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Un niño de 11 años, una pareja a punto de casarse y un total de 25 muertos: a 30 años de la “tragedia de los bomberitos”

El entierro de los 25 bomberos de Puerto Madryn. Sus féretros fueron trasladados en el chasis de un camión.

María Alicia Alvado

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Estaban dadas todas las condiciones para el desastre: hacía mucho calor, el viento soplaba fuerte y cambiaba bruscamente de dirección, había niños en short y ojotas, falta de controles, equipamiento y capacitación. Y el desastre sobrevino nomás, arrebatándole a la comunidad chubutense de Puerto Madryn la vida de 25 jóvenes promesas, 11 de ellas menores de 18 años.

Lo ocurrido ese fatídico 21 de enero de 1994 –de lo que hoy se cumplen 30 años– se conoce desde entonces como “tragedia de los bomberitos” y sigue siendo la mayor pérdida de vidas en una sola emergencia para este tipo de fuerza, no sólo a nivel nacional o regional, sino a nivel mundial.

Tres décadas después, la institución de bomberos voluntarios es otra, habiendo resultado este episodio fundamental para su profesionalización; pero para las familias el dolor se mantiene intacto alimentado por la percepción compartida de que “no hubo justicia”.

La más joven de las víctimas, Marcelo Miranda, tenía solo 11 años y los más grandes no superaban los 23. Entre los fallecidos había una pareja que iba a casarse el mes siguiente y dos hermanos de 13 y 23 años, el mayor de los cuales iba a ser padre por primera vez.

La más joven de las víctimas tenía solo 11 años y los más grandes no superaban los 23. Entre los fallecidos había una pareja que iba a casarse el mes siguiente y dos hermanos de 13 y 23 años, el mayor de los cuales iba a ser padre por primera vez.

Todos habían llegado al siniestro vistiendo mamelucos de tela, cascos de fibra de vidrio y botas de goma, portando sólo palas para “sofocar” el fuego arrojándole tierra.

“Cuando sonó la sirena, ellos estaban a la vuelta del cuartel pintando el departamento donde pensaban irse a vivir después de casarse, el 5 de febrero. Apenas escucharon dejaron los pinceles, la casa abierta y salieron”, cuenta al elDiario.AR Nicolina Ivanoff, sobre su hija Alicia Giudice y su yerno Cristian Meriño, ambos fallecidos ese día.

Ese 21 de enero hacía mucho calor en Madryn y el viento, traicionero, repentinamente aumentaba su velocidad o cambiaba de dirección, o ambas cosas.

Así ocurrió varias veces afectando la extensión y virulencia del frente de incendio que se desarrollaba en un campo ubicado 12 kilómetros al oeste de la ciudad, en las proximidades de la ruta nacional 3 donde “no había nada, ni una oveja había, así que fueron a hacer no sé y por orden de quién, a un campo que era todo yuyos”, se lamenta Nicolina.

La preocupación fue en aumento conforme el incendio se prolongaba, el humo oscurecía completamente el cielo cuando todavía restaban horas de luz y los chicos no volvían.

“Se hicieron las 2 de la mañana, los chicos no llegaban y en el cuartel decían que estaban detrás de una loma, que estaban bien, cuando ellos ya sabían que los chicos seguían desaparecidos. Nosotros esperábamos y esperábamos. Incluso nos decían ‘vayan a traer agua y frutas para llevarles’, pero los chicos ya estaban muertos.”, recordó con pesar Nicolina.Ivanoff, sobre su hija Alicia Giudice y

Nos decían ‘vayan a traer agua y frutas para llevarles’, pero los chicos ya estaban muertos

Nicolina.Ivanoff Mamá de Alicia, una de las víctimas

Esa noche nadie durmió en Madryn y al día siguiente, desde temprano comenzó a ganar fuerza el rumor de que los chicos seguían perdidos. No había nada oficial pero se hablaba de más víctimas y los 9 se fueron transformando luego en 12, en 15, hasta que finalmente se confirmó que fueron 25.

“Yo estuve 8 ó 9 meses sin salir de mi casa, sin saber más quién era yo, porque imagínate lo que es estar preparando un casamiento, de repente se te muera la novia y te quedes con el vestido en la mano. Hasta el día de hoy sigo esperando que vuelva, aunque sé que no va a llegar nunca más”, cuenta Nicolina.

De su hija Alicia cuenta que se hizo scout “de chiquita” y que habiendo llegado “al escalafón más alto del scoutismo, con sólo 17 años” decidió que su vocación de servicio se vería mejor realizada como bombera voluntaria.

