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El debate presidencial y los derechos humanos

De negacionista a reivindicador: Milei blanqueó su postura sobre la dictadura y busca abrir una discusión saldada hace 40 años

Javier Milei, el domingo, durante el primer debate presidencial.

Mauricio Caminos

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Javier Milei no quería que la temática de los Derechos Humanos fuera parte del debate presidencial. Fue uno de los pedidos que le hizo a la Cámara Nacional Electoral a través de su hermana Karina, su apoderada en la mesa de negociación ante los demás candidatos sobre las reglas del evento de antenoche, y que tendrá un segundo round el domingo próximo. Finalmente fue el voto de la ciudadanía el que lo puso en el menú. En la rosca pre-debate el libertario también había exigido que se quite del menú el tema educativo, pero ahí fue la Justicia electoral la que se lo rechazó de plano –según supo elDiarioAR, su hermana no protestó y aceptó la decisión “respetuosamente”–.

Sin poder esquivar el tema, Milei avanzó en la noche de Santiago del Estero con los pies hacia adelante. En el capítulo que llevó el título “Derechos Humanos y Convivencia Democrática”, en sus dos minutos desplegó los mismos argumentos que desarrollaron los militares condenados en el histórico Juicio a las Juntas de 1985: que hubo “excesos”, que “fue una guerra” y que no hubo “30.000 desaparecidos”. Incluso reveló su cierta cercanía ideológica con Mauricio Macri, al utilizar el mismo mote del “curro de derechos humanos” que usaba el ex mandatario para criticar la política de Estado que desplegó el kirchnerismo.

Los dichos de Milei suponen un paso más allá en el argumento negacionista que encabeza en La Libertad Avanza su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, quien llegó a organizar luego de las PASO “un homenaje a las víctimas del terrorismo” bajo el amparo de la Legislatura porteña, dominada por el macrismo. Lo del presidenciable libertario fue una retrógrada reivindicación de la última dictadura cívico-militar. 

Discurso que atrasa

Ayer se hizo viral en X un recorte que deja en evidencia lo parecido de las palabras de Milei con la intervención en el Juicio a las Juntas de Emilio Massera, entonces jefe de la Armada. “Lo único que yo sé, es que aquí hubo una guerra entre las fuerzas legales, donde si hubo excesos, fueron desbordes excepcionales”, se lo escucha al dictador, en un video publicado en la cuenta @rquiroga777, del bioquímico e investigador del CONICET Rodrigo Quiroga, que hasta fue reposteado por el artista español Ismael Serrano.

“El discurso de Milei fue la reproducción de lo que decían los ex comandantes, de que se trató de una guerra o que fueron excesos. Si se quiere hablar de la verdad, como dijo él, eso es de una falsedad absoluta y revela su desinformación. Porque no se trató de un exceso, sino de un plan criminal sistemático orquestado desde el Estado, ordenado para cada comandante y con centros de detención y tortura específicos”, afirmó Ricardo Gil Lavedra, actual presidente del Colegio Público de Abogados de Buenos Aires y ex integrante de la Cámara Federal porteña que juzgó y condenó a las Juntas Militares, en diálogo con elDiarioAR.

La ofensiva narrativa de Milei tuvo apenas la resistencia de Myriam Bregman, la candidata del Frente de Izquierda-Unidad, de reconocida trayectoria como abogada de víctimas de la represión, entre ellos Jorge Julio López, quien permanece desaparecido con una macabra conexión con el mileísmo: en un cuaderno del represor Miguel Etchecolatz aparece como contacto el nombre de Villarruel. Ni Sergio Massa ni Patricia Bullrich –que hizo alusión a la “teoría de los dos demonios”– cruzaron al libertario con vehemencia: ya había usado sus derechos a réplica antes, lo que podría revelar su cierto desapego con la materia.

Milei deja de ser un negacionista y pasa a ser un reivindicador. Ya sabemos que es una persona que no respeta los límites, pero tiene a favor de que en este país hay una falta de memoria, porque él puede traer a discusión libremente temas superados, acá y a nivel mundial”, entendió el constitucionalista Andrés Gil Domínguez ante elDiarioAR. “Me llama la atención la aparición del discurso negacionista porque es un tema superado, ya antiguo, de la década del ‘80, y que no tiene nada que ver con las preocupaciones de la sociedad argentina actual. Es una cosa atrasada e ignorante”, completó Gil Lavedra.

Son 30 mil

También generó repudio el rechazo de Milei de que la dictadura dejó como saldo la emblemática cifra de 30 mil detenidos-desaparecidos. “Valoramos la visión de memoria, verdad y justicia. Empecemos por la verdad. No fueron 30 mil los desaparecidos, son 8.753”, precisó el libertario en su intervención. Ayer en declaraciones periodísticas al volver de Santiago del Estero, ratificó su argumento: “Hay cuatro estimaciones de cifras y yo tomé la más alta de todas para que no haya cuestionamiento de ningún tipo”, dijo, a partir de los casos registrados oficialmente, gran parte documentados por la CONADEP. 

Más que abrir una polémica, Milei busca dar por cerrada la discusión sobre la memoria histórica. Gil Lavedra defendió el significado de la bandera simbólica levantada por las organizaciones de derechos humanos: “No se sabe cuál es el número exacto de víctimas, precisamente porque el método de represión fue clandestino. El número de 30 mil tiene la connotación de la gravedad del tema. Los que quieren negarlo quieren deslegitimarlo”, subrayó.

