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El juicio por la muerte de Maradona

Dalma: “Duele que apunten a nosotras como las responsables porque nos engañaron de la manera más cruel”

Dalma Maradona, en el juicio por la muerte de su padre.
15 de abril de 2025 19:53 h

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Dalma Maradona ya había discutido con Leopoldo Luque. Fue por las fotos que se publicaron en la tapa de los diarios, en redes sociales y portales de noticias. Su padre en camisolín, con una venda en la cabeza y Luque al lado, campera de cuero, sonriente. Los dos fundidos en un apretón de manos. La hija mayor de Maradona le reprochó al neurocirujano que había roto el acuerdo: no iban a exponer a su padre. Luque se limitó a explicarle que “se lo habían pedido” para dar cuenta de que su “papá estaba bien”. ¿Quién se lo había pedido? ¿Por qué no consultaron a la familia? El cerco alrededor a Diego Maradona había empezado hace tiempo.

En 2014, quizás, cuando Matías Morla y Víctor Stinfale llegaron juntos a la casa de Gianinna. Le habían pedido una reunión a las hijas de Maradona y a Claudia Villafañe, y las mujeres aceptaron. El encuentro fue breve, muy breve. Dalma Maradona contó al Tribunal que “Morla y Stinfale nos dicen en esa reunión que a ellos les gustaría que hablemos con papá para que trabaje con ellos. Que por ese 'puente' nos darían un porcentaje. Nos dio tanta vergüenza que los invitamos a retirarse. Y a partir de ahí pasó lo peor que podía pasar”.

Pasó, según el relato de Dalma, que durante la estadía en la casa de Benavídez su padre le reclamara al teléfono que fuera a visitarlo, que le llevara a la nieta, que quería verlas, que por qué no iba. Entonces Dalma subía a su bebé al auto y conducía de Capital a Tigre. El primer problema aparecía en la garita de Seguridad del barrio San Andrés, donde se rehabilitaba su padre. “Desde la puerta empiezo a llamar a la casa y nadie me atendía. Nadie atendía el telefono de mi papá. Dejé escrito en el chat en el que también estaban (Leopoldo) Luque y Agustina (Cosachov) que no podía ser que quedara adentro de un auto con mi hija porque no me autorizaban el ingreso”, dijo Dalma. Esa vez se tuvo que volver.

También pasó que el 12 de noviembre, trece días antes de la muerte, Dalma habló otra vez con su padre y acordó ir a verlo. La hija había insitido para que se diera ese encuentro, dijo a los jueces. “Lo llamé a Maxi Pomargo (N. de la R.: asistente de Maradona, esposo de Vanesa Morla, es decir, cuñado de Matías Morla) para que me dejaran entrar al barrio. Maxi me dijo que mi papá estaba durmiendo. Eran las cuatro de la tarde. Le pedí que me avisara cuando se levantase. Me quedé esperando en la casa de mi hermana, que vive más o menos cerca”, relató Dalma. Nunca le devolvieron el llamado. Dalma volvió a su casa.

Y pasó, de acuerdo a su declaración, que en el cumpleaños de Maradona, el de 2018, se dio cuenta de que el teléfono de su padre estaba en modo avión. En modo avión el celular no tiene conexión a Internet con lo cual no es posible que el dueño del número -en esta caso Maradona- pueda recibir, por ejemplo, un mensaje de texto o un audio o un video por WhatsApp. “No se quién se lo hacía”, dijo Dalma en relación a la configuración del teléfono. Gran parte del interrogatorio a la hija mayor del exfutbolista de parte de la Fiscalía tuvo que ver con cuán aislado estaba Diego de su familia biológica durante los catorce días de internación domiciliaria en San Andrés.

“Nunca me pasó no poder ver a mi papá”, insistió Dalma y siguió: “Ya no lo reconocía, había dejado de sonreír. Si estábamos en una videollamada a veces no sabía quién estaba del otro lado. Desvariaba. Lo planteamos a Luque, Cosachov y (Carlos) Díaz. Ellos decían que era normal. A nosotras se nos cortó todo topo de contacto”. Dalma se tomaba fotos en la puerta del country. Si su papá le reclamaba porqué no había ido, ella le enviaba la foto para que sepa que sí había estado ahí. Entre el 11 de noviembre y el 25, día de la muerte, el único contacto entre padre e hija fue por videollamada. “Tengo órdenes de no dejarte entrar”, le decía Pomargo al teléfono. “La orden” la bajaba Morla.

