El regreso de Larreta, el discurso de Alberto y el win-win del Círculo Rojo
Alberto Fernández no hará el renunciamiento que le reclama el cristinismo. No, al menos, el 1° de marzo cuando vuelva a respirar el mismo aire que Cristina Fernández de Kirchner. Ensayará, incluso, lo contrario: bosqueja un discurso que habilita una lectura dual, un ejercicio de vindicación del gobierno que, con la poesía de trinchera de que hará “lo que sea necesario” para que este año gane el peronismo, algunos digerirán como despedida o como lanzamiento.
En Olivos, Fernández mastica la contrariedad de que se siente un solitario defensor del gobierno de Todos. Reniega porque observa escasas, en el ancho y variopinto electo del FDT, las voces que vindican siquiera pudorosamente la gestión. “Salvo Cristina, todos nuestros candidatos están atados a la suerte del Gobierno. ¿Cómo van a hacer campaña?”, lo traduce un entornista. Algo de eso percibe Eduardo “Wado” De Pedro, el único camporista que cada tanto usa la tercera persona del plural para hablar del Gobierno. Dice “nuestro”. La gramática del poder.
Las PASO las ideó Néstor Kirchner y las instauró Cristina, pero el cristinismo es hábil en el ejercicio de siempre hallar motivos para gambetear las primarias
A 110 días del cierre de listas, el peronismo está en un estadio de precampaña. La irrupción de los primeros candidatos -Daniel Scioli y Juan Grabois, lo anunciaron esta semana- opera sobre un océano de incertidumbre donde no están claras las reglas. Los términos de La Cámpora, que indican que si Fernández es candidato no puede haber PASO, son el menú de una negociación y trafican una tendencia: aunque ese instrumento electoral ideó Néstor Kirchner e instauró Cristina, el cristinismo es hábil en el ejercicio de hallar motivos para gambetear las primarias.
¿Está en el menú de opciones de la vice llevar al cristinismo a una PASO presidencial con un candidato propio que no sea ella misma? ¿Hacer lo que no quiso o pudo hacer en el 2015? Wado, en teoría, teje y camina para estar disponible para esa aventura. El informe de febrero de ARESCO, la consultora fetiche del peronismo, arrima un dato específico. Como candidata, Cristina vence, al menos por 50%, a cualquier otro candidato del peronismo, sea Sergio Massa o Fernández. Sin embargo, si bien sigue vigente la vitalidad de su dedo, en un hipotético espadeo entre Massa y De Pedro, “como candidato de Cristina”, se detecta una paridad. Es el sello del diagnóstico de los Aurelio: empate técnico entre FdT y JxC, empate entre Horacio Larreta y Patricia Bullrich, y empate en una PASO improbable entre Massa y “Wado”.
Es cierto que Massa -y él lo ha dicho en más de una ocasión- descarta ir a una primaria contra el cristinismo, del mismo modo que rehúsa -esto lo susurran a su lado- la idea de cederle el segundo lugar de su boleta a un K. Así y todo, el estudio de ARESCO solidifica aquello de que nadie puede ser candidato sin Cristina pero, al mismo tiempo, la bendición de la vice no es suficiente.
Fernández y Larreta operan en la misma sintonía: los dos miran la elección general y parecen olvidar que antes deberían atravesar una PASO
Ese “nadie” es una espada sobre la cabeza de Fernández. Un dato: la imagen negativa del presidente es varios puntos más alta -entre 5 y 8 puntos, según el sondeo- que el resto del staff frentodista, lo que refleja que perforó el piso de Cristina, y es rechazado por sectores de simpatizantes y militantes K que, sin embargo, valoran al resto de la dirigencia del FDT. El contexto parece empujar al presidente a un renunciamiento, que él niega con el planteo de que no hay ningún candidato del FDT que sea sustancialmente más competitivo que él.
