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Massa, o la estrategia del aguante

Sergio Massa. Detrás, Máximo Kirchner.

Diego Genoud

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Plan no hay porque en Argentina no se sabe qué puede pasar mañana y porque Sergio Massa ya se quemó con leche, más de una vez. Pero el fundador del Frente Renovador es un político de muchas campañas y siempre está pensando en las presidenciales que vienen. Más todavía, después de una semana que lo tuvo como protagonista. Con la media sanción del proyecto que eleva el mínimo no imponible a 150.000 pesos y puede ser ley el martes próximo, el presidente de la Cámara de Diputados logró varios objetivos a la vez: colar una de sus reivindicaciones históricas en la agenda del Frente de Todos, llevar a la alianza oficialista hacia donde se supone que está la ancha avenida del medio, recuperar el vínculo con los sectores medios que mejor ganan y aprobar por unanimidad una iniciativa del oficialismo, lo que sugiere viable zafar de la polarización y surfear la grieta. Todo con una iniciativa que además apunta a fomentar el aumento del consumo en el año electoral. 

Con el aval de Máximo Kirchner, su gran socio en la coalición de gobierno, Massa convenció a Alberto Fernández y a Martín Guzmán acerca de que vale la pena resignar 47.000 millones de pesos en 2021, según los cálculos del ex AFIP Gustavo Mitchell, asesor en la materia que tiene el ex intendente de Tigre. Se trata de un gesto que busca llevar alivio a la clase media y apunta a que los fondos se vuelquen al consumo y vuelvan vía IVA al sistema de recaudación, en lugar de salir del sistema con destino a la compra de dólares, la gran objeción del último cristinismo que discutía con la aristocracia obrera moyanista.

Según los números del consultor Federico Aurelio que miró Massa antes de presentar su proyecto, el 82% de los consultados en el Área Metropolitana de Buenos Aires está de acuerdo con la rebaja de Ganancias. Festejó desde Barcelona el estratega catalán Antoni Gutiérrez Rubí porque su pupilo acertó con un tema concreto y transversal que mejora la vida cotidiana de los votantes del Frente de Todos. Son franjas de la población que tienen ingresos altos comparados con la media pero vieron pasar el 2020 sin medidas paliativas que los beneficiaran. El famoso electorado blando que se identifica con la antigrieta y solo demanda resultados. 

Famoso por la ambición y la ansiedad que lo gobiernan desde que se inició en política, quienes lo acompañan cuentan que Massa hace esfuerzos descomunales para no cometer otra vez los mismos errores y medir cada una de sus apariciones. Dueño de un blindaje mediático que es la envidia de todo el oficialismo y le permite atravesar casi sin rasguños episodios como el de la vacunación de privilegio -donde sus padres y los de su esposa fueron inmunizados-, el presidente de la Cámara de Diputados ésta vez solo dio dos entrevistas a periodistas de medios grandes, uno del Grupo Indalo, propiedad de Cristóbal López y Fabian De Sousa, y otro del Grupo Clarín, de Héctor Magnetto y compañía. El resto fueron charlas con radios provinciales. Es parte de una nueva estrategia, parida a fuerza de derrotas. Si en su carrera de emprendedor independiente el ex intendente de Tigre se desvivía por aparecer a toda costa en televisión y sentía una debilidad por las cámaras, ahora prefiere aferrarse a la operación detrás de escena, otra de las marcas que lo hizo taquillero. “En otro momento, hubiera salido en cadena nacional. Ahora sabe que no le conviene”, le dijo a elDiarioAr uno de sus colaboradores en el Congreso. El cambio público viene de la mano de un balance que Massa dice haber hecho en la intimidad, rodeado de los incondicionales que no lo abandonaron. Según afirman en Diputados, se lo dijo hace no tanto a uno de sus políticos de confianza: “Me equivoqué. Mordí el polvo dos veces. Me la creí”. Por eso, el segundo plano en una alianza que le permite ocupar un lugar nuevo, de menor exposición pero importante en la consideración de los Fernández. 

Ganancias no fue el único hecho importante que lo tuvo en el centro. El otro fue la comedia de enredos que se desató después de que el oficialismo y la oposición se reunieran en Casa Rosada con la excusa de la creación de un fondo de 5 mil millones para los municipios de la provincia de Buenos Aires. Ahí circuló otra de las ideas que Massa impulsa en voz baja pero con mucha fuerza, en línea con el Presidente: la suspensión de las PASO por única vez, algo que puede terminar en nada, derivar en un acuerdo para postergar las primarias y las generales un mes o incluso cumplir con el objetivo de máxima de votar una sola vez en 2021. Con un partido que hoy es con suerte una quinta parte de lo que llegó a ser y sin territorio propio -hasta en Tigre se le rebeló Julio Zamora-, a Sergio no le sirve ir a dirimir espacios internos en las PASO sino sentarse en la mesa del Frente de Todos para actuar la ficción de una alianza que se reparte en tres partes iguales. 

La discusión sobre las listas empezará en poco tiempo. Malena Galmarini figura en la nómina de potenciales candidatos en provincia de Buenos Aires pero la titular de Aysa sólo abandonaría el sillón codiciado que ocupa si le ofrecieran encabezar la boleta del Frente de Todos, algo que al lado de Fernández descartan de plano. En Balcarce 50 aseguran que Alberto le reconoce a Massa que cumple bien con la función que le encargaron y que defiende bien su metro cuadrado. Los intendentes que hoy se alinean con el Presidente consideran directamente que Sergio hace milagros, sin el peso territorial que supo tener y sin medir bien en las encuestas.

