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Cambio climático, una variable determinante en la economía global

Referentes de Jóvenes por el Clima Argentina
Javier Milei, durante un acto de 2021. Como entonces, sigue pensando que el cambio climático es falso.

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Cada vez que Javier Milei se refiere al cambio climático es para negar su existencia y relativizar sus implicancias. Allá por el 2021, el candidato libertario afirmó en una entrevista que “El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo” y que “hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar”. Dos años después, y a menos de dos meses de las elecciones generales que lo podrían depositar en el sillón de Rivadavia para comandar los destinos del país, la postura de Milei no ha cambiado

En el Debate Presidencial de la noche de ayer, el candidato libertario afirmó que no va a adherir a la Agenda 2030 ni al Acuerdo de París por representar la decadencia y el marxismo cultural. Raro, cuanto menos, tratándose de agendas que llevan adelante los principales países desarrollados del mundo, a los que Milei dice quiere parecerse.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (por sus siglas “IPCC”), que es la máxima autoridad científica en la materia, y cuyos integrantes provienen de 195 países distintos, pasando por China y Estados Unidos, extremadamente heterogéneos desde el punto de vista ideológico, político y tecnológico, viene sosteniendo hace años que el cambio climático es una realidad.

En sus informes, donde relevan más de 14 mil papers científicos revisados, afirman categóricamente que la influencia humana es la causa dominante del cambio climático, que ya está desencadenando fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo. El primero de estos informes data de 1990, donde ya se indicaba que la temperatura iba en aumento. De manera que las aseveraciones de Milei en torno a que se discutía si el planeta se iba a congelar son manifiestamente falsas.

Ahora bien, cabe preguntarse si los argentinos (muchos de los cuales optaron el candidato de la Libertad Avanza en las últimas elecciones) adhieren a esta postura, que por la contundencia de la evidencia científica es asimilable a una postura terraplanista. 

De acuerdo a los datos arrojados por una encuesta de la consultora Marketing y Estadística SRL realizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en el último trimestre del 2022, al 86% de los encuestados le preocupa en alguna medida el cambio climático. 

Así las cosas, parece que los votantes de Milei no lo votan por su postura respecto al cambio climático, sino a pesar de ella.

El motivo de que el cambio climático no sea un factor de peso a la hora de votar, es probablemente el mismo que hace que la agenda ambiental haya sido postergada por mucho tiempo: se la concibe como una agenda secundaria con respecto a los problemas más acuciantes que enfrentamos en Argentina, como los índices de pobreza, la inflación y la inestabilidad macroeconómica. 

Sin embargo, transformar esta realidad socioeconómica exige sí o sí abordar con seriedad las políticas de cambio climático.

El cambio climático se volvió una variable determinante en la economía global. Los países más desarrollados implementan cada vez más restricciones siguiendo parámetros ambientales. Sin ir más lejos, recientemente la Unión Europea decidió prohibir importaciones de productos alimenticios e industriales provenientes de tierras deforestadas o cuya huella de carbono resulte excesiva.

Más allá de cualquier juicio de valor sobre estas sanciones, para un país con una canasta exportadora primarizada como Argentina que tiene en la Unión Europea uno de sus principales mercados, pensar en cómo nos vamos a adaptar a esta nueva realidad es fundamental si queremos salir de la crisis.

Asimismo el cambio climático también trae aparejada una oleada de desarrollo de nuevas tecnologías de la que, si nos quedamos afuera, profundizará nuestra dependencia de los países centrales. Y más aún si se boicotea la ciencia y técnica nacional, fundamental en este proceso.

En este sentido resultará central el enfoque que se le de a la producción de Litio, que se erige como un recurso estratégico en el marco de la crisis climática. Entre Argentina, Chile y Bolivia concentran el 58% de las reservas mundiales de litio, y poder desarrollar la cadena de valor depende de las decisiones que se tomen los próximos años. 

Hoy en día no tenemos autosuficiencia energética, y nos vemos obligados a importar energía, lo que redunda en un déficit comercial energético que presiona nuestras cuentas y condiciona la balanza de pagos del sector externo.

La Argentina tiene además un enorme potencial para energías bajas en emisiones con una capacidad de vientos y radiación para producir energía eólica y solar que se encuentra entre las mejores del mundo. Y a ello debemos agregar una gran capacidad para la generación de energía biomásica, hidráulica y nuclear. 

En un contexto de guerra, no estamos en condiciones de rechazar energías que nos permitan reducir las emisiones, y que nos aseguren soberanía energética por un capricho ideológico.

Aunque Milei sostenga que la agenda ambiental es anticapitalista y antidesarrollo, las empresas no parecen estar de acuerdo. Según la Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), a principios de 2020 el valor de inversiones sostenibles en los principales mercados financieros mundiales fue de 35,3 billones de dólares, lo que representa el 36% de todos los activos administrados profesionalmente en Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia y Europa. Esto representa un aumento del 15% en sólo 2 años. 

Ese crecimiento también se vio reflejado en América Latina y Caribe, con la emisión de US$ 48.6 mil millones en el primer semestre de 2021 vs. US$16.3 mil millones en 2020.

Genneia, la compañía argentina centrada en la producción de energías renovables que en 2022 fue responsable por el 20% de la energía eólica y solar de todo el país, dio a conocer los resultados financieros del primer trimestre de 2023, en los cuales se expone su sólido crecimiento. Concretamente, la empresa registró ingresos por ventas netas de $13.818 millones, lo que representa una mejora interanual del 88%.

Entonces, ¿las empresas que motorizan la agenda ambiental son comunistas? ¿O, por el contrario, entendieron que abordar la problemática es fundamental en un país que perdió 3 puntos de su PBI este año producto de la sequía?

Y no se trata sólo de lo estrictamente economico. Uno de los peligros más grandes de que quien gobierne el país niegue el cambio climático y sus efectos en la salud y la calidad de vida de los argentinos, es que este no hará nada al respecto para protegernos de sus consecuencias. Las olas de calor, las inundaciones, los incendios y las sequías entre otros fenómenos climáticos extremos se están volviendo cada vez más intensos y frecuentes, profundizando tanto la crisis económica como la crisis social.

Un estudio realizado por World Weather Attribution (WWA) determinó que el cambio climático hizo que la ola de calor que tuvo lugar en Argentina a principios de diciembre del año pasado fuera 60 veces más probable, y 1.4 °C más caliente.

La gravedad del cambio climático es tal que las muertes por calor en Sudamérica se dispararon un 160% en los últimos 20 años. Y en Argentina, un 85.2%. No hacer nada no es una opción.

Es por eso que la necesidad de hacer frente a la crisis climática debe ser entendida no sólo como un mandato histórico de supervivencia, sino por sobre todas las cosas como una oportunidad para abordar estructuralmente los problemas sociales y económicos que tenemos.

Abordar la problemática ambiental de manera integral nos permitirá desarrollar nuestras capacidades productivas, crear trabajo, agregar valor y, por sobre todas las cosas, mejorar las condiciones de vida de todos los argentinos.

Por el contrario, ignorar el cambio climático no traerá más que miseria y desigualdad a nuestro país.

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