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El mapa del FdT

Tensión en el Gobierno por la agenda “real” de Cristina y el diagnóstico de Massa sobre la economía

Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa.

Pablo Ibáñez

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El miércoles, al atardecer, el peronismo tuvo un deja vú incómodo. A casi dos meses de la jura de Sergio Massa como superministro, vía Twitter, Cristina de Kirchner “habló” por primera vez del desempeño del tigrense en Economía. El mensaje público reactivó el peor registro del ecosistema FdT porque remitió a las cartas, los tuits y/o discursos que la vice le dedicó a Alberto Fernández y Martín Guzmán, kilómetro cero de la interna oficial.

Se activó, rápido, un doble operativo para apagar el pánico. “Hablan todos los días: Cristina dijo en público lo que le dijo en privado. Ella es así”, apuntó un entornista de la vice y se mostró enfático en negar que el tuit haya sido un misil contra el ministro. “Ella marca la visión porque es la jefa política del espacio”, agregó y puntualizó que, en el caso de la pobreza y la indigencia -sus mensajes fueron luego de conocerse los datos de la baja de la primera pero el aumento de la segunda- Massa debe ser “más efectivo” y pensar en “a los sectores más vulnerables”.

Massa, en medio del ruido que se instaló en el quinto piso de Economía, mandó a hacer una biopsia del hilo de Twitter de la vice. “Lean bien: son tres tuits, en uno elogia”, calmó a los suyos y les trasmitió que cada paso que dio tuvo, hasta acá, la venia de Cristina. En el Senado, marcan que Cristina acordó una hoja de ruta con Massa, fijaron el espectro por donde moverse, y mientras tanto el ministro no se salga de ese rumbo, estará todo bien. “Cristina acuerdo algo y cumple: Sergio también tiene que cumplir”, apunta una fuente de trato diario con la vice.

El PP de Cristina

El ruido tiene una base: aunque hay una hoja de ruta acordada entre Massa y Cristina, subyace la certeza de que la mirada económica de la vice no es la misma que la del ministro. Sobre la convicción de que el modelo Massa no es el modelo K, la intervención de Cristina agitó el fantasma de que algo se astilló. Ahí impacta la dimensión entre lo público y lo privado de sus cometarios. El instante de pánico por los tuits de la vice se comparó con el hecho de que Cristina, en su momento, empezó a explicitar públicamente sus objeciones a Alberto Fernández luego de que fracasaron las paritarias privadas. Más simple: las críticas se hicieron abiertas cuando la vice asumió que no daban resultado las negociaciones mano a mano, en Olivos, con el presidente.

¿Ocurrió lo mismo con el ministro? Desde el cristinismo juran que no. Aparece otro argumento y tiene que ver con la agenda pública más sensible que no son ni el atentado contra la vice ni, mucho menos, la causa Vialidad. La preocupación de las mayorías, simpatizantes o no del FdT, pasa por la Economía y la inflación, frente a lo cual el monotema judicial de la vice y el cristinismo se ve como un apunamiento, endogamia pura y dura.

Cristina observa las dos dimensiones y por eso, frente al dato de pobreza e indigencia, apareció con una observación medida: advirtió sobre la pobreza, apuntó a las ganancias de las empresas e hizo malabares y deslizó un reconocimiento y una demanda a Massa. “El ministerio de Economía ha trabajado duro en todas las áreas de su competencia, pero es necesaria una política de intervención más precisa y efectiva”, tuiteó.

Los mensajes de la vice tuvieron otra lectura, más sutil: que se trató de una toma de posición de Cristina sobre el debate interno del Gobierno respecto a otorgar, o no, un bono de fin de año. Alberto Fernández no se muestra muy convencido, en parte porque atiende el planteo de la CGT que le dice que son los gremios, con sus paritarias, los que deben negociar de manera bilateral las mejoras salariales. La semana que pasó, UPCN acordó con Nación un bono de 30 mil pesos para diciembre.

¿Fernández fijará, por decreto, un plus para toda la actividad cuando en su instancia como patronal hizo un acuerdo con los gremios? “Cuando Cristina habla de pensar en los más vulnerables está respaldando la idea del bono que Alberto no quiere dar”, explica un funcionario y vuelve a poner el debate entre los Fernández. Aparece, en ese análisis, otra micro interna: se atribuye a Emilio Pérsico objetar el bono porque entre los promotores aparece Juan Grabois.

En medio de esas confusiones, el segundo de Massa, Gabriel Rubinstein, antes en Diputados y luego en Twitter, hizo una lectura diferente a la vice: habló de la demanda agregada, producto de la inflación y del déficit. “Lo antes que podamos deberíamos volver a la macro del 2003-2005: superávit primario del 3% del PIB. Por ende superavit externo (cta cte del 2% PIB). Dólar único. Inflación del 5% anual (sin controles de precios). Tasa Lebac (Leliq) 6% anual. u$s 40,000 millones de Reservas Netas”, dijo el viceministro, reivindicación de la era Roberto Lavagna-Néstor Kirchner. Detalle: “sin control de precios”.

