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La presión por la vuelta a clases presenciales pone a las familias en el centro del debate educativo

Las familias como actor en el debate educativo

Natalí Schejtman

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Mientras que la vuelta a las clases presenciales enciende la opinión de actores tradicionales en el debate educativo -gremios docentes, especialistas, funcionarios- y opera de chispa para el consignismo político, las familias, padres y madres aparecen como un protagonista visible que difunde su postura sobre la presencialidad en la educación y busca tener voz. No es necesariamente un actor nuevo: las cooperadoras de las escuelas públicas pueden cumplir a veces un motor fundamental en su organización y los colectivos de padres y madres surgidos en la Ciudad de Buenos Aires para difundir y eventualmente judicializar la falta de vacantes en escuelas públicas tienen alrededor de una década de actividad. Sin embargo, en los últimos meses aparecieron nuevos grupos de familias o voces individuales y las agrupaciones existentes enfocaron sus esfuerzos en el debate sobre la vuelta -o la no vuelta- a clases presenciales. 

Entre los nuevos, aparece Padres Organizados, que se inició como un grupo de menos de 10 madres y padres de hijos en edad escolar en la Ciudad de Buenos Aires, casi todos en escuelas privadas. Empezaron a dialogar en Twitter públicamente, DM va, DM viene, Florencia Gutman -una de las fundadoras- armó un grupo de Twitter que después pasó a WhatsApp. En esas plataformas virtuales criticaron la educación idem: era tiempo de avanzar con una carta pública que vio la luz el 16 de septiembre, en la que hablaban del daño psicológico de los niños, del bajo impacto que tenía la enfermedad en ellos y pedían con urgencia encontrar una alternativa “que articule las necesidades de los niños con las restricciones lógicas que impone una situación excepcional como la que estamos viviendo”.

El grupo inicial movió la carta para conseguir firmas de peso: Hilda Sábato, Adolfo Rubinstein -ex funcionario del gobierno de Macri-, Graciela Fernández Meijide. Hoy suma más de 10.000 firmas. Apenas salió, la ministra de educación porteña, Soledad Acuña, los contactó para reunirse -tuvieron más de una reunión con ella-; en Córdoba el grupo local pidió reunión con el ministro y, “gracias a la fuerza de las redes”, señala Marina Jasovich, de Padres Organizados Córdoba, aceptó juntarse. Esta semana, el grupo de CABA acordó finalmente un encuentro con Nicolás Trotta para hoy sábado, pero fue suspendido porque el ministro estaba aislado por contacto estrecho. Aún no le dieron fecha para la nueva reunión. 

A partir de la difusión de la carta, se acercaron otras familias localizadas en distintas partes del país -La Plata, Vicente López, Comodoro Rivadavia, entre muchos otros- y la iniciativa fue replicada en grupos satelitales que buscan la presencialidad escolar todos los días, todas las horas que correspondan. En la actualidad, el grupo de CABA sigue teniendo una gran participación de padres y madres de hijos en escuelas privadas y en otras provincias esta característica está más repartida. En provincia de Buenos Aires son más de 21.000 entre integrantes y seguidores -términos que a veces se funden en esta modalidad de activismo- y en Córdoba unos 5.000, entre las 15 localidades en donde hay grupos. La base de movilización del grupo es la comunicación: por medio de las redes difunden artículos con datos que surgen de artículos científicos convertidos en piezas de diseño, así como toda noticia que avale el pedido por la presencialidad. En conversación vía zoom con la “mesa federal”, seis miembros de la organización hablan con elDiarioAR: “El objetivo más contundente y más claro es la vuelta a la escuela para todos los chicos, todos los días. El 100% de presencialidad, siempre que hablemos de escuela segura, obviamente, con medidas mínimas en realidad de prevención para el contagio, en base a la evidencia científica. Nosotros lo que buscamos es un consenso federal donde se baje línea con protocolos claros y ciertos. Lo que vemos es que no hay ningún plan verdadero para el retorno a las aulas. Entonces el trasfondo, lo que pedimos en realidad, es que se ponga en eje a la educación como corresponde”, dice Julieta Siciliano, abogada de Comodoro Rivadavia. “La situación de CABA hoy es que hay un borrador de protocolo que se está discutiendo y hay una serie de variables que no dependen de CABA porque todavía hay lineamientos federales que condicionan lo que puede hacer cada jurisdicción”, agrega María José Navajas, una de las fundadoras e investigadora del Conicet. “En provincia de Buenos Aires el plan jurisdiccional que tenemos es de octubre del año pasado”, menciona Carla Rígoli, ama de casa y madre de una nena de jardín en La Plata: “aunque parezca poco tiempo en cuanto a investigación científica, experiencia internacional y datos recabados de lo que ha sucedido en cuanto a apertura de escuelas en el resto del mundo quedó vetusto y en la escuela nos responden que no tiene información”. En la última semana, el grupo avanzó en su tercera presentación de un amparo en Vicente López para que vuelvan las clases presenciales.

