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Apuntes sobre la existencia de la vulva y el placer

Aixa Arevalo

Laura Haimovichi

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“A sabiendas de la inconstancia y soberbia de la mujer, y para contrarrestar su anhelo de dominio, la naturaleza le dejó las partes sexuales en su interior para que, cada vez que piense en su presunta carencia, deba volverse más pacífica, más obediente y más pudorosa que cualquier otra criatura”, dijo el anatomista Prospero Bergarucci, en 1568.

“Un pez habita en la vagina de la Terrible Madre, el héroe es el hombre que, derrotándola, rompe el diente y le fornica”, escribió sobre una vagina dentada, que consume, devora y destruye el falo, el psicólogo israelí del siglo XX, Erich Neumann, autor del libro La Gran Madre.

Fueron, desde la ciencia y en diferentes épocas, testimonios del miedo, la desconfianza y la ignorancia que aún hoy sobrevive respecto de la genitalidad femenina. Como la envidia del pene, que Freud le atribuyó a la mujer, poseedora para muchos de un misterioso agujero negro para la reproducción de la especie, pero sobre todo, para el placer. Esa mujer que, en la sociedad patriarcal, debe mirarse siempre con relación al hombre.

Justamente, para encontrar formas nuevas de mirar, un grupo de artistas visuales de la Argentina, produjo y está ahora exhibiendo en forma itinerante una serie de obras bajo la común denominación de Anasyrma, (en este momento en el Museo Imaginario de San Miguel, Gran Buenos Aires). Se trata de un término griego que refiere al gesto de levantarse la falda y dejar a la vista los genitales femeninos para producir un impacto y alejar el mal. “A lo largo de la historia se utilizó esta práctica para fertilizar cosechas, ahuyentar demonios, calmar tormentas, combatir plagas o para reírse y recomponer el espíritu”, dice Valeria Salum. Ella es la secretaria del Museo de la Mujer Argentina, sito en CABA, y curadora de la exposición “en la que de alguna forma nos subimos las polleras evocando el gesto de Baubo, aquella personificación del sexo de la mujer que procuraba mejorarle el ánimo a Demeter en la mitología clásica”.

Myriam Díaz, Miriam Arrube, Patricia Temprano, Marga Steinwasser, Victoria Mataran, Marcela Brown, Pamela Ferreyra y la misma Salum se inspiraron en la vulva, la anatomía femenina del goce. Se pusieron a leer bibliografía y a investigar desde pinturas rupestres hasta el cuadro El origen del mundo, de Gustavo Coubert (de 1866) donde una mujer yace con sus piernas abiertas haciendo visible el sexo. El resultado son dibujos, pinturas, esculturas, bordados en los que se ven recreaciones de disfrute, del ciclo menstrual, de la afectación del paso del tiempo, de vulvas mariposas y cisnes, y de una variedad de nominaciones escritas con aguja e hilo como cajeta, pupusa, panocha, chucha, ostra, argolla, catalina, barbuda, cachimba, tesorito y pompona. 

 “La vulva es el conjunto de genitales que incluyen clítoris (único órgano exclusivo del placer), la abertura vaginal y el orificio uretral. Si bien la vagina es sólo una parte de ella, muchas personas dicen llaman así a la vulva”, aclara la ginecóloga Barbara García, referente en @sexualidadeslibres, quien acompaña a personas transgénero en su proceso de transición y parte del equipo que hoy promueve un óleo íntimo de producción nacional, 420 placer, a base de cannabis para potenciar el goce. “Cada vulva, como cada persona, es única y en ocasiones al no generarse una adecuada lubricación, puede haber dolor en la fricción. La autoexploración y la autoestimulación son claves para conocerse, así como el uso de productos que potencien la satisfacción”, dice.

En las conmemoraciones del 8 de marzo, Día de la Mujer, algunas pasteleras crearon delicados bocados con azúcar, harina y flores comestibles con forma de vulva. Chula Gálvez es una de ellas, con un amplio repertorio de manjares entre los que se destacaron las cookies con la forma de los genitales femeninos. “Si vivimos en una sociedad donde todo es fálico, ¿porqué no valorar esa parte del cuerpo femenino?”, se preguntó.

Las ex modelos Araceli González y Dolores Barreiro también forman parte de esta movida que reivindica la genitalidad femenina. Por estos días, protagonizan la publicidad de Evagina, un jabón líquido y gel lubricante que salió hace poco a la venta. “La piel de nuestra vulva es distinta a la del resto del cuerpo, en general todas usamos un jabón común. Error. Poder hablar de lo que nos pasa está bueno. Todavía nos cuesta mucho hablar de nuestras vaginas y de la sequedad vaginal aún más, pero es tan común. Nuestras vaginas tienen mucho para decir. Es un cambio inmediato que se siente”, dicen.

Los bordados con atrevimientos de la artivista Rosana Linari son expresión de su activismo a favor de las mujeres, las disidencias y quienes, invisibilizadas, viven con VIH y no reciben asistencia del estado. “Trabajo con la intimidad amorosa, sexual, afectiva y política, por el ejercicio del goce personal y colectivo, como manifestación y respeto por el deseo. La vulva es la protagonista en ese camino del deleite. Puta, perra, exaltada o asexuada, habitando en la grieta heteropatriarcal con ansias emancipadoras, sobreexcitada y fuera de sí. En pugna con el imaginario sexual pornográfico, reivindico la insurgencia anticlerical y las prácticas amorosas libres del pensamiento heterocentrado”, dice desde Puerto Madryn, donde reside. “Tijeras, hilos, stencil, suturas que unen y edifican un entramado, para celebrar el mundo desde los bordes, con técnicas textiles que evocan el trabajo y los saberes que me transmitieron en mi entorno familiar”.

Mientras los medios explotan al límite imágenes de sexo explícito, que incluyen cirugías estéticas de vulvas, muchas personas luchan para llevar adelante su sexualidad sin un conocimiento claro de la anatomía propia, desconociendo cómo es la vulva. Incluso, muchas mujeres la desconocen, nunca se la miraron. Hubo que esperar hasta el inicio de este milenio para que la uróloga australiana Helen O’Connell describa por primera vez la anatomía completa del clítoris con todos sus elementos.

La lucha por mostrar el cuerpo completo de la mujer reconoce otros hitos: la artista alemana Valli Export entró a un cine en 1969 y realizó una performance calzándose una metralleta al hombre y vistiendo un pantalón abierto en la entrepierna que coincidía con la altura de los ojos de los espectadores. Seis años después, la estadounidense Carolee Schneeman leyó en público un texto salido de su vagina y Judy Chicago en 1971 mostró la imagen de un tampón que emergía de su vulva. Como antes y después otras mujeres, pusieron el cuerpo para visibilizar la existencia de la sexualidad femenina para el placer propio y no solo para satisfacer la demanda reproductiva.

Sin embargo, en 2022, el tema sigue siendo tabú y hasta peligroso. Tener vulva implica en muchos lugares del planeta abortos riesgosos o selectivos, mutilaciones, existencia de chozas menstruales, prohibición de acceso a la educación, el trabajo y la libre circulación, a los más elementales elementos de higiene. En una cultura profundamente androcéntrica, la existencia cada vez mayor de bibliografía, festivales, arte y todo gesto personal o colectivo que descentre el modo de ser y estar masculinista abre la imaginación política y poética de todos los cuerpos y contribuye a una vida más plena y gozoza, sin exclusiones. 

LH

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