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A 30 años del atentado

Expedientes “Turco” y “Paisano”: archivos desclasificados confirman que la SIDE seguía al supuesto coordinador del ataque a la AMIA desde 1992

Circular roja de Interpol contra Salman El Reda por el atentado a la AMIA.

Alejandro Rúa

3 de junio de 2025 12:52 h

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Nuevos hallazgos en los archivos desclasificados de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) confirman que a partir del atentado a la embajada de Israel en 1992, los espías que responden a Presidencia de la Nación seguían al “Clan Reda” -compuesto por varios hermanos, sus esposas, sus familias y primos-, que comenzó a ser blanco de una investigación, debido a las sospechas de vínculos con Hezbolá, tanto en la Triple Frontera como en Buenos Aires. Los Reda están sindicados como presuntos autores materiales de la bomba que explotó en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) dos años más tarde, en julio de 1994.

Al igual que los Reda, la SIDE seguía a “elementos de la Mezquita At Tauhid del barrio de Floresta” a la que asistían estas familias. Su líder religioso, Mohsen Rabbani, otro sospechoso, también era objeto de seguimientos. Producto de esas indagaciones se encontraron más de 4.000 registros en los archivos secretos del organismo de Inteligencia acerca de diversas tareas de reunión de información sobre todas estas personas. Los casos se denominaron “Turco” y “Paisano” y estuvieron a cargo de la denominada la Sala Independencia, creada en la SIDE tras ese primer ataque terrorista. Los expedientes incluyen información y antecedentes aportados incluso por servicios colaterales.

La información surge a partir de un pedido de las víctimas del atentado a la AMIA, agrupadas en Memoria Activa, quienes reclamaron a la Unidad Fiscal encargada del caso del atentado de 1994 la búsqueda de mayor información en los archivos desclasificados de la SIDE. El principal señalado como encargado de la logística del atentado a la mutual judía es Samuel Salman El Reda, también identificado como Salman Raouf Salman, un libanés que cuenta con orden de captura internacional y alerta roja de Interpol, y que sería juzgado en ausencia en nuestro país como “el coordinador del grupo operativo que cometió el atentado del 18 de julio de 1994”.

Los documentos revelan que quien concretó el atentado de 1994 ya era seguido por los servicios de la Inteligencia desde 1992. Aún así, las autoridades no pudieron evitar el atentado a la AMIA.

En el libro “30 días”, reseñé que El Reda llegó a la Argentina en 1987, luego de vivir un tiempo en Colombia, donde trabajó en el rubro textil, en un barrio chiita de Maicao. En Buenos Aires se casó con una joven menor de edad, Silvina Sain, hija de una familia del “barrio turco” de Floresta, donde sus casas bajas albergaban desde hacía más de cien años a la comunidad libanesa.

Silvina, musulmana devota, “fanática” según los informes de los agentes que la seguían, pertenecía a una de las familias vinculadas al sheij iraní Mohsen Rabbani, director de esa mezquita erigida en una vieja casona de dos plantas sobre la entonces adoquinada calle San Nicolás, en el mismo barrio.

La inteligencia señalaba que Rabbani la presentó con El Reda y fue quien los casó. Y que Rabbani también alojó a un primo, Tarek El Reda, junto con su esposa, antes de que se fueran a vivir a Colombia, donde vivía parte del “clan”.

Karina, hermana de Silvina y también militante del islamismo radicalizado, estaba casada con otro de los hermanos El Reda, Hussein, y habían vivido juntos también en Colombia. En Buenos Aires, había trabajado en la librería de la mezquita y ella era secretaria del sheij Rabbani. “Los jueves, pasadas las 23:30 se reúnen en la Mezquita a leer, estudiar y comentar la filosofía y el pensamiento del Ayatolá Khomeini”, informaban los espías.

José, otro de los hermanos El Reda, fue detenido en Rosario en noviembre de 1992. Se había alojado en la habitación 1006 del hotel República con un nombre falso: Manuel Gutiérrez. Se dirigió a la sucursal del Banco Nación e intentó cambiar 5.000 dólares falsos. Dos días más tarde, la policía allanó su habitación, donde le secuestraron 30.000 dólares más, también falsos, y unas anotaciones que indicaban que ya había cambiado miles de dólares en los últimos meses.

Según esos registros, José había protagonizado un raid cambiario entre julio y septiembre de 1992, entre la sucursal Flores de Casa Piano e Iguazú Cambios, ubicada en Ciudad del Este. A fines de septiembre, le transfirió 40.000 a su hermano Samir a una cuenta del Byblos Bank, en Líbano, y pocos días más tarde, ya en octubre, volvió a Casa Piano para cambiar casi 100.000 dólares, hasta que finalmente fue detenido en noviembre. En total, cambió alrededor de 300.000 dólares hasta que la policía llegó a la habitación del hotel en Rosario.