Si bien concentra algunas características novedosas, Padres Organizados no es la única organización de familias vigente en este debate. Familias por la Escuela Pública es un colectivo surgido en el año 2009 ante la preocupación que les generaba a un grupo de padres la baja en el presupuesto educativo durante la gestión de Mauricio Macri y a otras políticas educativas: “Nosotres partimos de que la participación de las familias y de las comunidades educativas es central porque la propia constitución de la Ciudad lo mandata. La política educativa no se puede hacer de espaldas a las comunidades educativas y creemos que el gobierno de la Ciudad incumple los principios republicanos”, dice Valeria Llobet, investigadora del Conicet en temas de derechos de las infancias.

El año pasado, este colectivo, formado por unas 20 personas como núcleo duro y un segundo cordón de unas 80 familias planteó, ya a partir de agosto, la necesidad de que se convoque a una mesa de diálogo social y educativo multiactoral: “No puede repetirse el 2020 educativo. La virtualidad no solo mostró limitaciones por el limitado acceso sino porque es una forma de reprivatización del acceso a la educación que aumenta las desigualdades. Hay que construir alguna forma de presencialidad. Tiene que ser responsable, consensual y participativa. Para eso el gobierno de la Ciudad tiene que responder a todas las preguntas que se le han hecho en relación al protocolo, a cómo va a gestionar la situación edilicia concreta de aquellos espacios que no están garantizados, aulas sin ventilación, escuelas sin suficiente personal de maestranza, provisión adecuada de materiales. Se tiene que discutir adecuadamente el tema del transporte. En este contexto no hay riesgo cero, el punto es no ser irresponsable con lo que se propone”, agrega Llobet, que es madre de dos hijos en primaria y en secundaria.

Si bien el grupo tiene también una base en muy activos grupos de WhatsApp y Facebook -con una comunidad de 5.000 miembros-, en 2020 tuvieron una particularidad que fue contracorriente: cada 15 días asistían presencialmente a tres comedores y dos merenderos, y llevaron más de 800 bolsones de comida a familias de zona sur de la Ciudad. Esa conversación regular los hizo ver distintas realidades de familias de sectores vulnerables a las que se les dificultaba especialmente poder acompañar a sus hijos en la educación en las casas: “En diálogo con esas familias nos surgió un reconocimiento de las otras realidades que creó la pandemia a nivel educativo”. 

Una representante de Familias por la escuela pública fue oradora en la conferencia de prensa que se hizo en la puerta del edificio de Jefatura de la Ciudad, bajo el título “Por un retorno seguro a clases”. En esa mesa convergieron grupos de cooperadoras, gremios docentes como Ademys y Ctera y representantes de centros de estudiantes. En el marco de seriedad en el que muchos de los oradores planteaban una oposición férrea a la presencialidad, resultaba una paradójica nota de color que una de las pecheras que portaba una asistente, claramente vinculada a una demanda pasada, pedía “No al cierre de las escuelas nocturnas”.

Entre los participantes de la movilización estaba Familias por un retorno seguro, una organización muy incipiente surgida en las últimas semanas de enero que busca posicionarse como familias que se oponen a las clases presenciales, circulan el hashtag #VirtualParaNoEnfermar y que envió una carta abierta a Nicolás Trotta: “Entendemos que, tal como está planteada la presencialidad, de manera obligatoria, imperativa e inconsulta, en menos de un mes pone en peligro la salud física y psíquica de las infancias, juventudes,  familias, docentes y de la comunidad en general”. “Cuando empezaron las declaraciones de Acuña y de Trotta y empezó a aparecer la idea de la presencialidad absoluta nos pusimos en alerta porque consideramos que no están dadas las condiciones para la vuelta”, dice Patricia Pines, madre de dos hijos de primaria y secundaria y docente de inicial y primaria, que además forma parte del grupo Vacantes para todos, activo desde 2012. Ella parece conforme con la educación que recibieron sus hijos en la virtualidad: “Obviamente, no te voy a decir que al principio para mi hijo mayor no fue todo un desafío porque había que aprender a manejar las herramientas. Abrir un word, bajar una foto, pero la verdad fueron incluso aprendizajes que considero valiosos, porque tal vez si hubiera ido a la escuela no los hubiera aprendido. Mi hijo menor tuvo clases todas las semanas, recibía materiales, cuadernillos”. 

 

Padre “macrista”, padre “kirchnerista”