“Siempre me decía: ‘el día que el cuartel incorpore mujeres, yo voy a ser bombera’ y por eso ella fue la primera que se anotó cuando abrieron la inscripción para nosotras, fue ella”, agregó Ivanoff.

Ofelia “Quita” Salinas, madre de Juan Enrique Moccio fallecido a sus 15 años, recuerda que ese día su hijo “había venido de la playa y se estaba bañando cuando escuchó la sirena”.

“Se terminó de bañar rápido, se fue y no lo vi más. Recuerdo que le dije ‘tené cuidado, fijate’. ‘Sí, sí, mamá’, me dijo, pero no vino más”, contó

De Juan cuenta que “tenía locura por ser bombero” y “amaba su cuartel” al que iba desde los 12 años, al punto que “no se llevó ninguna materia porque si tenía malas notas no lo dejaban entrar”.

“Para nosotros es muy difícil, decí que tengo otro hijo, que tengo nietos, y más o menos lo voy llevando. De hecho se han ido varios padres, por ejemplo mi esposo, a raíz de eso, se enfermó del corazón, y ya hace 12 años que falleció” contó Quita que al día de hoy no va al cuartel ni pasa por la plaza del monumento “porque me hace mal”.

Miriam Battistessa, quien perdió a sus dos cuñados Juan Carlos y Cristian Zárate de 23 y 13 años respectivamente, aseguró que “la ciudad de Madryn se le murieron 25 hijos, por eso la sociedad debería estar toda” participando hoy de los homenajes.

“Eran chicos abanderados de escuela, no eran pibes de la calle o abandonados como en un momento cierto periodismo querían hacer creer. Ellos iban a dormir al cuartel no porque no tuvieran un lugar con su familia, sino porque lo amaban. Les debemos mucho a esos chicos”, agregó.

Del relato de Miriam se desprende que la tragedia se desató con particular saña sobre su familia, dado que a Juan Carlos le faltaban dos meses para convertirse en padre por primera vez y su suegra, la mamá de los dos hermanos Zárate, ya había tenido que enfrentar una viudez prematura, porque su esposo había muerto cuando Cristian, el menor de cuatro, “era un bebé de apenas meses”.

“Hoy Juanqui, como le decimos nosotros cariñosamente a mi sobrino, es un niño que no conoció a su papá pero vive del recuerdo, de lo que cada uno le vamos contando de él, que era un ser especial, un tipo re bondadoso y comprometido con el servicio”

Miriam, quien también fue bombera voluntaria igual que su esposo Daniel Zárate, recuerda lo duro que fue para la asociación de bomberos voluntarios de Puerto Madryn fundada unos 10 años antes, perder “25 de los 45 chicos” que la integraban, “de un plumazo”

“Durante tres meses se iban rotando bomberos de todo el país que venían a cubrir los lugares (vacantes). Venían dotaciones de 10 a 15 chicos de Tigre de San Fernando, de San Isidro,  a colaborar con la gente de Madryn. Obviamente la parte emocional costó muchísimo”, dijo.

Veinte féretros sobre un chasis

Las fotos de la tragedia que darían la vuelta al mundo y que todavía hoy son referencia obligada para rememorar el hecho, las hizo José Luis Lazarte, reportero gráfico del diario Trelew a quien, una vez conocido el desenlace, le fue encargado también documentar el velatorio colectivo en el gimnasio municipal, el cortejo fúnebre encabezado por un camión que transportó 20 féretros alineados sobre su chasis y el sepelio.

“Creo que nunca más veré algo similar al velatorio de los 23 chicos en el gimnasio municipal. Yo estaba acostumbrado a hacer ahí fotos de básquet, de gimnasia artística y de golpe ver todos esos ataúdes con todo Madryn rodeándolos y sumido en llanto, es una imagen que no me puedo borrar”, contó a Télam.

“No podíamos creer lo que había pasado, fue sin duda el día más triste de la ciudad”, agregó en diálogo con esa agencia.

Por su parte, el actual presidente de la Asociación de Bomberos de Puerto Madryn, Gastón Alcucero, explicó a elDiarioAR que “hubo una concomitancia de factores que se dieron para que ocurriera la tragedia” que “no fue un hecho fortuito”.

Entre ellos mencionó la “ausencia del Estado” controlando y jerarquizando la actividad cuyo marco normativo ya prohibía el reclutamiento de menores de edad, pero también “la desidia de los directivos y de la institución, porque si la ley dice que los bomberos tienen que tener por lo menos 18 años, no podían tener menores de esa edad”

No obstante, este desapego a los reglamentos “era una cuestión común” en esa época y “le podría haber pasado cualquier cuerpo de bomberos del país”

“Lamentablemente nos pasó a nosotros, pero produjo un cambio de paradigma, porque a partir de ahí se dieron cuenta que no era joda ser dirigente bomberil, que cabía sobre nuestras cabezas una responsabilidad mayor y se comenzaron a hacer las cosas bien”, agregó.

