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La tensión en la calle

Los tres mensajes políticos para la cúpula del FdT que trasmitió la marcha de la CGT

Héctor Daer, uno de los tres secretarios generales de la CGT, en la marcha del miércoles.

Pablo Ibáñez

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La semana pasada, en dos reuniones enlazadas, la mesa chica de la CGT terminó de definir la ejecución y la dinámica de la marcha del 17-A y, desplegó la gentileza de explicarle, en persona, a Sergio Massa porqué, a pesar de sus sugerencias, la movilización igual iba a hacerse. Una cumbre, en la que para sorpresa de algunos participó Hugo Moyano, ocurrió en la sede de la UOCRA sobre avenida Belgrano. La otra en las oficinas del Frente Renovador sobre Avenida del Libertador.

Las dos reuniones fueron el escenario donde, además, se ordenó el sentido político de la marcha y construyó los mensajes que la plana mayor sindical le envió a la cúpula del Frente de Todos (FdT), el espacio en el que se referencian pero con el que tienen tensiones y disputas. Al final, la ronda que fue del Obelisco al Congreso, de la que, según la organización, participaron más de 100 mil personas, trasmitió tres advertencias puntuales.

Sergio tiene un voto de confianza de la CGT. Se lo ve con capacidad de gestionar, con actitud pero hay que ver cómo avanza y, sobre todo, si Cristina y Alberto lo dejan avanzar

No bajar la marcha

Una, que puede parecer logística pero es de orden político, se vincula con la decisión, a pesar de un leve cambio en el escenario político y económico, de mantener vigente la marcha. Hubo muchos actores que operaron para suspender la movilización. Massa intentó desactivarla y usar ese hecho como un mensaje de fortaleza política y de respaldo del mundo sindical. Otros actores del gobierno hicieron lo mismo, al igual que sectores empresarios, entre los que se mencionó a José Luis Manzano, y hasta referentes sindicales como Armando Cavalieri, de Comercio, que se bajó de la convocatoria.

El dato objetivo es que la CGT acordó la marcha en la primera quincena de julio, pocos días después de la renuncia de Martín Guzmán, cuando Economía había quedado en manos de Silvina Batakis. El planteo original fue puntual: que el Gobierno tome medidas, salga de la parálisis y avance con políticas para preservar el empleo. “Con esta inflación, y ante la inacción del gobierno, la CGT no puede quedarse quieta”, explicó por entonces un dirigente de la mesa chica a elDiarioAR.

Massa invocó, en las conversaciones destinadas a que se levante la movilización, que el contexto había cambiado: que había un plan y que el Gobierno estaba alineado. “Sergio pensó que era contra él y se le trasmitió que no era así”, apuntó una fuente sindical y contó que ese fue el sentido del encuentro entre Massa y un grupo reducido de dirigentes de la CGT: Héctor Daer, Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez, Carlos Acuña y José Luis Lingeri.

“A nosotros nadie nos va a decir qué tenemos que hacer. La marcha la convocamos nosotros y si la bajamos, la bajamos nosotros”, explicaron desde la CGT. La traducción es obvia: la hipótesis de suspender la marcha se hubiese entendido como una debilidad de los gremios más que como una señal de respaldo al Gobierno. El mensaje inicial fue ese: la CGT acompaña pero tiene autonomía.

Massa condicionado

En ese planteo está escondida la segunda advertencia de los gremios peronistas al gobierno. “Sergio tiene un voto de confianza de la CGT. Se lo ve con capacidad de gestionar, con actitud pero hay que ver cómo avanza y, sobre todo, si lo dejan avanzar”, explicaron desde uno de los gremios que aportó las columnas más numerosas a la marcha del miércoles.

En la trinchera sindical interpretan que la posición de Cristina Kirchner es incierta, que por ahora se limita a respaldar con su silencio pero que eso no garantiza que Massa tenga tiempo ni fortaleza ni respaldo suficiente como para poder encaminar la gestión. Se lo traduce como un apoyo condicionado y cruzado por la incertidumbre. “¿Y si dentro de dos meses, Cristina sale y hace lo que hacía con Guzmán?”, se pregunta un referente gremial.

El subtexto es otro: apunta a que la CGT entiende que no hubo, todavía, un respaldo explícito de todos los actores del FdT en torno al nuevo ministro de Economía y que en ese contexto, “nadie puede pedirle al movimiento obrero que haga lo que otros no hacen”. Traducción: suspender la marcha, además de ser una novedad que Massa podría capitalizar, se leería como una señal de respaldo visible de los gremios a Massa al que, entienden en CGT, no están haciendo otros actores frentodistas.

El fuego desde las oficinas de Azopardo alcanza, incluso, a Alberto Fernández, a quien ven como una potencial amenaza para el despliegue que pretende hacer Massa. “Alberto es el presidente. Se quedó sin capacidad para construir pero tiene capacidad para hacer daño: para obstruir o para demorar”, sostiene una fuente gremial y señala como el ámbito para ejercer esa eventual obstrucción es la secretaria de Legal y Técnica, a cargo de Vilma Ibarra, el lugar por donde pasan todas las normativas oficiales. A Ibarra se le otorga, en ese sentido, un superpoder.

Bono vs paritaria

La decisión de la CGT de dirigir la marcha al Congreso, como un mensaje a toda la política, tiene una nota al pie que aporta una fuente sindical. Plantea que pasar por el Senado puede, o debe, leerse como un mensaje a Cristina que tiene su base de operaciones en la cámara alta, la vice que además ejerce una jefatura política del FdT , como figura central en términos electorales y de conducción. Es un doblez poco explorado. En el argumento original estuvo la decisión de no movilizar a Plaza de Mayo porque eso podría generar confusión sobre si era una marcha a favor o en contra del Gobierno. Lo que ocurrió el miércoles validó esa preocupación porque hubo señales cruzadas.

Detrás de la interpretación de que pasar por el Congreso era mostrarle músculo político a la vice está un planteo más operativo y refiere a la discusión entre el “bono” y las paritarias. La cuestión es claramente política y en la CGT lo procesan como una jugada de la vice porque fue, en su segundo mandato, ya sin Néstor Kirchner, quien en algunas ocasiones otorgó bonos de aumentos salariales fijos.

“El bono lo otorga el Gobierno. Si lo hace el Gobierno ¿para qué están los gremios? Los sindicatos negocian para sus trabajadores y el mecanismo son las paritarias”, explica una fuente de la CGT que pone el foco en el tironeo de fondo sobre qué actor político, el GFobierno o los sindicatos, son los que deben dar una respuesta a las demandas salariales.

Con una relación históricamente tensa, la CGT y la vice protagonizaron una serie de encuentros en las últimas semanas. Primero fue un mano a mano de Cristina con Héctor Daer y luego una cumbre de la vice con Gerardo Martínez (UOCRA), Andrés Rodríguez (UPCN) y Lingeri (OSBA). Se interpretaron como movimientos de apertura de Cristina, signos de pragmatismo y movimientos que remiten a lo que hizo en el 2018: tender puentes con distintos actores pensando en el armado político y electoral. “Hay un trato tenso pero respetuoso, como fue siempre”, recuerda un dirigente sindical que advierte que la vice mantiene la idea de condicionar a los gremios y que esa discusión se expresa, otra vez, en la disputa bono o paritaria.

PI

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