Gastos y proyecciones

El jueves, pasada la medianoche, el ministro Claudio Moroni redactó junto a Alejandro Crespo, titular del SUTNA; el acuerdo para destrabar el conflicto del neumático que copó la agenda y que mostró tensiones explícitas en el gobierno. El ministro de Trabajo quedó bajo fuego, en particular de Pablo Moyano, que protagonizó otro episodio de tensión en la CGT. Massa hizo un despliegue que incomodó a sectores K que vieron con buenos ojos la postura de Crespo que desafió a las empresas. El episodio remite a lo que ocurrió, a fin de la gestión de Cristina, con el conflicto de Kraft que fue de larga duración y generó tensiones similares. En gobierno defienden a Moroni: dicen que se cerraron, sin conflicto, convenios que involucran a 10 millones de trabajadores y que se desmadró uno que incluye a 5 mil.

Ante la dureza de Crespo, le pidieron al “Pollo” Sobrero que interviniera. Lo hizo, a priori, sin éxito, aunque 24 horas después el SUTNA firmó un acuerdo. En el oficialismo le reprochan a las empresas primero haber “motorizado” a Crespo en su momento contra Pedro Wasiejko y, ahora, que cuando se sentaron a negociar en junio ofrecieron 38% para la segunda parte del 2022 una cifra que, de arranque, era mezquina para las proyecciones. En despachos oficiales circula un informe que compara salarios con el valor de los neumáticos: con lo que antes se compraban diez unidades, ahora se compran tres. Según el ISAL, a datos de junio, el aumento interanual fue del 67,7%, casi 4 puntos por encima de la inflación del período, traccionado por el empleo estatal donde el aumento fue de 72,6% mientras que en los no registrados fue de 58. En el sector privado registrado, la suba fue de 68,3%. El dato aparece en un informe de coyuntura que coordina el ex secretario de Comercio, Roberto Feletti, y aporta, entre otras, una proyección: detalla que desde la llegada de Massa a Economía, “se evidencia un ahorro operativo” y considera factible que “se cumpla con el déficit fiscal en torno al 2,5% del PIB para el corriente año”, tal como se acordó con el FMI.

Es una descripción, es cierto, pero si se asume a Feletti como un economista del ecosistema Cristina -de hecho el informe se presenta como grupo de economistas del FdT de la provincia de Buenos Aires-, puede resultar sugerente que la reducción del gasto y el cumplimiento de las metas con el fondo no tengan, como contexto, un análisis crítico.

“Cristina no come vidrio”, apunta un dirigente peronista y repite una metáfora que se atribuye a Sergio Massa. Dice que cuando asumió la economía era un paciente con un infarto masivo, y 5 hemorragias, en un shock room, que lo sacó del infarto y está cerrando las hemorragias pero el paciente -la economía- todavía sigue en terapia, no pasó a sala común. La figura se usa en Economía para decir que antes de un plan de estabilización, todavía falta lograr cierta normalización.

En el quinto piso proyectan que la devaluación del peso respecto al dólar oficial será de 6.2 en septiembre, similar a la de agosto, y esperan para octubre el ingreso de dólares del BID, la CAF y el Banco Mundial, más unos 2000 millones que ingresarían del campo luego de los 8100 del dólar soja. En Economía tienen en análisis, como parte de nuevas medidas sobre importaciones, la cuestión del dólar tarjeta, eso que se conoce como “dólar Qatar”.

Los otros

La metáfora massista sobre el paciente en terapia intensiva coincide con lo que se apunta en el mundo financiero que observa, según una de las principales entidades bancarias, una situación de fragilidad tanto política como económica. El radar está puesto sobre cómo continuará la relación entre Massa y la vice, el interrogante que cruzó a todo el sistema de poder en la última semana.

Sobrevuela, en paralelo, un elemento que en las distintas trincheras del gobierno detectan como un elemento a favor: que el sistema de poder criollo no eligió, todavía, a un candidato para enfrentar al FdT en el 2023. Parte, eso, de un diagnóstico que da por hecho el deterioro de la figura y la imagen de Horacio Rodríguez Larreta. Un dirigente de JxC toma un indicador de alta sensibilidad: “Cada vez más empresarios financian, aunque sea con algo, a Patricia”.

Esos movimientos configuran un clima y el endurecimiento de Larreta, y su entorno, en algunas acciones reflejan que el jefe de Gobierno asume que se desangra, y por eso ensaya cabriolas que no sabe o no puede hacer, como su posición frente a la toma de colegios porteños. Soledad Acuña, la ministra de Educación, tiene hace tiempo una agenda -cuyo primer movimiento fue prohibir el mensaje inclusivo- para salir a pulsear en el PRO con la intención de construir una hipotética candidatura.

PI

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