cognitivas”, relata el candidato en el prólogo de El cerebro argentino, de 2016. Ese libro fue uno de los que lo convirtió en best-seller. “Recuerdo las palabras de Gastón, mi hermano, que una tarde de esas preguntó con su generosidad y su sabiduría que mezclan el pueblo, la ciudad y el mundo: ´¿Qué necesitás? Hagámoslo y punto ́. Así fue que junto con él, su socio, amigos y colegas fundamos INECO”, destaca Manes en aquel prólogo. 

INECO es el Instituto de Neurología Cognitiva INECO, una mina de oro en la prestación de servicios, consultorías y cursos a personas, empresas y hasta municipios. 

El plan de los Manes es que las políticas públicas les presten atención a las neurociencias. Aunque en la práctica ya lo están haciendo. El municipio de Villa Carlos Paz, por ejemplo, contrató al instituto de Facundo y Gastón para modificar la conducta de los visitantes. ¿Qué pretende el municipio cordobés? Que la gente deje de contaminar el lago San Roque con basura. El cartel con la prohibición explícita hasta ahora no dio resultados. Pero los Manes cuentan con una ventaja. Su arma secreta, según se jactan, es el conocimiento cabal sobre cómo funciona el cerebro humano.

Pero, ¿no es riesgoso reducir el comportamiento social a una cuestión neurológica? “Yo nunca dije eso. Eso dicen los que me malinterpretan”, respondió Facundo Manes ante elDiarioAR. “La salida de la Argentina es la educación. Y para eso hay que tomar en cuenta al órgano que enseña y aprende. La educación moderna tiene que tomar en cuenta eso, aunque la neurociencia no hace planes educativos. De los últimos diez premios Nóbel hay dos que son  estudiosos del cerebro. La economía, por ejemplo, no es solo racional. Hay que tomar en cuenta esos aspectos”, concluye. 

Aunque la preocupación actual de los hermanos es otra. Tanto Facundo como Gastón pretenden que Santilli acepte debatir por TV antes de las PASO del 12 de septiembre. Ganador de la primaria según algunas encuestas, el candidato larretista se resiste a discutir contra su adversario radical. Pero existe otra inquietud que ocupa la mente de los Manes por estos días: que Santilli no utilice en beneficio propio los recursos estatales de la Capital. Esa botonera incluye el poder de influencia del gobierno porteño sobre los medios de comunicación nacionales. Así se lo reprochó directamente Facundo Manes a Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli el miércoles pasado. Fue a la salida del programa televisivo de Samuel “Chiche” Gelblung. 

“Estamos jugando contra el PSG de las campañas”, se resigna, con paralelo futbolero, un armador radical. Pero a la vez analiza que al larretismo tampoco le convendría una victoria holgada de Santilli sobre la boleta de los Manes, la que encabeza Facundo y es empujada desde un segundo plano por Gastón. Pero los hermanos no se resignan y quieren protagonizar una victoria electoral como en 1985.

AF

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