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El plan A de Cristina, el zigzagueo de los gobernadores y la confesión de Alberto

Wado de Pedro, Axel Kicillof, Martín Insaurralde y Máximo Kirchner

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“Tiene razón el Cuervo: nadie habla de mi reelección. Solo ellos hablan de mi reelección”. A 6 mil kilómetros de Buenos Aires, a poco de aterrizar en Santo Domingo, Alberto Fernández dejó la frase que trafica, de mínima, una confesión: el presidente asume, y no parece a esta altura que ese proceso le resulte traumático, que su hipotético plan para ir en busca de un segundo mandato dejó de estar en la agenda y en la conversación, lo que es un indicio de que esa aventura se evapora de manera irremediable.

El comentario que Fernández desliza a un interlocutor en Buenos Aires puede leerse como la pseudo admisión de que la reelección se encamina a boxes y está atada a otro fenómeno que se instaló en Casa Rosada, donde se interpreta que Cristina Kirchner -a quien se descarta como candidata presidencial e, incluso, ponen en duda que acepte ir como senadora bonaerense (“¿Se va a bancar que digan que lo hace por los fueros?”, se preguntan más maliciosos que curiosos)- tiene dificultades, por falta de herramientas e insumos, para articular un dispositivo electoral.

A Sergio la oposición lo quieren convertir en Remes Lenicov: quieren que haga el trabajo sucio para el próximo gobierno

“Máximo pide que se le dé a Cristina el manejo de la estrategia electoral. Podría hacerlo ya. En 2019, ella lo dijo sin consultar a nadie. ¿Por qué no lo hace ahora? Muy fácil: porque no tiene candidato”, apunta un entornista del presidente que acepta, además, que las chances electorales de Alberto son mínimas, pero que, ante la incertidumbre general, la variable de que quede como candidato del Frente de Todos no es todavía nula. En Casa Rosada aparece otro factor, luego del ruido por los off, con Sergio Massa. “A Sergio la oposición lo quieren convertir en Remes Lenicov: quieren que haga el trabajo sucio para el próximo gobierno”.

Movimientos

Casi como si fuese una respuesta a eso, la última semana se produjeron dos movimientos que parecen destinados a aportarle a la vice eso que, para algunos, le falta: una o varias piezas para mover en el ajedrez electoral. Uno de esos procesos se produjo dentro de La Cámpora agrupación que acaba de hacer el primer cambio de conducción luego de más de una década: la designación de Lucía Cámpora en lugar de Andrés “Cuervo” Larroque (citado en la frase inicial de este texto) que migró a conducir la agrupación La Patria es el Otro que integran espacios escindidos y/o orbitales de la orga que Néstor Kirchner presentó en sociedad en 2010.

El domingo pasado, en estas páginas se dio cuenta de una intervención de Cristina Fernández de Kirchner para que la agrupación se ordene detrás del plan de reelección de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Días después, ocurrieron varios hechos. Uno, público y relevante, fue el encuentro unionista que en Lomas de Zamora compartieron Kicillof, Máximo Kirchner, Martín Insaurralde y Eduardo “Wado” De Pedro, durante el que se produjo un episodio inusual: los elogios cruzados entre Kicillof y De Pedro, dos dirigentes que se conocen hace mucho, que se asumen muy distintos entre sí y que, además, “no tienen empatía”. Seguro tenía otras tareas más importantes, pero que no esté Larroque en la foto de Lomas, fue leído hacia adentro de la orga como una señal.

Desde la gestión de Felipe Solá no veo una gestión tan comprometida con las necesidades de la gente

De Pedro sobre Axel Kicillof

Breve viaje al pasado inmediato: cuando De Pedro apareció en una foto con Jorge Rendo, el directivo de Clarín, arreció un fuego amigo que se le atribuyó a Larroque. La posterior mención que Cristina hizo durante un acto en Viedma respecto a un comentario de Wado -aquello del Código penal y el Código electoral- más que detenerse en un hallazgo discursivo sin magia, fue leído como un mensaje hacia adentro respecto a la “La Jefa respaldando a Wadito”.