El número de 30 mil tiene la connotación de la gravedad del tema. Los que quieren negarlo quieren deslegitimarlo

Ricardo Gil Lavedra

La provocación buscada por Milei está alimentada por otro dato: este domingo, 1 de octubre, comenzó el ya conocido “Mes de la Identidad”, a partir de que el 22 –el mismo día de la primera vuelta presidencial– es el Día Nacional del Derecho a la Identidad, que conmemora la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. “El que mancha la historia de nuestro país no tiene que ser presidente”, cuestionó justamente ayer Estela de Carlotto en declaraciones a Radio Provincia. “No se puede negar ni desvirtuar lo que ya está escrito y aceptado por el mundo entero. Dicen 'no son 30 mil'. Ha dado una cifra numérica exacta como si supiera los nombres de los que son, una mentira permanente”, agregó sobre la postura reaccionaria de Milei.

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, anunció en la red social X que “en breve” el organismo que encabeza “demostrará que fueron más de 30.000 las víctimas del terrorismo de Estado”. “Por lo que significó la dictadura militar, no sólo en la Argentina sino en toda Latinoamérica, preocupa que un candidato a presidente como Milei niegue delitos tan aberrantes”, expresó.

El funcionario recordó además que el 19 de septiembre último el Museo Sitio de Memoria ESMA, ubicado donde funcionó el mayor centro clandestino de detención del país, ingresó en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco al ser declarado como un lugar con un “valor universal excepcional”. Esa nominación permitiría ser un paraguas que evite que Milei, en caso de llegar al gobierno, busque “cerrar” el museo o “devolverlo” a sus dueños originales, como planteó Villarruel, quien sería la potencial ministra de Defensa y Seguridad. “Eso (el predio) era para instituciones de la Armada, no era un museo de la memoria. Por la donación con cargo, ese bien debiera volver a la familia Raggio”, dijo la segunda de Milei apenas un día después de ganar las PASO. “Lo que sucede cuando un bien entra a la lista de la Unesco es que el Estado se compromete ante la comunidad internacional a sostener el bien, a darle presupuesto y sostener los valores que ese bien representa”, recogió este medio en la secretaría de Derechos Humanos. 

Milei deja de ser un negacionista y pasa a ser un reivindicador

Andrés Gil Domínguez

¿Milei podría indultar?

Otra grave polémica abrió Milei con su discurso: en caso de llegar a la presidencia, ¿podría avanzar con un indulto a los militares condenados? La respuesta escalofriante es que sí, a través de la firma de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). Sin embargo, hay resortes legales que podrían ponerle un coto a su avanzada negacionista: principalmente la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 

“Podría indultar o conmutar penas, es una facultad del Presidente”, advirtió Gil Domínguez. “Milei podría indultar pero solo lo podría hacer en el orden interno, ya que haría incumplir a la Argentina ante el derecho internacional”, reconoció también Gil Lavedra. 

¿Se animaría un Milei presidente a asumir ese costo político? El corset legal es la vigencia del “fallo Mazzeo”, por el cual la Corte Suprema de Justicia declaró en 2007 la “inconstitucionalidad e inconvencionalidad” del indulto a crímenes de lesa humanidad, a partir de que la Argentina adoptó la obligación internacional de perseguir, investigar y castigar este tipo de delitos. El indulto, entonces, queda reservado solo para delitos menores. 

El “Documento Final de la Junta Militar”, un discurso de hace 40 añoserrorismo“

Cerca de las 10 de la noche del 28 de abril de 1983, una voz en off interrumpió la transmisión en vivo de la radio y televisión para pasar un extenso mensaje de 45 minutos por cadena nacional. “Documento Final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo”, fue el título que eligieron los comandante de las fuerzas armadas de una dictadura ya en retirada. Allí, empezaban a delinear cuál sería su estrategia para evitar la justicia una vez instalada la democracia. Sus argumentos, son los mismos que, 40 años después, utilizó Milei en la noche del domingo: Fue una guerra, y en la guerra hay excesos.

Bajo las órdenes del presidente de facto Reynaldo Benito Bignone, los militares hablaron de una “peculiar guerra que los argentinos debemos superar” y que ello “solo será posible con humildad y sin espíritu de revancha”. Afirmaron que a diferencia de una “guerra clásica”, en esta “guerra peculiar”, “el enemigo no usa uniforme y sus documentos de identificación eran apócrifos”, por esa razón “el número de muertos se incrementa significativamente”. De esa manera, intentaban justificar las desapariciones.

Más adelante, insisten en que los militares no hicieron más que cumplir con una orden del gobierno nacional y que si hubo errores en el cumplimiento de ese deber, en todo caso será la historia la que deba juzgarlos: “En este marco de referencia no deseado por las Fuerzas Armadas y al que fueron impelidas para defender el sistema de vida nacional únicamente el juicio de vida histórico podrá determinar a quien corresponde la responsabilidad directa de métodos injustos o muertos inocentes”.

“El accionar de las fuerzas armadas constituyeron actos de servicio”, enfatiza el documento en el que los militares invocan el “dolor de cristianos” y reconocen “los errores que pudieron haberse cometidos cumplimiento de la misión asignada”.

Ese documento se convirtió en la antesala de lo que luego fue la llamada “Ley de Pacificación Nacional”, más conocida como “ley de autoamnistía”, que quedó en la nada con el Juicio a las Juntas Militares de 1985.

MC/MG

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