Lactancia trans, cuando los padres amamantan
“Emocionado por la oportunidad de aprender a amamantar y terriblemente nervioso en una habitación llena de extraños; era un chico en un grupo de ayuda entre pares solo para mujeres”.
Bajo el título “Cómo aprendí a ser un papá que amamanta”, así comienza el testimonio de Trevor Mac Donald, de Winnipeg, Canadá, una persona trans que con su pareja Ian tuvo dos hijos a los que les dio la teta por largo tiempo. La experiencia de Trevor no fue sencilla. Está narrada en su blog MilkJunkies y en el libro Where´s The Mother (¿Dónde está la madre?) facilitada por su deseo de amamantar a sus bebés con su propia leche y por el apoyo que recibió de Liga de la Leche internacional, organización de la que se convirtió en líder y que también existe en la Argentina.
Trevor pudo quedar embarazado porque es transgénero. Nació mujer y pasó a ser hombre: tomó hormonas y se hizo una cirugía de reducción mamaria. Sin embargo, cuando decidió formar una familia suspendió la toma de testosterona y en abril de 2012, a los 31 años, nació Jacob, su primer hijo. La posibilidad de dar la teta se repitió tiempo después con su segundo bebé y, como la primera vez, fue muy feliz.
Con la cara roja brillante y con las manos transpiradas, en su primera visita a la Liga Trevor vio a muchas de sus pares mujeres asintiendo con la cabeza y sonriéndole. Su embarazo estaba bastante avanzado, así que ellas supieron que era real. Durante la reunión, muchas se preguntaron y opinaron sobre los diversos desafíos que le esperaban. Trevor, casi todo el tiempo, estuvo en silencio. Al final, varias se le acercaron deseándole que le fuera bien. Estaba extasiado con su respuesta: lo habían recibido como hombre, con los brazos abiertos. Así comenzó “un increíble sistema de apoyo que me ayudó a amamantar a mi bebé” durante su primer año de vida.
Al comienzo pensó que tendría que alimentarlo con leche de fórmula. ¿Cómo podría amamantar sin senos?“, Luego comenzó a leer, supo que podría producir una pequeña cantidad a pesar de la cirugía y que incluso gotas de leche materna beneficiarían a Jacob. ”Me comprometí y me apasioné por la lactancia materna“, dice.
Después de un parto natural, “pudimos escuchar a nuestro hijo disfrutar de sus primeros tragos de calostro, el rico alimento lleno de anticuerpos protectores que se produce en los primeros días después del nacimiento. Llamamos a mi mejor amiga y líder de Liga de La Leche, Simone, para que viniera de inmediato. Cuando me vio tratando de sujetar a Jacob, esta vez sin la ayuda de mi partera, ella pensó: ”Esto es imposible. Simplemente no hay suficiente tejido para que el bebé se prenda. Y Trevor quedará devastado cuando no funcione. Simone sugirió diferentes formas para que intentara sostener el escaso tejido del pecho y que Jacob pudiera agarrarlo“.
Trevor persistió y Jacob se fortaleció a medida que se hizo más competente en la succión, aprendieron juntos. Sin embargo, el bebé no aumentaba el peso esperable y comenzaron a complementarlo. Amigos, y amigos de amigos, donaron su leche. El bebé obtiene tanto la leche que pueden producir los senos como el suplemento y se evita la “confusión del pezón” que puede ocasionar la alimentación con mamadera. Mantener al bebé en el pecho también ayuda a estimular el propio cuerpo de las personas gestantes para que produzca más leche; después de todo, la lactancia depende de la retroalimentación del sistema.
Desde hace 14 años, en la Argentina las personas trans tienen -al menos, desde la normativa- acceso a la atención sanitaria integral por la Ley 26.743, conocida como de derecho a la identidad de género, esto significa que cuentan con la cobertura de todos los tratamientos del Plan Médico Obligatorio.
Edith Lazzari, consejera en lactancia y acompañante de las personas en el momento de parir (doula), se formó hace veintiocho años en la edición argentina de la Liga de la leche, cuando era su referente el médico Carlos Béccar Varela, autor del libro El arte de amamantar a su hijo. Eran tiempos en que primaba un pensamiento muy conservador y patriarcal, “inimaginable entonces que personas trans pudieran maternar, como sucede hoy. Vivo en Mar del Plata y todavía no tuve la oportunidad de colaborar con alguien trans en el amamantamiento, pero sería un broche de oro para mi carrera”, dice esta mujer con gran experiencia en armar tribus entre parturientas y puérperas, ofreciéndoles saberes específicos, contención y afectividad. “Ya me está llamando la tercera generación, es emocionante. Y justamente dar la teta al bebé garantiza una mejor salud física y emocional para ambas partes”, asegura Lazzari.
Luz Amaranta Avendaño es bióloga, investigadora del CONICET y voluntaria de Liga de la leche. Cuenta que, desde hace un tiempo, la organización incluyó una perspectiva inclusiva de la que antes carecía. Es oportuno recordar como la fundación de la entidad prolactancia humana en los Estados Unidos se dio en un contexto pleno de prejuicios. Era 1956 y una buena parte de la sociedad veía con horror el amamantamiento, por lo que las pioneras tuvieron que disimular el propósito de la institución dándole un nombre mixto: La Leche League International (LLLI), que aún se mantiene. No usaron milk, en inglés, sino leche, en castellano. Pero aquí, allá y en todas partes, los detractores de dar la teta persisten. En nuestro país, por ejemplo, hace sólo dos años, “invitaron” a una mujer a retirarse del shopping Galerías Pacífico por alimentar en público a su bebé. “La teta que no vende, la teta que incomoda”, fue la frase que se viralizó en repudio al acto de discriminación. Dos años antes hubo un tetazo en el Obelisco porteño y otros lugares del país por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, un reclamo originado por la censura a tres de ellas que hacían topless en Necochea. ¿Qué pasaría si personas trans comenzaran a hacer pública esa forma del amor a los hijos que es darles la teta?
Por el momento, en la Argentina no han acudido a Liga a buscar asesoramiento, aunque sus voluntarias están preparadas para darlo y es probable que algunes xadres trans estén dando la teta. “En nuestras reuniones todas las personas son bienvenidas, hemos tenido parejas de dos mamás y no preguntamos a quien desea amamantar cómo se ve a sí mismx ni llevamos estadísticas de género”, cuenta Avendaño.
“Mucha gente nos asocia con el Opus Dei”, dice la psicóloga Monica Tesone, otra referente de la Liga y es probable, arriesga, que esa asociación provenga del logotipo de Liga, una imagen de la virgen de la buena leche que se asemeja a una estampita.
“Un hombre cis también podría amamantar si sigue el mismo proceso de una mujer trans. Se trata de inducir la lactancia ayudando a construir los conductos y el tejido glandular. Esto es posible con medicación y apoyo. Lo importante en todos los casos es la relación que se crea con el bebé. Ya no hablamos más de lactancia materna sino humana. Desde nuestra función se trata de acompañar con un entorno afectivo ese vínculo alimenticio pleno, colaborar para disminuir el estrés y el sufrimiento que proviene de una mirada social condenatoria. La lactancia es un acto de amor y trasciende cuestiones de género”, finaliza.
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