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Violación grupal en Palermo: la víctima señala a los medios por hostigamiento y revictimización

Protesta y pedido de justicia después de la violación grupal en Palermo.

Julieta Roffo

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“El respeto a la protección de la identidad de la víctima no es un favor, es un derecho”. Así termina el comunicado de la joven de 20 años víctima de una violación grupal en Palermo hace menos de dos semanas. El texto se dio a conocer este jueves y refiere particularmente al rol de los medios de comunicación en el tratamiento de su caso, que conmovió a la opinión pública el lunes de carnaval, cuando comerciantes de la zona descubrieron in fraganti a los seis varones que luego serían detenidos e imputados por el delito de abuso sexual agravado.

En el comunicado, la víctima sostiene: “Me siento muy agradecida por la visibilización que se le dio a mi caso en sentido de la presión que se genera para que se haga justicia, gracias a ello varias personas se contactaron conmigo para solidarizarse y ofrecerme su ayuda en la medida de lo posible, sin embargo, por otra parte, casi desde el momento inicial de lo ocurrido, me sentí totalmente hostigada por parte de los medios”, y suma: “ Cuando las pruebas fílmicas ya están siendo investigadas, ¿por qué seguir televisando las imágenes una y otra vez?”.

“No he visto que ninguno de los medios que trasmitieron ese mensaje de 'apoyo' hayan blureado mi imagen al 100%, creo que ni siquiera se cuestionan (o no quieren hacerlo) que el hecho sea trasmitido todos los días en todo momento es revictimizante”, escribió la joven, que ya prestó declaración ante la Justicia y que fue sometida a las pericias correspondientes. En ese mismo texto, aseguró que decidió desconectar el teléfono de su casa por los constantes llamados para que diera notas contando lo ocurrido y que algunos periodistas con ese mismo objetivo directamente se presentaron en su casa.

“No sólo han trasmitido en directo un video en el cual se ve mi rostro al descubierto sin ningún tipo de autorización, sino también que hoy en un canal han dejado ver mi nombre en un panel, sin ningún tipo de blureo ni nada por el estilo”, cuestiona el texto. “ ¿Cómo se sentirá la víctima y su familia al ver un episodio traumático y doloroso de su vida expuesto una y otra vez como un trailer de un policial?” es una de las preguntas planteadas por la joven, que suma: “ ¿por qué sigue trasmitiéndose constantemente el hecho y cuestionando el mismo en vez de dedicar ese tiempo para concientizar y hablar de la cultura de la violación?”.

La fiscal Mariela Labozzetta, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), señala en ese mismo sentido: “La oportunidad que tiene ante un caso así la agenda mediática es leerlo como un caso de género y no como un mero caso policial. En vez de aprovechar el escenario para analizar por qué siguen pasando estas cosas, en qué cosas se origina la violencia sexual y qué consecuencias tiene, se hace énfasis en contar cada una de las novedades judiciales como si fuera una crónica policial. Es un caso de violencia de género, está bien que se cubra, pero tal vez se debe cubrir dando lugar a que se despierte el debate por lo que ocurre en general, más allá de cada caso en particular.

“El gran desafío tanto para la Justicia como para los medios de comunicación es tratar de entender que esto ocurre dentro de un contexto más amplio, y reflexionar sobre ese contexto para intentar modificarlo. Si la cobertura apunta exclusivamente al caso, parece que una conducta así es aislada, que empieza y termina ahí, y esto que pasó no es ni esta piba ni estos seis pibes solamente, sino un funcionamiento generalizado. La víctima no tiene por qué cargar con todo el peso de cómo funciona la sociedad en términos de género, y conviene intentar que, en vez de que ella se esté viendo en esa situación todos los días, eso que pasó sea un puntapié para hablar del tema de forma más global”, suma la fiscal, y remata: “De otra manera, lo que se logra es un tratamiento morboso de una causa judicial”.

En diciembre de 2022, Paula Martínez, víctima de una violación grupal en Florencio Varela, fue encontrada muerta en su casa de Florencio Varela. La hipótesis principal de la Justicia fue que se había tratado de un suicidio, pero el entorno de Paula sostuvo que podría haber sido un homicidio o, tal como señaló una amiga de la víctima, un suicidio inducido por el hostigamiento al que la habían sometido durante años las familias de sus abusadores.