El Operativo Clamor para que la vice revise su decisión de no ser candidata, al margen de tratar de reactivar la variable de que sea candidata a senadora por Buenos Aires, refuerza el scrum para derrumbar cualquier pretensión reeleccionista de Alberto. El 11 de marzo, fecha que remite a la victoria de Héctor J. Cámpora en 1973, podría haber un acto en Avellaneda que funcione como puesta en escena contra la proscripción, y antesala de la movilización del 24, día en que La Cámpora quiere repetir el despliegue que le confirme su centralidad en el dispositivo del FDT. Este sábado, 25 de febrero, fecha del nacimiento de Néstor Kirchner, La Cámpora hizo pintadas y afichadas vintage sobre la campaña presidencial de Kirchner en el 2003. “Ahora Kirchner” es el mensaje, que se traduce como parte del operativo clamor para Cristina.
Sintonías
Por momentos, Fernández opera en la misma sintonía que Rodríguez Larreta: los dos miran la elección general y parecen olvidar que antes deberían atravesar una PASO. El lanzamiento, en tres tiempos, del jefe de Gobierno cristaliza un movimiento intrigante: con su discurso antigrieta y de unidad -aunque luego descarte un diálogo con el kirchnerismo-, Larreta regresa al lugar donde se siente más cómodo, ese biotipo de dirigente que le escapa al conflicto, luego de intentar mostrarse más duro cuando Bullrich se convirtió en una amenaza.
“Horacio se puso la peluca de Patricia”, describe un macrista aquel ensayo fallido. Enfrente, Bullrich hace un movimiento inverso: está enfocada en capturar el mayor caudal posible de los 30% duros del PRO, por eso mientras Larreta apostará a un vice de la UCR, la presidenta del PRO piensa en una fórmula pura. De fondo, el jefe de gobierno confía -quizá porque no le queda otra que confiar- que al final, cuando se aproxime el proceso electoral, habrá una migración hacia el centro y así como se deshojará Javier Milei, perderá volumen Bullrich. ¿O fantasea Larreta con que Mauricio Macri intervendrá, como demiurgo, y le despejará el camino para convertirlo en candidato único?
“Mauricio cree que lo mejor es una PASO porque es competitiva y suma pero lo preocupa la idea de que sea muy sangrienta y luego cueste volver a juntar todo”, relata un mauricista y explica que la otra obsesión del expresidente -a quien descarta de la oferta electoral- es tener un bloque de diputados puros, que le reporten directamente, y le permitan funcionar como fiel de la balanza dentro del universo de JxC. En criollo: Macri pretende ejercer un comisariato, si se quiere ideológico, dentro del PRO y con un formato convencional, a través de un sub bloque de legisladores.
Bendiciones
“Acá llegó el próximo presidente”, saludó Mirtha Legrand a Larreta, la noche del jueves, en su casa, fiesta por sus 96 años, rodeada del clan familiar y algunos amigos. Cuarenta y siete invitados, y un mini show de Raúl Lavié, en la celebración de Legrand que le regaló al jefe de Gobierno una especie de bendición, hasta acá insumo de entre casa, que quizá opere como voz del Círculo Rojo que se abraza a un win-win desesperado: una competencia final entre Larreta y Massa. “Es lo que sueñan muchos: para los empresarios no es gana o gana, es gana y gana”, repasa un consultor.
Se invoca la relación histórica entre Larreta y Massa, su relato compartido de diálogo y agenda común. Aquello que Marc Stanley, el embajador de EEUU en Buenos Aires, ha dicho que en primado todos le piden pero en público nadie se atreve a sostener. Con su lanzamiento de esta semana, Larreta volvió a un viejo lugar que no sabe si todavía existe. Ese continente donde, cree, prima la moderación y el centrismo, antes que las alternativas más extremas o no convencionales. Si Milei y Bullrich comparten votantes o simpatizantes, ¿por qué si se desinfla el economista, no podría licuarse también la exministra de Seguridad?
PI
0