Pese al mar de restricciones y las contradicciones, tanto propias como ajenas, el socio de Máximo encuentra momentos en los que se muestra como uno de los pocos actores que gana poder interno en el marco de una alianza que sufre el desgaste de la pandemia, las diferencias y la herencia. 

Su histórica sociedad con una liga de empresarios entre los que se destacan Daniel Vila, José Luis Manzano y Marcelo Mindlin allanó el camino del camporismo con el poder económico. Amigo del CEO de Disney, Diego Lerner, Massa juega en todas las canchas. Los detractores de Claudio “Chiqui” Tapia lo ven como parte del operativo para salvar al presidente de la AFA con el apoyo de la familia Moyano, de Luis Barrionuevo y de Armando Capriotti, el inoxidable ex presidente de Chacarita que acaba de entrar como asesor de “Chiqui”. 

Sin embargo, Massa sabe que está obligado a hacer equilibrio, tal vez más que nadie, en un tablero inestable. Más que contemplado, su juego de diferenciación es visto como una fortaleza hacia el interior de la alianza que sostiene con Kirchner hijo y le permite al oficialismo ocupar un espectro amplio dentro del mapa político. Massa busca la diferencia cuando lo considera necesario pero sabe que tampoco puede despegar más de la cuenta, aunque lo intente. Formas y trayectorias al margen, es parte de una coalición que tiene a Cristina como figura dominante. Por eso, cuando alguno de los viejos compañeros que lo acompañaron en la ruptura con el kirchnerismo, se pone impaciente y le pide más distancia con el polo CFK, Massa responde con una frase que se presta a distintas interpretaciones y le puede servir a cualquiera en el Frente de Todos. “Hay que aguantar”, dicen que dice. Difícil que tenga futuro o pueda intentar algo en el mediano plazo, si el experimento del pancristinismo se hunde en la impotencia y naufraga en las elecciones o termina mal.

Con su propuesta para firmar un compromiso conjunto de cara a la negociación con el Fondo, Máximo acaba de hacer un favor inconmensurable a su socio. Lo puso en la lista de supuestos presidenciables que tienen chances de gobernar la Argentina, algo que ya Mauricio Macri hizo en 2016, cuando lo presentó en Davos como jefe de la oposición. Junto a Massa, el jefe de La Cámpora anotó a Axel Kicillof, Horacio Rodríguez y María Eugenia Vidal como potenciales sucesores de Fernández. Massa también retribuye, como lo hizo el lunes último: en una charla con la CNN, pidió un acuerdo sustentable y pagable con el organismo que preside Kristalina Georgieva.

Máximo es la llave de Massa para llegar a Cristina y en el oficialismo todos ven que el exintendente se desvive por lograr esa relación, comentarla en los círculos del panperonismo y promocionarla en público a través de canales amigos. Por supuesto, el vínculo existe, pero el garante y responsable es el hijo de CFK.  

Massa viene de festejar algo más. El elogio de la vicepresidenta a Larreta después de la difusión del video en el que el jefe de gobierno porteño contó el secuestro de su padre durante la última dictadura. Aunque se trate de un tema que nunca formó parte de la agenda de Massa, el presidente de la Cámara de Diputados lo vivió como una victoria personal. Tanto que por primera vez desde que se constituyó el Frente de Todos decidió retuitear a la vicepresidenta y gran electora. Son esas minucias que también se miden en las grandes ligas del poder. 

Después de la ruptura de 2013 y el enfrentamiento que duró hasta bien avanzado el gobierno de Macri, después de que los aliados de Massa en Comodoro Py arrinconaran a Cristina y llevaran a parte de su staff a la cárcel, el fracaso ruidoso de Macri y la jugada de CFK que puso en lo más alto a Fernández, lo trajo de regreso al útero materno del cristinismo. Con el Presidente tomado por el doble desgaste de la pandemia y la urgencia, la solidez de la reconciliación entre los dos polos de la alianza habilita la perspectiva de una sociedad que trascienda el gobierno de Alberto. Es lo que busca Massa y consiente Máximo en su discurso público. Si el kirchnerismo es un núcleo duro de adhesiones que ninguna crisis pudo quebrar, Massa puede ser en un futuro el famoso plus que representó Alberto en 2019. Un competidor del Presidente en el próximo calendario electoral, con muchísima más vocación de poder y ambición de liderar. Claro que para eso el presidente de la Cámara de Diputados debería reducir de manera ostensible la imagen negativa que hoy registra en la enorme mayoría de las encuestas. Los videos que la oposición viraliza cada vez que hay choques en la Cámara baja que lo tienen como protagonista, el último con las recriminaciones de los diputados de Juntos por el Cambio por la vacunación selectiva, pueden ser indicios del resentimiento macrista por el salto de un viejo aliado que los traicionó o pueden delatar un problema mayor para el proyecto Massa. Flota en el aire todavía como una condena aquella frase de Marcos Peña que, cuando fue dicha, el cristinismo compartía por lo bajo: “Es la persona menos confiable del sistema político”. La lucha de Sergio es contra ese estigma.

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