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Detrás de escena

Fernández, Messi y la copa imposible

Alberto Fernández en el Museo del Bicentenario

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- Puede ser la última copa de Messi ¿y se va a jugar en Chile?

Es sábado y detrás de las urgencias por las vacunas y la inflación, en el gobierno de Alberto Fernández circula el expediente de la Copa América. En 96 horas hubo una cumbre de primer orden, infinidad de charlas, consultas sobre sedes y protocolos pero, sobre todo, un océano de dudas. “En estos días se jugaron ocho partidos de copas”, “River fue una excepción”, “sin público no hay ningún riesgo”.

Es sábado y el Gobierno apuesta a un improbable derrumbe de casos o a una arriesgada prórroga de los plazos para definir por parte de la Conmebol. Debió ser el miércoles 26, se reprogramó para el viernes 28 y quedó, como fecha última, el lunes 31. El fin de semana, cuatro involucrados directos en la negociación, dieron por hecho que a elDiarioAR que casi no había chances de que la copa se realice en la Argentina.

Fernández sostuvo su postura casi en soledad: el grueso de los ministros y dirigentes que participaron de las conversaciones y las negociaciones con la Conmebol promovían la realización de la copa aunque admitían el riesgo político de hacerla.

En la cabeza de Fernández, la copa está suspendida desde el miércoles. Ese día se vio con Alejandro Domínguez, el titular de la Conmebol. Esa tarde, el indicador de contagios marcó más de 35 mil casos, luego de cuatro días con cifras por abajo de los 30 mil. “No es lo mismo anunciar la copa con 25 mil casos diarios y en baja, que hacerlo con casi 40 mil”, explicaron en el gobierno a elDiarioAR.

El planteo oficial de desplegar un protocolo estricto, con test casi diarios, burbujas rígidas y sin público en las tribunas, fue un intento desesperado pero en el fondo estaba condenado al fracaso. El presidente, aun con el OK de la Conmebol a esas condiciones -a pesar del pedido de la entidad de jugar con un aforo del 30% de público-, veía inoportuno pagar el costo político y simbólico de hacer la copa en medio de una segunda ola dramática.

Pero Fernández estuvo, en esa postura, casi en soledad: los ministros y dirigentes que participaron de las conversaciones y las negociaciones, promovían la realización de la copa aunque sabedores de que seguir adelante con la competencia le abriría un flanco crítico al gobierno. “La queríamos hacer pero no pudimos por la realidad epidemiológica”, sintetizó ese dilema el jefe de Gabinete Santiago Cafiero.

Fernández escuchó posiciones sobre los beneficios de realizar el torneo, una matriz criolla de futboleros y animadores. En una charla se puso énfasis en “la última copa” de Lionel Messi, el escenario de una victoria y el efecto, siempre inasible, de una victoria deportiva para un gobierno. Intervino, como contracara, un fantasma: “¿Y si la copa se hace en Chile o Uruguay?”, apuntó un dirigente. Horas después, la Conmebol deslizó la opción del escenario trasandino.

Sábado y domingo, se miraba hacia Miami porque la opción chilena parecía remota: podría hacer parte de la Copa, lo que soltó Colombia, pero no toda. Finalmente ocurrió algo que no estaba en el radar del gobierno: que la Copa se mude a Brasil. En términos futboleros llanos, es una incomodidad que Brasil haya decidido albergar al torneo continental a pesar de estar al tope en cuanto a la crisis por Covid-19. El domingo, por la noche, la Conmebol publicó un tuit con la decisión de cancelar la opción argentina, minutos después de que Eduardo “Wado” De Pedro diga en el programa “Hagan Algo” del canal C5N que era muy difícil que se organice la Copa. Por la tarde, había conversado con el presidente y mapeado la situación epidemiológica: en tres de las cuatro sedes confirmadas -CABA, Córdoba y Mendoza- la situación epidemiológica era de “alarma”, el punto más alto en el semáforo sanitario.

Sobrevoló, como analogía, una referencia sobre la guerra de Malvinas cuando el gobierno de facto no interrumpió el fútbol local en pleno conflicto. Más de una vez, Fernández comparó pandemia con una guerra.

Detrás de las objeciones al aperturismo de Horacio Rodríguez Larreta y Juan Schiaretti, Fernández volvió al punto de inicio: la pandemia es, para bien y para mal, su capital y según su criterio la organización de la Copa América podía tener un efecto nocivo para el mensaje oficial que pide esfuerzos y cuidados, más allá de la biblioteca del no riesgo, que hasta alimentó Carla Vizzotti sobre el el casi nulo factor de contagio del fútbol profesional.

Hubo, dentro del FdT, malestar por cierta falta de osadía, pero a la vez sobrevoló, como analogía, una referencia sobre la guerra de Malvinas cuando el gobierno de facto no interrumpió el fútbol local en pleno conflicto. Más de una vez, Fernández comparó pandemia con una guerra.

No fue todo. La Selección Argentina jugó -y perdió 1 a 0 con Bélgica- el partido inaugural de España 82 el domingo 13 de junio, un día antes de la rendición argentina. Cosas del azar: el primer partido de la Copa América 2021 está pautado para el 13 de junio.

PI

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