Insaurralde, socio territorial de Máximo -presente pero corrido de la escena central- aportó la localía para dar una señal pública de lo que parece, aquí y ahora, el plan A del camporismo validado por Cristina: De Pedro como candidato presidencial y Kicillof como postulante a reelegir en la provincia. En una línea todavía más sutil, el ministro del Interior elogió a Kicillof y, de rebote, castigó a Daniel Scioli.

“Como ciudadano, como mercedino, te quiero decir que desde la gestión de Felipe Solá no veo una gestión tan comprometida con las necesidades de la gente”, dijo De Pedro y se salteó los ocho años de Scioli como gobernador para ir a vindicar a Solá, un buscapié contra Scioli a quien empieza a ver como un potencial rival en las PASO. Primer dato: luego de decir que no es posible una primaria, el camporismo empezó a asimilar la alterantiva de una interna para resolver el candidato presidencial del FDT. Lo dijo Máximo el 24-M: las diferencias se resuelven votando. En Santo Domingo, Fernández lo festejó como una victoria: “Aceptan que se vote”, les dijo a los suyos.

Sobre la omisión de Wado a Scioli hay una respuesta: De Pedro armó una mesa de campaña, incorporó a consultores y a operadores, le dio centralidad a uno de los estrategas más respetados del camporismo, como parte de un plan destinado a alcanzar una meta primordial: acrecentar su nivel de conocimiento, que hoy ronda el 60%, y debería estar en al menos el 80%.

Mulettos

Pero hay algo extra que explica la omisión de exgobernador y actual embajador en Brasilia. Uno de los escenarios hipotéticos -aunque no el único- sobre los que opera La Cámpora, en el que no figuran como candidatos presidenciales ni Cristina ni Alberto ni Sergio Massa, es una PASO en la que se enfrenten De Pedro y Scioli. Algo así como la primaria de los muletos. En los cuarteles camporistas abrazan, ahora, un dictamen que en su momento sonó cerca de Fernández respecto a que aquel candidato que derrotase en una PASO al “postulante del gobierno”, surgiría de las primarias del oficialismo empoderado y más competitivo.

El lado B de ese planteo refería a que el candidato que derrotase en unas primarias al candidato de Cristina, emergería como el futuro presidente. De ahí surgió la polémica respecto a Fernández terminando con 20 años de kirchnerismo. Ahí aparece, en paralelo, un alerta interno para el dispositivo K: ¿Puede Cristina arriesgarse a poner un candidato propio en las PASO y perder? Si ese postulante es Wado, no hay manera que la vice se desentienda de una hipotética derrota. ¿Y si recurre a otra figura?

Un consultor relata, cada tanto, que en 2010, a pocos meses de dejar la jefatura de Gabinete junto a Cristina, Alberto Fernández planteaba que quería ser candidato a presidente en el 2011 y enfrentar a la actual vice en una PASO. El argumento -según la leyenda- era que cualquiera que fuese por dentro contra Cristina absorbería los votos anti Cristina y, aun sin ganarle, podría quedarse con un pedazo de las listas. Luego falleció Néstor Kirchner y esa teoría, quizá un mero ejercicio de café, naufragó.

Hipótesis

Pero fue eso lo que pensó Florencio Randazzo en 2017, con el asesoramiento de Fernández, por entonces su jefe de campaña, cuando apostó a ir a una primaria contra la ahora vice en la provincia de Buenos Aires. Cristina lo resolvió a su modo: le dejó el PJ a Randazzo, se fue con sus votos a Unidad Ciudadana, y el 98% de la dirigencia bonaerense, la siguió. La hipótesis de relanzar UC, tal como se contó el domingo pasado en estas páginas, tiene esa matriz: la vice no anula el recurso de cambiar de piel electoral si no la convence una PASO en el FDT.

Por ahora, sin embargo, La Cámpora fijó una hoja de ruta para consolidar a Wado como candidato a presidente -y ver si suma músculo- y alinearse detrás de Axel en la provincia. ¿Porqué no cambiar de jugadores, subir a Axel y bajar a Wado a la provincia? De Pedro, dicen, construyó una relación con los gobernadores del PJ que no tiene Kicillof. Hay, respecto a las PASO, un mandamiento que parece sólido: el candidato que Cristina bendiga gana las primarias del FDT. “Tenemos 90 días para fortalecer y 140 para consolidarlo”, dice un campañista de Wado sobre la fecha de cierre de listas y la fecha de las PASO.