El 30 aniversario de la “tragedia de los bomberitos” convocará en Madryn a diferentes actividades conmemorativas, el próximo domingo, en diferentes puntos de la Ciudad.

Todo comenzará a las 8:30 en la plaza San Martín, donde se hará un acto junto a la escultura del bombero alado, del que participará el gobernador de la provincia, Ignacio Torres.

Posteriormente, a partir de las 11, tendrá lugar la reinauguración del monumento “Gloria a las víctimas del viento y del fuego” en su nuevo emplazamiento de la rotonda central del barrio Mapu Ngefu, un sector de la ciudad caracterizado porque cada una de sus calles lleva el nombre de uno de los bomberos fallecidos en 1994. El monumento es el mismo que había sido emplazado en 1995 en el Mercado Central de Buenos Aires y que, por una gestión de las familias, finalmente se trasladó en comodato a Madryn.

Por último, a las 12 se celebrará un responso en el panteón de la Asociación del Bomberos de Puerto Madryn.

“Hemos trabajado a lo largo de los años para mantener esa memoria activa porque no tenemos margen de volvernos a equivocar ya que sería muy burdo que nos ocurriera algo teniendo en cuenta que se fueron 25 personas de un plumazo”, dijo.

Todos los familiares consultados coinciden en afirmar tajantemente que “todavía no sabemos qué pasó”, y que hoy como ayer “no hubo justicia”.

“Sabemos que hay culpables y responsables en la muerte de los chicos, pero a 30 años todavía no tenemos ninguna respuesta de la justicia (penal). Cuando ocurrió hacía como 5 o 6 años que no pasaba ningún inspector de defensa civil de la provincia a supervisar qué se hacía y no se hacía en el cuartel”, dijo Nicolina.

“¿Cómo es que sonaba la sirena y subía cualquier cadete (al móvil)? ¿Cómo es que sabiendo que los chicos no podían subir,  los llevaban igual? Se hizo todo mal, 11 menores murieron y no se culpabilizó a nadie. La provincia tapó todo y al día de hoy lo único que sabemos es que los encerró el viento y se murieron todos”, agregó

Es que la causa penal no prosperó y 22 de las familias desistieron también de sus reclamos civiles a partir de que, en 2004, llegaron a un acuerdo extrajudicial con la provincia de Chubut que le pagó a cada uno 450 mil pesos con bonos y en cuotas.

Solamente uno de los padres rechazó la oferta del entonces gobernador Mario Das Neves y siguió adelante con la demanda, hasta que en 2008 la justicia le dio la razón y estableció que correspondía una indemnización, lo que fue confirmado en 2011 en segunda instancia

“Y bueno, gracias a este padre que consigue una sentencia favorable, la causa sigue abierta y pueden entrar el resto de los familiares para recibir una compensación”, dijo Battistessa.

Ivanoff, en tanto, se queja de que “hay padres que no tienen ni siquiera una jubilación”.

“A los padres nos correspondía una jubilación, yo tengo una porque cumpli los años de aportes trabajando en la provincia, pero hay padres que no tienen nada y deberían por lo menos tener acceso a los medicamentos, que están tan caros”, agregó

Según el informe Recopilación histórica de accidentes mortales de bomberos voluntarios, publicado en 2021 por el Ministerio de Seguridad de la Nación, 88 integrantes de Bomberos Voluntarios fallecieron en actos de servicio entre 1994 y el año 2020.

De acuerdo a ese relevamiento, la mayor tragedia individual por número de muertos sigue siendo la de Puerto Madryn –donde fallecieron 11 adolescentes y 14 jóvenes combatiendo un incendio rural–; seguida por la de Iron Mountain ocurrida en la ciudad de Buenos Aires el 5 de febrero de 2014, en la que murieron 2 bomberos voluntarios y dos de la policía federal.

Entre las principales causas de decesos de bomberos voluntarios caídos en el desempeño de su labor, se destacan las quemaduras (39 casos), los colapsos estructurales (13), los accidentes vehiculares dirigiéndose a la emergencia (6) y la electrocución (6).

“Yo lo que quiero es que no se olviden de ellos, que siga viva su memoria, porque hoy todavía estamos nosotros, sus familiares, que los vamos a recordar siempre, pero el día que nosotros faltemos, que la comunidad y la gente los recuerde”, concluyó Nicolina

MAA/MG

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