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ENTREVISTA

Pablo Salinas, politólogo: “Mauricio Macri le resta votos anticasta a Javier Milei, pero le suma estructura y experiencia”

El politólogo Pablo Javier Salinas

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A días del balotaje del domingo 19 de noviembre, el politólogo Pablo Salinas analizó las campañas de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, y La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, y la posición en que quedó Juntos por el Cambio (JxC). Vaticinó una segunda vuelta apretada, en la que la estrategia es restarle votos al rival. “En este juego no solamente significa que el oficialismo debería superar el 37%, sino que tiene que lograr que no sume tanto el que está enfrente. Eso significa votar en blanco o decir, de manera risueña, qué lindo que va a estar este fin de semana largo para hacer turismo”, apuntó. La incidencia de Mauricio Macri y su apoyo al libertario, y las probabilidades del ministro de Economía de cosechar votos en la oposición.

¿Cómo pensás que llegó Massa a convertirse en el gran ganador de las primarias de las elecciones generales del 22 de octubre? ¿En qué acertó y cómo explicás esa remontada de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO)?

‒Si tuviéramos una biblioteca de manuales de procedimiento, unos cuantos hicieron combustión espontánea, y los que estaban al lado quedaron quedaron un poco chamuscados, pero algo explican todavía. Pensar hoy, ya con con el diario del lunes y a 12 días de la segunda vuelta electoral, que Milei es uno de los candidatos con posibilidades serias de ser presidente, lo mismo que Massa, es difícil de explicarlo. Es así para los encuestadores sobre los resultados de sus encuestas, para los cualitativistas sobre lo que ven en sus focus groups y para quienes hacen escuchas de redes sociales sobre lo que se denomina el clima social, que es tan pero tan volátil. Massa quedó en el tercer lugar de las PASO pero a casi nada del resto, porque convengamos que fueron tercios casi clavados entre el primero y el tercero, con unos 600.000 votos de diferencia, lo que es muy poco. La remontada de su campaña tenía la dificultad de ser la cara de la gestión de este Gobierno. Nada hacía pensar que iba a imponerse dos meses después en las Generales. Podía uno pensar que podía quedar en primer lugar, pero no con esa distancia, porque esa recuperación de esos casi 15 puntos en términos individuales, pero sacándole siete puntos al segundo, en este caso Milei, es un mérito de su campaña, el candidato y hubo un adelantamiento de preferencias electorales. Todo el mundo visualizaba una posibilidad de una segunda vuelta e hizo un voto casi estratégico y en la enorme mayoría volcó su preferencia hacia Massa.

Al mirar el informe que hiciste, hay mucho de los votos de Juntos por el Cambio (JxC) que se van a sumar de manera automática a Milei, mientras que Massa busca captar de esa composición los que necesita para ser el nuevo presidente. ¿Cuál sería la estrategia en busca de alguno de estos sectores que hoy quedaron sin opción de cara al balotaje?

‒Hay que buscar los votos en todos lados. Uno tiende a pensar que en el grueso de votantes de JxC hay muchísima dificultad para la preferencia del voto hacia Massa porque la mayoría son antiperonistas. En el caso del Frente de Izquierda tiene una tradición en situaciones de empate electoral. Ocurrió en el 2015 en el balotaje con Daniel Scioli y Macri, en el cual dijeron votemos en blanco, algo parecido a lo que están diciendo ahora, con algunas excepciones. Esta semana, un dirigente de la Izquierda Socialista terminó dando un apoyo crítico, según sus propias palabras, a Massa. Los votos que supieron tener Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que le permitieron imponerse en primera vuelta electoral en 2019, hoy están en las filas de esta heterogeneidad tan compleja de explicar que es LLA. Hay mucho votante no ideológico, enojado con el presente Gobierno, enojado con promesas de alguna manera incumplidas en lo que ellos entienden. Fue su contrato electoral que no se perfeccionó, que también está muy enojado con los cuatro años de Macri, y que ahora tiene que de alguna manera terminar de procesar de que parte de su enojo que es Macri, quien casi es el jefe de campaña de LLA.

¿Vos ves ahí una oportunidad para el peronismo de recuperar votos que se fueron a la presencia de Macri en LLA?

‒Sí, pero ¿cómo se buscan los votos en un balotaje? Esto es un blanco o negro. Si vamos a un balotaje, yo necesito que vos tengas un voto menos que yo. Ese es el razonamiento adecuado hacia una segunda vuelta electoral que está tan apretada, en la que no estamos debatiendo ni media idea, estamos con la emoción del miedo, el hartazgo y el enojo. Cuando nos metemos en el terreno de las pocas propuestas de campaña que están arriba de la mesa es para salir corriendo. En este juego de tener un voto más que el otro, no solamente significa que Massa y su campaña deberían superar ese 37%, y muchos cientos de miles de votos más deberían elegirlos de cara a la segunda vuelta, sino que tenés que lograr que no sume tanto el que está enfrente. Massa, en relación a Milei, parte con siete puntos de ventaja sobre los datos que conocemos. Vamos a una elección muy diferente. No votar al otro es votar en blanco o decir, de manera risueña, qué lindo que va a estar este fin de semana largo para hacer turismo.