Sobre la internación: “Nos engañaron de la manera mas cruel”

Hubo una reunión el 10 de noviembre en la Cínica de Olivos. Dalma participó, como Gianinna y Jana; las tías, Stinfale, un representante de Swiss Medical y el representante del equipo médico que lo había atendido en Olivos durante la cirugía por el hematoma subdural. Y por supuesto, el neurocirujano Luque, la psiquiatra Cosachov y el psicólogo Díaz.

Dalma, frente a los jueces, volverá a esa tarde y dirá: “Luque planteó tres opciones. Una era internarlo en una clínica por voluntad propia. La otra era una internación compulsiva. Y ultima, una internación domiciliaria”. De acuerdo a la hija mayor de Diego, Luque insistió con la domiciliaria. Ella quiso saber por qué. Luque respodió que por voluntad propia Maradona no iba a querer y que estaba lúcido para ir por una compulsiva. “Muchas veces se referían como 'loquero' a la internación en una clínica. A ellos no les convenía porque a mi papá se lo podía caer un trabajo o un contrato”, explicó Dalma. ¿Y la domiciliaria, qué tenía a favor? “Que iba a ser igual a la atención que mi papá había tenido en la Clínica de Olivos. Con aparatologia, ambulancia, médicos 24 hs... A nosotros nos prometieron una internación domiciliaria que nunca sucedió”, detalló al Tribunal.

Así cómo Luque estaba apurado para operar a Maradona del hematoma subdural, algo que en Ipensa desaconsejaban, también estaban urgidos para dar con la casa en la que el ex futbolista se rehabilitaría de la operación y del consumo problemático de alcohol. Según Dalma, Gianinna ofreció en el chat tres viviendas. “Le mandó los links a (Maxi) Pomargo para que se los pase a Vanesa Morla, que era la que iba a pagar la casa. A mi hermana le dijeron que era 'mucho'. Gianinna respondió que papá tenía que pasarla como un rey y que, además, la casa la pagaba él”, explicó Dalma. La casa de Benavídez la consiguió Vanesa Morla a través de una broker. Pero el contrato de alquiler lo firmó Jana Maradona. “Ni mi hermana ni yo hubiéramos firmado por esa casa en la que mi papá no podía moverse -aclaró Dalma-, por eso entendemos que Vanesa se lo pidió a Jana”.

Sobre los enfermeros, Dalma dijo que les habían asegurado profesionales divididos en turnos. Era parte del acuerdo, un monitoreo 24 por 7. Pero no tenían manejo de los registros. Sobre los acompañantes terapeúticos, aseguró que “los echaron”. “Agustina o Leopoldo, no recuerdo, nos dijeron que eran muy cargosos con mi papá y que preferían que se vayan. Uno de los acompañantes terapéuticos se comunicó conmigo por fuera y me dijo que a veces es así, que el paciente rechaza la asistencia, pero que es parte de su trabajo insistir”. A Nancy Forlini, representante de Swiss Medical -que proveía los servicios y productos de la internación domiciliaria, y que está imputada por la muerte de Maradona- la sacaron del chat en el que estaban las hijas sólo por haberles avisado que Diego había vomitado, si requerían que fuera una ambulancia. Cosachov decidió que sacar a Forlini del grupo facilitaba la comunicación con las hijas.

“Nos convencieron de que la internación domiciliaria era la mejor opción. Nos duele que apunten a nosotras como las responsables porque nos engañaron de la manera más cruel”, dijo Dalma a los jueces. El mediodía del 25 de noviembre de 2020, Maradona yacía en la cama de su habitación. Dalma llegó a la casa de Benavídez con su madre. Entró en el dormitorio, vio el cuerpo de su padre tapado con una sábana blanca. Se arrojó sobre él, creía que todavía podía despertarse.

VDM/JJD

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