Científicos del Conicet: “Nos emocionan la gente que nos ve, los dibujos de los niños, las preguntas”

Desde hace más de diez días, un grupo de científicos del CONICET se embarcó en una campaña oceanográfica histórica: exploran el cañón submarino frente a las costas de Mar del Plata a bordo del buque Falkor Too, en el marco del proyecto Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV.
Pero esta expedición, más allá de su valor científico, logró algo inusual: instalarse en el corazón de la opinión pública gracias a una estrategia de comunicación tan simple como poderosa: transmisiones en vivo por YouTube que permiten ver, en tiempo real, cómo se sumergen robots a miles de metros de profundidad y se recolectan especies jamás vistas por el ojo humano.
Los picos de audiencia superaron los 80 mil espectadores y desbordaron las expectativas de los propios investigadores. “Nos emociona la gente que nos ve, los dibujos de los niños de primaria”, dijeron desde altamar, sorprendidos por el alcance y la repercusión. Y aunque el contexto es adverso -la ciencia argentina atraviesa un desfinanciamiento crítico-, la experiencia del Falkor Ttoo se convirtió en una postal que condensa lo mejor del sistema científico: conocimiento de frontera, cooperación interinstitucional y pasión por compartir el saber.

El fondo marino, en vivo
“Estamos a unos 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata”, explicaron durante el streaming Javier Signorelli, Martín Brogger y Gregorio Bigatti, investigadores del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR, CONICET), mientras supervisaban las imágenes transmitidas por el vehículo de operación remota (ROV, por sus siglas en inglés) que desciende hasta 4.500 metros de profundidad.

La campaña actual es la cuarta de una serie que comenzó más de una década atrás y que busca entender la biodiversidad de las aguas profundas del Mar Argentino. “Sabíamos que era una zona diversa, pero ahora podemos verlo con nuestros propios ojos”, destacaron. Participan, además, 22 especialistas de todo el país, incluyendo investigadores de Ushuaia, Córdoba, Buenos Aires y La Plata.
Cada científico a bordo tiene su especialidad. “En general somos taxónomos -contaron-. Cada uno estudia un grupo particular: moluscos, equinodermos, gusanos planos. Vamos anotando cada ejemplar, registrando metadatos, sacando fotos en vivo. Es información que vamos a seguir procesando por años”.
Las muestras se conservan para análisis genéticos e histológicos y serán depositadas en instituciones públicas como el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”. “Todo queda en el país”, remarcaron, con énfasis, frente a las especulaciones sobre una eventual entrega de recursos naturales. También enfatizaron la trazabilidad y el acceso público a los datos: “Todo lo que recolectamos estará disponible para que lo estudien otros científicos en el futuro”.

Ciencia y paciencia
El tono didáctico del streaming, el lenguaje accesible y el carácter colectivo de la experiencia -científicos conectados desde tierra firme, preguntas del público, interacción en tiempo real- convirtieron la transmisión en un fenómeno inesperado. No se trató solo de un experimento de divulgación: fue una reivindicación del trabajo sostenido, de los tiempos largos de la investigación científica y del valor del conocimiento acumulado.
“La gente ve el vivo y se fascina, pero esto es fruto de más de diez años de trabajo. Esta es una foto del momento, pero venimos estudiando estas especies desde hace muchísimo”, explicaron los investigadores. Lo que parece una exploración inédita es, en verdad, la continuidad de una agenda de trabajo sistemática, que solo puede sostenerse con políticas públicas estables y financiamiento sostenido.
Protesta del Conicet
Ese entusiasmo colectivo contrasta con la situación que atraviesa el sistema científico argentino. Este miércoles 6 de agosto comienza un paro de 48 horas convocado por los trabajadores del Conicet, que incluirá una vigilia frente al Polo Científico-Tecnológico en la Ciudad de Buenos Aires. El reclamo es amplio: actualización salarial, restitución de becas recortadas, publicación de los resultados de la Carrera del Investigador Científico y del Personal de Apoyo 2023, y continuidad de los programas de financiamiento como los PICT.
En paralelo, los datos oficiales son alarmantes. Según el INDEC, el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación perdió más de 4.000 puestos de trabajo en el primer semestre de 2025. Solo en el CONICET, hubo 1.085 cesantías: una caída del 5,4% de su planta total.
A pesar de este panorama, el éxito del streaming operó como recordatorio de lo que está en juego. “Vamos a tener material para trabajar durante al menos diez años —dijeron los científicos—. Por eso insistimos en que la ciencia necesita apoyo a largo plazo. No puede depender de una sola campaña.”
Una comunidad mirando el fondo del mar
La campaña del Falkor Too no solo generó hallazgos científicos: también consolidó un puente entre la comunidad científica y la sociedad. “Lo más lindo es la gente. Nos llegan mensajes, dibujos de escuelas, preguntas de niños”, contaron desde el barco. Esa interacción, espontánea y masiva, devolvió algo que la ciencia local muchas veces construyó en silencio: sentido de pertenencia. Mientras el ROV desciende en busca de corales, crustáceos y criaturas bioluminiscentes, también emerge otra certeza: la ciencia argentina, incluso en crisis, conserva su capacidad de maravillar.
CRM
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