¿El voto en blanco entonces beneficia a Massa? Es un voto que presumimos de Patricia Bullrich o de JxC.

‒Aritméticamente tiende a beneficiar a Massa pero porque parte de siete puntos de distancia, que son varios millones de votos de distancia. Ahora bien, a quién beneficia y a quién no es motivo casi de adivinador, depende del resultado final. Hay que ver cuál emotividad prevalece más, si la del miedo o la del hartazgo, y ahí quién ya votó en blanco y quién no fue es un poco más difuso. No estoy en ninguno de ambos campamentos, pero entiendo a pensar de que Massa debería ir a buscar los votos enojados que pertenecieron en el pasado al peronismo y que hoy no están. En esa búsqueda cuesta pensar que pase un voto de Milei a Massa, aunque esto puede ocurrir, pero por ahí más inteligente sea que se diluye en otras opciones que hay y que son perfectamente democráticas arriba de la mesa, como votar en blanco o anular el voto.

En uno de tus análisis marcabas también que el peronismo tendría que focalizarse en lograr mejores performance en varios distritos. Uno es la provincia de Buenos Aires, donde ya tuvo un resultado muy impactante, sobre todo por los números que teníamos del pasado 13 de agosto; y los otros son tres distritos fuertemente opositores, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. ¿Hay que ir a pelear en ese escenario cuesta arriba?

‒Tenés 24 estadios y tenés que pelear en los 24 con un plantel elegido estratégicamente, por que es una elección que se adivina muy apretada, y valen absolutamente todos los votos. Los pesos electorales de los padrones electorales son distintos y en los casos que vos mencionaste son el top five, que incluye la ciudad de Buenos Aires, que hizo una enorme elección. De hecho, en diferencial de votos es la única que da positiva en el informe por poquito en un distrito eternamente adverso para el peronismo. Se hizo una muy buena campaña, y el desafío es mantener ese piso de mínima, lo que fue suficientemente alto. En provincia de Buenos Aires hubo una enorme remontada, también muy explicada por cómo el gobernador Axel Kicillof puso la campaña al hombro. Viendo cómo queda el mapa de intendencias, ganó en lugares donde el peronismo no ganaba hace años y municipios que eran históricamente radicales, pero ahora se cambiaron de color. Tenés que hacer un enorme esfuerzo en Mendoza, donde el peronismo viene de un proceso de hace muchos años de descomposición en los límites históricos y incluso por debajo de esos límites. Ahí hay una redefinición en carpeta como en otras tantas provincias. Córdoba es el eterno lugar adverso. Hay una cosa interesante que el kirchnerismo, por poner una etiqueta, empieza en 2003, y la generación de peronismo cordobés de alternancia entre José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti comparten esa temporalidad y se han ido acompañando con diversa suerte a lo largo de ese tiempo. Con la crisis del campo en adelante, Córdoba pasó a ser un distrito absolutamente adverso al peronismo nacional. Schiaretti y De la Sota son de claro ADN peronista y ganaron bastante bien cada una de las elecciones a las que presentaron, a veces más justo, a veces más holgado, pero no tuvieron un problema. Ahora -entre comillas- con el poder central está todo mal cuando gobierna el peronismo nacional. Hay una enorme movida inteligente en la visita de Massa a Córdoba. Entiendo que tiene que ver con eso. No me parece casual que elijan esta provincia para mostrar el apoyo que Juan Manuel Urtubey le brinda públicamente a Massa, por lo que representa en esta pelea del interior contra el poder central de hace mucho tiempo. Es un dato no menor.

Schiaretti sigue pronunciándose muy crítico del kirchnerismo y lo ve a Massa como un apéndice de ese movimiento, y lo ves a Urtubey y a otras figuras que, como Graciela Camaño, Diego Bossio y Florencio Randazzo, quizá más proclives a apoyar a a Massa. ¿Cuánto puede pescar Massa en ese peronismo siempre adverso al kirchnerismo de cara al balotaje?

‒El votante de cordobés es eminentemente peronista. Es una provincia que históricamente fue muy radical, pero en los últimos años está gobernada por el peronismo. Las posibilidades están, y todos estos apoyos, algunos difusos, algunos bajo cuerda y otros como el de Urtubey, responden a que el candidato está hablando de un gobierno de unidad nacional y de una apertura que hasta el momento esta fuerza política venía con otro comportamiento, con dirigentes propios e incluso de otras fuerzas políticas que eligieron enfrentarlos en otras elecciones desde otros lugares. Hay una promesa arriba de la mesa que también va de la mano a la segunda lectura del miedo, que es que hay que ganarle a un candidato que está más parecido al antisistema y que viene con la promesa de romper todo, como si eso solucionara algo. Es como un intento por decir la democracia está de este lado y por eso tenemos que dejar de lado un montón de dogmas, por decirlo de alguna manera, o de costumbres de los últimos años y juntarnos. Habrá que ver si gana Massa cuánto de este gobierno de unidad nacional se puede dar. Recordemos en la victoria de Néstor Kirchner, año 2003, también saliendo a Argentina con la presidencia Eduardo Duhalde y con todo lo que pasó previamente, un proceso bastante complejo en el que estuvieron muy cuestionadas las instituciones democráticas, inició como un proceso de apertura y eran los tiempos de la transversalidad. Julio Cobos fue candidato a vicepresidente de Fernández de Kirchner en 2007, en línea con esa idea de transversalidad, pero que terminó con el hito de la crisis con el campo. Habrá que ver ahora si es capaz Massa de ir hacia otro lugar, en caso de ganar.