Si las medidas para prevenir el Covid se imprimieron sobre la polarización política, la vuelta a las clases presenciales no podría quedar exenta de ese prisma por el que se procesa la coyuntura. Una profesional que trabaja en escuelas públicas de zona Sur de CABA y es a la vez madre de chicos en edad escolar menciona lo que repiten madres y padres: “Cuando en una reunión de padres yo quería plantear el horizonte de una posible vuelta a clases tenía que aclarar que no era macrista por querer mandar a mis hijos a la escuela. Como que estar en contra del gobierno de la Ciudad iba de la mano a no mandar a tus hijos a la escuela: no había que darle esa foto a Larreta”. Mientras que Horacio Rodríguez Larreta devino la cara de la vuelta a clases, la deuda en tecnología e infraestructura que acondicione las escuelas para el retorno, así como las precisiones sobre protocolos y transporte público están en suspenso en pos de un consignismo que cala profundo en familias que vivieron colapsos de todo tipo en 2020. A la vez, el pedido de “Abran las escuelas” que enarboló Mauricio Macri hincó directo en la polarización con los gremios como el enemigo de los padres: “Por estas razones es que quiero llamarlos a la acción”, dijo sin vueltas. “No dejemos que el debate sobre la educación continúe monopolizado por los líderes gremiales que durante los cuatro años de nuestro gobierno han dejado a los chicos sin clases por ”luchas“ que ahora parecieron abandonar. En este último tiempo se han convertido en portavoces de las excusas del gobierno y no han sido capaces de disimular que sus intereses políticos son los que guían sus acciones y están por encima de las necesidades de los docentes y del derecho a aprender de los chicos”, sentenció el ex presidente. 

“Lamento profundamente que se haya polarizado así la discusión”, dice Llobet, de Familias por la Escuela Pública. “Nosotros siempre entendemos la discusión sobre educación por una discusión política, pero este año se convirtió en una discusión partidaria en donde fueron a pescar actores que nunca mostraron interés o si mostraron lo mostraron en una dirección política con la que no coincidimos”. 

Si bien Padres Organizados es una agrupación no partidaria, no pudo evitar la etiqueta de filomacrista desde un comienzo, en parte, debido a algunos nombres que pueblan las firmas de su carta abierta. Incluso hay quienes adherían al contenido pero lo identificaban con la oposición al gobierno nacional y por eso no lo firmaron. En tanto, Juntos por el Cambio, llamó a una manifestación para el día martes con la consigna de la vuelta a clases. La mesa federal del grupo muestra una variedad de reflexiones ante esta partidización de la consigna por las clases presenciales. “Yo celebro que alguien se preocupe por la educación y esté en agenda. Quizás nosotros somos partícipes y protagonistas para que esté en agenda junto a otras organizaciones también, algunas partidarias, algunas no partidarias. Mientras nos ocupemos del tema educación y estemos hablando todos de lo mismo para mí está bueno y lo celebramos mientras logremos el objetivo. Después, el uso que cada uno le dé a la educación, bueno, la historia se los hará pagar”, dice Siciliano. “Vos no podés manejar eso, vos podés tener una actitud lo más seria, lo más responsable, lo más neutral posible -aunque sabemos que nadie es neutral-. Es un desafío para nosotros. Puede haber planteos maniqueos que se hacen desde los gobiernos pero no podemos manejar eso”, agrega Joaquín Gardel, de Vicente López. Ante la posibilidad de participar de la movilización del 9 de febrero, el grupo prefirió no hacerlo como tal: “Si bien entendemos que el reclamo es el mismo, si algo nos caracteriza es que no tenemos vínculos partidarios. Los rehenes de la partidización son nuestros hijos”, dice María José. 

Cuestión de clases

Hace unos días, la escritora Josefina Licitra describió en una serie de tuits lo deficiente que había sido la educación virtual de su hijo, estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires, durante la pandemia. Esos tuits se viralizaron y poblaron notas gráficas y radiales que indagaban en lo que había pasado en los colegios universitarios. La combinación del poder de propagación de las redes con el peso específico de algunos actores para proponer una agenda también juegan un rol en este escenario.

Para la investigadora Sandra Ziegler, directora de la maestría en Educación de FLACSO, el impulso de las familias en la discusión educativa tiene algunas novedades: “A medida que se ha prolongado el año pasado la no presencialidad escolar y, sobre todo al no contar con información sobre cuál iba a ser el plan a futuro, la presencia de esos grupos empezó a tomar más lugar en redes sociales y en los medios. Se constituyeron como colectivos de familias que peticionan por la apertura de la escuela y ejercen una voz y presión pública. Eso es claro que fue in crescendo”.

Pero para la investigadora, este fenómeno se cruza con otro: “En las últimas décadas venimos asistiendo a un fenómeno que es la salida de las clases medias o más acomodadas de la escuela pública a la privada y de concentración en las escuelas estatales de mayor prestigio. En esta migración hacia esas escuelas el supuesto ha sido ”refugiarse“ matriculando a sus hijos en escuelas más resguardadas de los avatares de la educación estatal; esta fue la alternativa frente a lo que se veía como un ”retroceso“ e inestabilidad en el funcionamiento de las escuelas estatales. En este momento las familias salen a peticionar cuando ven que incluso en estas escuelas más resguardadas se ve amenazada la educación. No es casual que sea en este momento, cuando esos grupos ven que está cercenada la educación de sus hijos, que empiezan a hacer oír su voz pública. Es claro que se trata de los sectores que tienen mayor capacidad para articular su demanda y de ejercer presión para exigir que se mantenga la regularidad del funcionamiento escolar”.

La investigadora se detiene en estos aspectos que hacen participar a personas que antes no habían participado: “Ojalá que cuando deje de afectar a todos quede una práctica ciudadana de preocupación y petición por cuestiones educativa”. 

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