“Fueron imposibles estos años para ella. Estaba rota, quebrada. Le hicieron de todo: desde difamarla por redes sociales hasta empapelar todo Varela y Berazategui con mentiras sobre ella. Le tiraban el auto encima, le tiroteaban la casa, se masturbaban enfrente de su ventana, le tiraban bolsas con materia fecal o preservativos usados en su terreno, pasaban en auto a la madrugada y le gritaban ‘ahí vienen los violadores’”, contó a este diario Noelia Quiroga, amiga íntima de Martínez. En esa ocasión, el hostigamiento denunciado era palpable en las calles que habitaba Paula. En el caso de la víctima de Palermo, el hostigamiento y la revictimización que advierte es a través de los medios de comunicación.

A continuación, el texto completo difundido este jueves:

“Me dirijo a ustedes con el motivo de invitarlos a reflexionar sobre los hechos ocurridos en las últimas semanas y su estrecha relación con los medios masivos de comunicación y la opinión pública. Para ello, los invito a mirar este vínculo desde mi perspectiva, la damnificada.

Desde el comienzo del hecho, la mediatización del caso y la opinión pública sobre el mismo fue constante debido a la gravedad de los daños causados sobre mi persona y el factor clave de que fue un hecho ocurrido en plena calle porteña, a luz del día, todo lo que ya sabemos.

Por un lado, me siento muy agradecida por la visibilización que se le dio a mi caso en sentido de la presión que se genera para que se haga justicia, gracias a ello varias personas se contactaron conmigo para solidarizarse y ofrecerme su ayuda en la medida de lo posible, sin embargo, por otra parte, casi desde el momento inicial de lo ocurrido, me sentí totalmente hostigada por parte de los medios.

Que se ponga en duda una víctima de agresión de género y abuso sexual no es una novedad, he crecido escuchando los cuestionamientos constantes hacia las mismas, y desde el momento en el que pude recobrar un poco de fuerzas no sólo estuve preparándome para el dolor y la angustia que me genera la situación ni todo lo que conlleva pasar por un momento así e iniciar una instancia penal teniendo veinte años, sino también preparándome mentalmente para lo que se venía: la exposición de un caso y de una víctima como un circo mediático.

Sinceramente, tanto de afuera (como televidente y ciudadana) como de adentro (víctima) jamás pensé que la presión sería tanta, estos días me he cuestionado muchas cosas que me gustaría compartirles.

Gran parte gracias a la exposición del caso y las cámaras de seguridad de la Ciudad, se ha podido visibilizar el caso y generarle celeridad ante la justicia, con la cual en este caso me toca resaltar que estoy muy agradecida por la seriedad y la velocidad con la que se está llevando a cabo la causa. Sin embargo, cuando las pruebas fílmicas ya están siendo investigadas, ¿por qué seguir televisando las imágenes una y otra vez?

Siento que con la sed de justicia social que hay (y bastante morbo en cierta otra parte), se deshumaniza a la víctima de cierta manera.

He visto mucha indignación en las redes y medios a favor de mi persona, que pobre chica, que sufrió un infierno, que la apoyamos, que repudiamos lo que le pasó, que ojalá esté bien... Sin embargo, a pesar de ello, no he visto que ninguno de los medios que trasmitieron ese mensaje de “apoyo” hayan blureado mi imagen al 100%, creo que ni siquiera se cuestionan (o no quieren hacerlo) que el hecho sea trasmitido todos los días en todo momento es revictimizante y me genera mucho dolor ya que claramente lejos de ayudar más que nada hace que me remita al hecho constantemente, cosa se imaginarán, no es para nada saludable luego de una experiencia así. (De hecho he tenido que tomar medidas como desconectar el teléfono de mi casa porque me llamaban constantemente para que dé una nota o incluso se presentaban periodistas en mi domicilio).

De todas formas, no me sorprendía tanto que se repitan constantemente las imágenes de mi persona en una situación vulnerable y realmente difícil, como dije anteriormente he visto este mismo mecanismo perpetuado a lo largo del tiempo cuando la agredida era otra mujer.

Lo que realmente me sorprendió y me duele muchísimo al punto de generarme terror y una angustia indescriptible (además claro, de la situación vivida) es la poca responsabilidad que han tenido los medios con la protección de mi identidad.

Estos últimos días no sólo han trasmitido en directo un video en el cual se ve mi rostro al descubierto sin ningún tipo de autorización, sino también que hoy en un canal han dejado ver mi nombre en un panel, sin ningún tipo de blureo ni nada por el estilo.