Servicios colaterales lo vincularon al financiamiento de Hezbolá. Estados Unidos envió a Rosario un experto que tomó contacto con la jueza federal Colidoy, encargada del caso, y obtuvo una muestra de los billetes secuestrados para realizar un estudio. “Se corroboró que habían sido falsificados en Irán”, informó la inteligencia en 1992. También dejaron asentado que José era pariente de aquella mujer activista de la mezquita At-Tauhid, Silvina Sain, su cuñada. Los papeles que le secuestraron confirmaron su contacto con otros sospechosos en la zona de la Triple Frontera. “Apreciaríamos que nos envíen sus comentarios sobre las siguientes pistas actualizadas sobre José Salman, su hermano Samuel y otros asociados, incluyendo Farouk Omairi, Karina Sain y Mohsen Rabbani”, se interesó la Inteligencia.

Tres días después de ser detenido en Rosario, José recuperó su libertad, cuando su hermano El Reda designó un abogado, de apellido Sirio, y pagó la fianza, unos 20.000 dólares de entonces. El 10 de junio de 1993, se lo declaró rebelde y se ordenó su captura, por no haber regresado a comparecer ante el tribunal.

La mezquita de Rabbani, a la que asistía la familia de su esposa y todos sus vínculos, estaba vigilada. Rabbani también estaba vigilado. La casa de los suegros de El Reda estaba vigilada. Su otro hermano, José, estaba vigilado, y también sus otras relaciones y todos los domicilios a los que concurría. Toda esta minoría libanesa chiita de Floresta era objeto de un intenso seguimiento de los servicios de Inteligencia por aquel primer atentado y ante la sospecha de su relación con Hezbolá.

Se advertía que los Sain, junto con sus primos, los Assad, ocupaban un rol central en la comunidad libanesa chiita y más tarde serían señalados como “el apoyo local” para los planes de Rabbani, al igual que los hermanos El Reda.

Tras el casamiento, El Reda y Silvina vivieron en Colombia, Foz de Iguazú y Buenos Aires. Él viajó varias veces al Líbano. En 1994, residían entre Foz y Ciudad del Este, vecinas a Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones. Pero ese año, todo cambiaría.

En enero, El Reda volvió a Buenos Aires. En junio, regresó a Foz para escoltar a Silvina y sus hijas hacia el Líbano. Sólo él regresó. Se alojó en la casa de sus suegros, sobre la calle Morón, en Floresta, y en otra vivienda familiar de la calle Campana, en el mismo barrio. El 1° de julio de 1994, asumió su nueva función en Buenos Aires: fue el supuesto coordinador entre las células dormidas y el responsable de instrumentar la concreción de la nueva misión terrorista.

Para entonces, la Inteligencia argentina ya estaba alertada sobre las amenazas de otra represalia, a propósito de ciertos ataques israelíes en Medio Oriente. Los autores del primer atentado podían volver a utilizar un coche bomba en Buenos Aires: “Esperen a julio. Cuando pase no van a tener dudas sobre a qué nos estamos refiriendo”, fue la advertencia atribuida a una fuente de Hezbolá en un informe transmitido a la SIDE por un espía colateral.

Además, un servicio colateral había alertado sobre el aumento de contactos entre miembros terroristas de América del Norte con el Sur. Sostuvo que un aspecto importante de las actividades se concretaba en el área de la Triple Frontera y que “de acuerdo a información confiable”, en agosto de 1992, Silvina Saín, la esposa de El Reda, había participado del raid cambiario por el que fue detenido su cuñado José: “Sabemos que hay varios familiares Salman, quienes son integrantes de Hezbolá, cuyas residencias se encuentran en Paraguay”.

En el expediente para la investigación judicial del atentado a la AMIA, las referencias sobre Salman El Reda fueron incorporadas recién sobre finales de septiembre de 1994 por un testigo de identidad reservada aportado por la SIDE. Pero la compulsa de los archivos desclasificados permite acreditar que para julio de 1994, la SIDE lo tenía identificado como Salman Salman Raouf, nacido en Bent Jbeil, el 5 de junio de 1963. Y mucho antes de las referencias aportadas al trámite por ese “Testigo A”, la SIDE, además de los teléfonos que utilizaba, tenía ya cargados, en su base de datos, todos estos “antecedentes de Salman” en relación con el segundo ataque.