Esta semana, ya en los últimos diez días de paridad, no hay encuestas que hablen de una diferencia de siete puntos sino de un escenario muy parejo. ¿Cómo se explica eso? ¿Cuál pensás vos que es la fuerza principal de Milei?

‒La fuerza principal de Milei es el elemento nuevo en la elección. Él irrumpe en la escena pública desde hace unos años, pero desde un lugar institucional desde hace dos al obtener una banca en el Congreso cuando fue elegido diputado junto a Victoria Villarruel. De ahí en adelante hace una construcción sobre lo nuevo. Su principal acierto fue empatizar con la emocionalidad reinante de una mezcla entre hartazgo, desilusión y bronca, y la encauzó bien. Muchas veces escuché de otros analistas decir es un roto de la vida y lamentablemente gran parte de nuestra sociedad también está rota. Una sociedad rota y un roto que quiere ser algo es un match perfecto y eso es complicado. El segundo acierto es su idea de casta, pero cuando él pone eso arriba de la mesa interpela muy bien el sentimiento de un montón de votantes que están un poco cansado de cómo viene el proceso político y que el resultado de que su economía se ve complicada y sus expectativas de futuro se ven cada vez más lejana, sea peronista o no peronista. Empatizó bien y con mucha inteligencia la cuestión de la casta. Hay que ver ahora la inclusión de Macri, cómo golpea y qué le resta. Le suma casta y le resta anticasta, pero por otro lado le suma mucha estructura y la experiencia que no se le veía. Estuvieron en el gobierno nacional hace cuatro años y están desde la ciudad de Buenos Aires desde hace mucho tiempo. Sus equipos técnicos le suman esa experiencia. En este tercer partido, que se convirtieron en los penales o en el alargue, por decirlo de alguna manera, la campaña se convirtió y se polarizó, creo yo, para el lado que más le conviene a Milei porque está en un debate viejo, pero que siempre se las arregla para reinsertarse: entre peronismo y antiperonismo.

¿Quién gana en ese cruce? Los dos tienen un piso muy fuerte.

‒Vuelvo otra vez con lo de los libros, veremos si se quema o no. Si uno ve que los apoyos de Massa van desde la Izquierda Socialista, que dio su apoyo críticamente, hasta Alejandro Biondini, pasando por el radicalismo y otra serie de partidos políticos, uno tendería a pensar de que tendría que ser un afano el balotaje. Están todos esos en contra de alguien nuevo y sin experiencia y solo con el apoyo abierto de Macri. Convengamos que Horacio Rodríguez Larreta desapareció y Bullrich puso su imagen en la primera semana, pero está bastante corrida. La verdad que Macri se puso al hombro esta campaña. Ahí tendría que estar la elección más cercana: que gane Massa o que gane Milei.

En la nota que escribiste Jugar al poder en serio con el ex diputado del Bloque Justicialista de Salta Pablo Kosiner entiendo que le reclamas a la dirigencia, en especial a JxC, que es la fuerza principal que queda al margen de esta disputa, un posicionamiento de cara a un acuerdo de gobernabilidad. Ahora, el peronismo también se dividió cuando Macri fue presidente. Tanto el peronismo como JxC tienen comportamientos similares, no están para el acuerdo de gobernabilidad o no están de manera integral para ese acuerdo.

‒Con Kosiner tomamos el ejemplo que sacó más votos, pero le cabe absolutamente al resto de las fuerzas políticas. La idea del artículo es que hay un balotaje con una fuerza perdedora, aunque con una cantidad importante de votos, que tiene la posibilidad ante la necesidad de ambos candidatos de poner arriba de la mesa un acuerdo programático y de gobierno a la luz del día y público, pero elige el camino de una interna brutal en algún punto en los que hay dirigentes de JxC que dijeron abiertamente que van a votar a Massa, otros que solapadamente están jugando para Massa o para Milei, y algunos que declararon blanco y van a ser negro, y viceversa. Para una fuerza política que entró en crisis con esta derrota se le da la oportunidad para imponer determinadas cosas en un acuerdo público, incluso de cargos ministeriales eventuales. Y no lo utiliza. Vamos a dirimir emocionalmente una elección nacional en la cual está mucho más en juego que si gana blanco o negro. Ahí es dónde es ese llamado de un reseteo interesante de una dirigencia que empiece a pensar más programáticamente en términos de cuadros políticos y no en términos de oportunidades políticas cada dos años.

Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).

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