En el momento que sucedió, mi abogado, Hugo Figueroa, quien me está prestando sus servicios desinteresadamente, estaba por dar una nota en el canal, les indicó a los panelistas que no tenían bajo ninguna circunstancia el derecho de develar información sobre mi identidad y sin embargo, los mismos comenzaron a discutir, incluso tapaban mi nombre con la mano, mostrando un nulo grado de respeto, hasta que sacaron la imagen del expediente y comenzaron a decir que “imposible reconocer a alguien con sólo un nombre de pila” cuestionándolo tanto a él como a mí en consecuencia, sin demostrar ningún tipo de remordimiento, diciendo que la causa es de carácter público y “contraactacando” con que él mismo en otra nota, había expuesto mi orientación sexual. Esto último, fue totalmente consensuado y autorizado de mi parte y, por si no quedó claro, no tengo ningún problema en manifestar que mi inclinación sexual implica que no tengo interés sexoafectivo con hombres, lo tomo como hecho de conocimiento público y estoy totalmente orgullosa de ello, y de hecho, el comentario expuesto por mi patrocinante resultaba importante para reafirmar la posición de que no presté consentimiento alguno en la situación (sin contar el examen toxicológico en el cual se advirtieron drogas que tampoco fueron consumidas bajo mi consentimiento).

Sinceramente, jamás pensé que habría una falta de respeto de tal magnitud, tanto hacia mí, como a mi patrocinante que reitero, desde el primer momento me brindó sus servicios desinteresadamente.

Si me preguntan cómo estoy a partir de esta situación, si antes me daba miedo salir a la calle, ahora me da pánico, tengo episodios de hipervigilancia y angustia desmesurada, tengo un diagnóstico de estrés post-traumático y lo único que quiero es poder recuperarme para continuar con todos los proyectos que tenía planificados y en la medida de lo posible retomar la vida normal que tenía antes de ser violentada.

Me gustaría que se dejen de trasmitir las imágenes que respectan al caso en las que aparezco, ya que muy a pesar de lo que puedan opinar los demás, más de uno y más de dos me han reconocido con el simple hecho de mirar las imágenes con mi rostro difuminado (ni hablar ahora con mi rostro y mi nombre al descubierto), sin embargo, si eso no les mueve un pelo, les pido que difuminen la imagen de mi persona en un 100%, y si en ese caso, tampoco les parece relevante el dolor, la angustia y todas las emociones negativas que conlleva ver un hecho traumático en mi vida como tal trasmitido una y otra vez perpetuando mi revictimización y remitiéndome constantemente a aquel momento, y deciden continuar alimentando el morbo, los invito a hacerse algunas preguntas que me hice durante estos días tanto como víctima como consumidora.

Si la causa claramente avanza, los registros fílmicos de las pruebas ya están en los expedientes y la justicia de la que tanto se remarca la ausencia en algunos casos, aquí está accionando: ¿por qué seguimos consumiendo los mismos videos una y otra vez dando opiniones personales e incluso hablando de inconsistencias donde las fuentes son dudosas o no hay fundamentos? ¿Cómo se sentirá la víctima y su familia al ver un episodio traumático y doloroso de su vida expuesto una y otra vez como un trailer de un policial? Si estamos del lado de la damnificada, ¿por qué permitimos que se filtren su identidad? (nombre, rostro, fisiología). Si lo que queremos es la recuperación de la víctima, ¿por qué se le pone en un rol de mártir en el que parece que la víctima no es una persona sino más bien la situación de abuso que sufrió? Si lo que se busca es justicia, ¿por qué los medios no se ciñen a lo técnico y se convierte en un espectáculo del horror y dolor ajeno basado en opiniones y conjeturas sin argumentos? Si la situación es aberrante y todos coincidimos con que debe haber justicia y estas cosas no deberían pasar jamás, ¿por qué sigue trasmitiéndose constantemente el hecho y cuestionando el mismo en vez de dedicar ese tiempo para concientizar y hablar de la cultura de la violación? La víctima, ¿es sólo víctima del hecho y debe lidiar con las consecuencias y el dolor que conlleva el mismo?¿O también ahora es víctima de la perpetuación del dolor que se trasmite constantemente?

Esta vez fui yo, pero no me gustaría que el día de mañana la dañada sea otra y luego de una situación tan dolorosa deba sufrir también la exposición a que la gente diga lo que le dé la gana y haga de una vivencia horrible, traumática y todos los adjetivos que creo hasta ustedes saben utilizar más que yo, un espectáculo pochoclero que sólo alimenta morbo y genera más dolor. El respeto a la protección de la identidad de la víctima no es un favor, es un derecho“.

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