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La crisis climática empuja a la selva amazónica a un punto de no retorno que la convertirá en sabana

Bombero durante un incendio en la selva amazónica.

Raúl Rejón

elDiario.es —

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El 75% de la selva amazónica muestra un incremento en su deterioro desde el año 2000 “compatible con la aproximación a una transición crítica” en la que “la deforestación y el cambio climático pueden haber empujado a la Amazonía hacia un umbral de extinción del bosque”, según una investigación de la Universidad de Exeter publicada en Nature.

La sospecha de que el bosque tropical sudamericano se acerca a un punto de no retorno no es nueva, pero el trabajo de estos investigadores británicos se ha basado en observaciones reales por satélite: “Tres cuartas partes del bosque han perdido resiliencia”, es decir, la capacidad de adaptarse a situaciones adversas concluyen. Este ecosistema padece “temporadas secas más largas y mayor frecuencia de las sequías” además de la acción humana directa.

“Tres cuartas partes del bosque han perdido resiliencia”, es decir, la capacidad de adaptarse a situaciones adversas concluye el estudio basado en la observación de imágenes satelitales.

Este tipo de deterioro es el camino para convertirse en sabana. Es decir, pasar de un ecosistema de bosque tropical a otro con árboles más pequeños, más arbustos y una densidad mucho menor. Su dosel arbóreo, en contraste con el de una selva, presenta poca cobertura.

Aunque la imagen más habitual de sabana se relaciona con África, este biotopo también se da, sin ir más lejos, en Brasil. La zona de El Cerrado, al sur del bosque tropical, es la sabana más grande del mundo. Y está acelerando su deforestación a base de incendios para convertirse en fincas de cultivo industrial de soja.

“Aportamos evidencias del riesgo de extinción del bosque que tendría unas profundas implicaciones en la biodiversidad, el almacenamiento de carbono y el cambio climático a escala global”, concluye este equipo.

A lo que se refiere el trabajo es que, la Amazonía, en su estado de bosque, es una especie de esponja de CO2. Absorbe emisiones de gas de efecto invernadero, pero, si los árboles desparecen, ese flujo puede revertirse. De hecho, además de irse reduciendo esa absorción durante las últimas décadas, “durante las dos grandes sequías de 2005 y 2010, la Amazonía fue emisor neto de carbono”. Esto significa que lanzó más CO2 del que pudo retener “debido a la mortandad de árboles” que padeció.

Cambios irreversibles antes de dar síntomas

Aunque los investigadores advierten de que no puede preverse un momento exacto en el cual esta transición sería ya irreversible, sí afirman que los modelos de cálculo “muestran que grandes partes de la Amazonía pueden estar comprometidas por la extinción forestal antes de mostrar grandes cambios en su estado”. Cuando se detectara, sería tarde.

La deforestación, los grandes incendios forestales, el cambio climático y el uso del terreno para actividades humanas están interconectados. La crisis climática favorece las condiciones para la propagación de incendios que, a su vez, liberan gran cantidad de CO2 que exacerba, otra vez, la alteración de clima global. La utilización de grandes espacios abiertos en el bosque tropical amazónico para la agricultura y ganadería industriales añade más pérdida de selva.

“En resumen”, dice esta investigación “hemos revelado pruebas empíricas de que el bosque de la Amazonía ha perdido resiliencia desde 2000 y, además, aportamos evidencia de que las condiciones más secas -que han provocado tres sequías severas- combinadas con un incremento pronunciado de la acción humana sobre el terreno, probablemente, han jugado un papel crucial en esa pérdida”. Reducir la deforestación causada por los humanos, no solo protegerá las áreas directamente afectadas sino que “beneficiará a muchas otras partes de la Amazonía”.   

RR

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