“No sabemos si Alberto va a ser candidato, lo que sí sabemos es que habrá un candidato del gobierno y uno de ellos. Uno del PEN y uno de CFK”, detallan en el entorno del presidente. Scioli parece, en esa foto, el preferido de Fernández mientras que enfrente se recorta, como primera opción, De Pedro. El exgobernador está enfocado en ese plan: va y viene a Brasilia y recorre, cada vez que puede, las provincias. Estuvo en Córdoba y envió señales a Juan Schiaretti. Scioli, como Horacio Rodríguez Larreta, es un candidato que tiene su plan de acción fijado en el balotaje pero, como el jefe de gobierno, parece olvidarse que antes tiene que superar las primarias.

“Está más fácil que en el 2015”, dijo el embajador en una nota en C5N, en otra demostración de optimismo inoxidable pero con un norte preciso: salir a juntar, después, a peronistas críticos y sobre todo, tratar de interpelar a los votantes de Javier Milei. ¿Y si CFK rehúsa esa interna y recurre a otra figura, cercana pero con más autonomía? Es una de las razones por las que Jorge “Coqui” Capitanich, gobernador del Chaco, hará la semana que viene un doble desembarco en la provincia de Buenos Aires, con su gira literaria: la presentación del libro Argentina Merece Más.

El chaqueño está convencido de que Cristina no será candidata a presidente y que necesitará una figura para poner en el menú de candidatos. Si Wado es el plan A, él puede ser el plan B pero está corrido por las fechas porque en algo más de un mes -el 1° de mayo- vence el plazo para inscribir las candidaturas a gobernador del Chaco. Si antes de esa fecha no se resolvió lo nacional, Capitanich se anotará para reelegir en la provincia donde las PASO son el 18 de junio, una semana antes del cierre de listas nacional. Si sale bien parado de esa elección, o bien hace un renunciamiento histórico para ser candidato presidencial del FDT o acepta algo de menor impacto, y que le permite seguir como candidato a gobernador, por ejemplo anotarse para una vice. “¿Qué otro gobernador puede estar en una boleta nacional?”, pregunta alguien de diálogo fluido con “Coqui”. En Casa Rosada ven a Capitanich movedizo y entienden que su demora en salir tuvo que ver con que imaginaba que Cristina sería candidata y llevaría de vice a Gerardo Zamora.

La liga deshidratada

En tres semanas, con la elección en Río Negro y Neuquén, arrancará el calendario de elecciones en las provincias y empezará a despejarse el escenario. En ese primer turno se verá un dato determinante: cuándo vale, en las urnas, Javier Milei. El libertario tiene candidatos a gobernador en las dos provincias -ver “la cantera ”castiza“ de candidatos de Milei- y esas elecciones pondrán a prueba por primera vez si su voto antisistema llega a expresarse o es un grieto al viento.

Pero el mes determinante será mayo, donde se definirán procesos de los que pueden, eventualmente, salir jugadores que quieran mostrarse en la pelea nacional. El radar está puesto en San Juan donde, según los datos que manejan en Casa Rosada, la riña entre Sergio Uñac y José Luis Gioja está pareja, competencia que puede salvar al peronismo de una derrota. Uñac, al igual que Schairetti, son gobernadores que siempre están por ser candidatos. El cordobés promete que esta vez sí lo será: “Está hablando y poniendo plata: pauta en redes y en el armado”, explican en el Peronismo Federal como prueba fáctica de que esta vez, sí, el lobo bajará a la pradera a tratar de cazar alguna oveja.

El plan Schiaretti es participar de una PASO contra Juan Manuel Urtubey, y atraer sectores que puedan sumar a esa aventura. El salteño generó ruido cuando se vio con Omar Perotti, el gobernador de Santa Fe, que parece ordenar su campaña en hacer schiarettismo a la santafesina: puro gesto que lo aleje del cristinismo y la Casa Rosada.

PI

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