Un resumen: la información dentro del Hezbolá indica que el sospechoso de estar involucrado en la explosión de la AMIA se llama Salman Raouf, un agente operativo del Hezbolá en Argentina. Nacido en el sur del Líbano, está casado con una libanesa de Argentina y había estado viviendo aquí con su familia. El nombre de la madre de Salman es Maysara Reda. Antes del atentado a la AMIA, Salman acompañó a su familia al Líbano y luego volvió inmediatamente a la Argentina. Luego regresó al Líbano el 19 de julio de 1994, un día después de la explosión, donde se oculta con protección del Hezbolá. En la actualidad vive con sus padres, en su departamento del cuarto piso del edificio Kanj, en la calle As’ad Al-As’ad, en la zona de Al-Shiyyah en el suburbio del Sur.

Esta información cargada en la base de datos de la SIDE unas semanas después del atentado, a la que se le dio un código de “alta valorización”, “probablemente verdadera” y “proveniente de una fuente completamente confiable”, no fue nunca aportada en sede judicial. “A pesar de ello, no se encontraron hasta el momento constancias de que alguna de estas dos áreas de la Secretaría haya compartido esta información con el Juzgado Federal número 9, donde tramitaba la causa”, denunció el último informe fiscal.

Se advierte así que “para fines de 1995 y principios de 1996 se diluyen las menciones a Raouf Salman entre los documentos de SIDE y se instala la versión que señala que el nombre del Jefe operativo de Hezbollah es Samuel Salman El Reda”, aun cuando en enero de 1995 la inteligencia estadounidense había alertado bien concretamente acerca de las verdaderas identidades de los hermanos El Reda, que sus documentos con esa identidad y nacionalidad colombiana serían falsos. Decían que lo más probable es que hayan nacido en el Líbano y que el verdadero apellido era Salman, siendo que el apellido Reda de su madre lo usan sólo para operar en América Latina.

“El nombre Raouf desaparece de los documentos y es reemplazado por Samuel, a quien se atribuye la misma información que anteriormente se atribuía al primero”, advierte el informe fiscal. Así se empieza a instalar sin fundamento que serían hermanos y no una misma persona con identidad falsa.

Tras el “Informe Toma” de la SIDE de 2003, donde directamente se reemplazó en la transcripción de la información recibida respecto de Raouf su identificación por la de Samuel Salman el Reda, se dispuso la captura de este “colombiano” con este nombre falso en 2009, que años después del atentado, la que se mantuvo por años en el error.

Tras la muerte del fiscal Alberto Nisman, la Inteligencia israelí insistió en que el verdadero nombre era Salman Raouf Salman, que era ciudadano libanés, nacido en la aldea chiita Bint Jbeil, del sur del Líbano, y que seguía viviendo en Beirut: “Estuvo involucrado en los dos atentados de Argentina, tanto el de la embajada de Israel como el de la AMIA. Su involucramiento contempló, definitivamente, la recopilación de Inteligencia y la gestión logística, así como, probablemente, la preparación del material bélico requerido para tal fin”.

La acusación, aportada inicialmente por la CIA de Estados Unidos, se mantuvo en los informes finales del Mossad sobre los dos atentados, donde actualizaron que Salman Raouf aún reside en Beirut, como su hermano Abdallah Raouf Salman, antes falsamente José, y que se está quedando calvo. Y recién en 2019, diez años después del dictado de su primera orden fallida de captura internacional, y 25 años después de que la SIDE retuviera esa información, registrada en sus bases ya unos días después del atentado, se hizo saber a Interpol la verdadera identidad de El Reda.

En los términos de la condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, informada el año pasado, el Estado argentino es responsable de determinar la identidad de los autores materiales e intelectuales de los hechos y todas las autoridades estatales están obligadas a colaborar en la recaudación de la prueba, evitando omisiones, siguiendo líneas lógicas de investigación, absteniéndose de actos que impliquen la obstrucción para la marcha del proceso investigativo y sin poder ampararse en argumentos como el secreto de Estado o la confidencialidad de la información, que en realidad sean pretexto para impedir la investigación.

Además el Estado argentino debe proseguir los procesos pendientes en contra de los responsables del encubrimiento del atentado, con el fin de aplicar las sanciones correspondientes.

La tragedia del caso AMIA lleva ya más de 30 años y nuestro país está obligado a remover todos los obstáculos que mantienen este caso en la total impunidad.

*Alejandro Rúa es autor de “30 Días. La trama del atentado a la AMIA”, de Editorial Planeta.

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