El poder que viene: crece JxC, retrocede el PJ y se robustecen los localismos
Alfredo Cornejo fue electo gobernador de Mendoza y se convirtió en el primer dirigente que, desde el regreso de la democracia en 1983, logró volver a ocupar ese cargo, aventura que, sin éxito, antes intento otro radical, Roberto Iglesias. Con la elección mendocina, queda configurado en gran medida el mapa político con el que deberá convivir el próximo presidente, foto que muestra un alto nivel de atomización.
Veinte de las 24 provincias, tienen definido su gobernador. Cornejo engrosará la cosecha de la UCR que con Mendoza controlará 5 provincias: Jujuy, Corrientes, Chaco y Santa Fe. Hay que remontarse al 2007, cuando un puñado de mandatarios radicales se integró a la Concertación Plural que impulsó Néstor Kirchner, pacto que se coronó con la entronización de Julio Cobos como vice de Cristina Fernández de Kirchner. El PRO, por su lado, ganó en tres provincias y si se computa el bloque JxC, el número de jefes provinciales asciende a ocho.
Podría, incluso, llegar a diez si Jorge Macri gana en CABA y Rogelio Frigerio en Entre Ríos. En ambas se votará el 22-O aunque en Capital puede haber balotaje. La consolidación de un espacio de JxC estará atada a cómo sobrevivirá esa alianza a las presidenciales.
Aun sin el avance de la UCR, el partido que creó Mauricio Macri, logró expandir su dominio más allá de CABA: Ignacio Torres ganó en Chubut mientras que Claudio Poggi, de origen peronista pero integrado a JxC, gobernará San Luis y Marcelo Orrego hará lo mismo en San Juan. Si bien no son clásicamente macristas, forman parte de JxC y dentro de esa coalición, tiene terminales en el PRO aunque con perfil propio y autonomía.
En Mendoza, en tanto, el PJ agregó otra mancha a la saga de tropiezos electorales que tuvo en el 2023, donde perdió seis provincias: quedó tercero, muy lejos, con el peor resultado histórico del peronismo en la provincia que gobernó durante la mitad de los últimos 40 años. Del peronismo de Mendoza surgieron dirigentes de alto impacto nacional como los exgobernadores José Octavio Bordón, Rodolfo Gabrielli y Arturo Lafalla, además de referentes como José Luis Manzano y Juan Carlos “Chueco” Mazzón, histórico operador del PJ.
Hasta acá, el peronismo que forma parte del ecosistema de Unión por la Patria (UP), retrocede y queda con un bloque de siete provincias: La Pampa, La Rioja, Formosa, Tucumán, Tierra del Fuego, Santiago del Estero y Misiones. Las tres últimas operan en el ecosistema PJ pero con matices y silvestrismo en varios frentes, por caso en los acuerdos legislativos. Si se repiten los resultados de las PASO, el peronismo sumará provincia de Buenos Aires y Catamarca y crecerá hasta 9 territorios.
La secuencia de elecciones desdobladas aporta otro dato novedoso: la consolidación de un bloque de provincialismos, histórico en provincias como Neuquén, más reciente en Rio Negro y Salta, a la que sumó Santa Cruz con el triunfo de Claudio Vidal, el verdugo del kirchnerismo. En ese paquete se puede anotar, también, a Córdoba con la victoria de Martín Llaryora, expresión de un peronismo anti K. Se trata de 5 provincias, aunque no han constituido hasta ahora una federación de partidos provinciales que se mueva como frente. Además de Vidal y Llaryora, reaparece Alberto Weretilneck en Río Negro -aliado del PJ pero con marca propia-, sigue Gustavo Sáenz en Salta y se suma Rolando “Rolo” Figueroa que terminó con el MPN en Neuquén y tiene terminales múltiples: de Massa a Macri.
Sobre ese mapa de tercios, que se distribuye en tres bloques a simple vista frágiles o incluso solo teóricos -como el de los provinciales- deberá convivir próximo el presidente. En los casos de Sergio Massa o Patricia Bullrich, contarán a simple vista con el apoyo de los espacios políticos con jefaturas provinciales. No es el caso de Javier Milei que solo presentó postulante a gobernador de La Libertad Avanza (LLA) en siete distritos, en general con resultados magros: el mejor fue el de Carolina Píparo en Buenos Aires aunque igual quedó tercera detrás de Axel Kicillof y JxC.
El presidente que asuma el 10 de diciembre no contará con el respaldo de una mayoría de gobernadores y deberá construir una nueva mayoría porque la foto de la dispersión también se reflejará en el Congreso. A partir del recambio, algunos por no buscar su reelección y otros por derrota, también empiezan a perfilarse nuevas referencias de poder como es el caso de Llaryora, que apunta a consolidarse como una voz de peso en el coro de las provincias, o Gustavo Valdés, el mandatario correntino, que aparece como una referencia del bloque de mandatarios radicales.
En 2023, bajan del ring del poder territorial, jugadores con mucho rodaje como Juan Schiaretti, Adolfo Rodríguez Saá, Sergio Uñac o Juan Manzur. Irrumpen otros que deberán moverse en un esquema en constante mutación.
PI
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