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Pandora Papers
De la cancha a las offshore, un camino demasiado transitado

Angel Di María aparece en las filtraciones de Pandora Papers

Andrés Burgo

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Desde Diego Maradona hasta Lionel Messi, pasando por Javier Mascherano y Ángel Di María, la relación de varios de los mejores futbolistas argentinos -por ingenuidad, ignorancia o ninguna de las dos- comenzó hace muchos años. Ya no es sorpresa que parte de su talento en los estadios de España, Italia, Francia y del resto de las grandes ligas vire a cuentas offshore de Belice, Miami, Panamá y otras geografías con más fútbol en sus bancos que en sus estadios. 

Aunque el más novedoso en estas horas sea el Di María -que ya tenía antecedentes-, el caso más conocido de evasión de impuestos es el de Messi, que en mayo de 2017, cuando jugaba en el Barcelona, debió acudir al Tribunal Supremo de España para escuchar cómo era condenado a 21 meses en la cárcel -en suspenso- y una multa de 2.093.000 euros. La Justicia española consideró que el crack participó en una estrategia defraudatoria para escapar del control del fisco durante 2007, 2008 y 2009, años en los que sus derechos de imagen fueron cedidos a sociedades radicadas en Belice y Uruguay, creadas para este único fin. 

En una compleja red diseñada para eludir a la Agencia Tributaria, esas compañías firmaban a continuación contratos con otras sociedades fantasmas de Suiza y Gran Bretaña, también paraísos fiscales para personas con domicilio en el extranjero -y, a la vez, países con convenios de doble imposición con España-. De esa manera Messi ocultó ingresos de contratos con 18 empresas, entre ellas Adidas, Pepsi, Teléfonica y Danone. 

El fallo por fraude fiscal relacionado a los ingresos publicitarios del crack también alcanzó a su padre y manager, Jorge, sentenciado con 15 meses de prisión. Sin embargo, tras considerar que eran “delincuentes primarios” y que habían aceptado devolver los 4.100.000 millones de euros defraudados, la Justicia aceptó en junio de 2017 sustituir con una multa de 510.000 euros las penas de reclusión del crack y de su padre.

Así como el capitán de la selección argentina se declaró un ignorante absoluto respecto a los negocios que generaba y a los tributos que debía pagar, también quedó claro que los delitos de evasión fiscal no suponían un hecho aislado en el mundo del fútbol -ni exclusivo de los jugadores argentinos-. Un año y medio atrás, en enero de 2016, Mascherano ya había reconocido ante el fisco español una defraudación de 1.500.000 euros, entre 2011 y 2012. El también entonces jugador del Barcelona fue acusado de no declarar las rentas obtenidas de Nike, a través de una empresa de Miami, y de simular la cesión de sus derechos de imagen a una sociedad instrumental de Madeira, Portugal. Mascherano recibió un año de prisión en suspenso y, además de devolver el monto defraudado, debió pagar otros 200.000 euros por intereses y 815.000 de multa.

Aunque hayan cambiado los países de los refugios tributarios, el fraude fiscal cometido por Di María en su paso por el Real Madrid también terminó en la Justicia. Ya en 2017, cuando jugaba en el París Saint Germain, el futbolista de la selección fue condenado a pagar 2.000.000 de euros por haber defraudado 1.298.989 en derechos de imagen desviados a cuentas offshore. Al igual que Messi, Mascherano y otras estrellas, Di Maria había diseñado entre 2012 y 2013 un entramado societario con ramificaciones en paraísos fiscales para evitar pagos a la Hacienda española. En su caso, cedió sus derechos de publicidad a una empresa en Panamá que, a su vez, los derivaba a dos sociedades en Irlanda. 

Como efecto dominó, también en 2017, las casas en París del propio Di María y de su compañero del PSG, Javier Pastore, fueron allanadas por la justicia francesa durante una investigación por presunto fraude fiscal. En este caso, sin embargo, no se presentaron cargos contra las estrellas y pareció ser más una puesta en escena de las autoridades francesas para alertar a los clubes y jugadores sobre posible evasión de impuestos. 

Un grupo de medios había divulgado en 2016 el Football Leaks, una web con información -nunca verificada- de contratos, operaciones y salarios de futbolistas. Uno de los nombres señalados fue el de Gonzalo Higuaín, cuyo representante -siempre según la versión futbolística de WikiLeaks- habría creado una metodología para evadir impuestos con rutas en Holanda, Islas Vírgenes Británicas y Panamá. 

En Italia, asimismo, la prensa italiana informó en 2016 de la operación Fuorigiocco, Fútbol en fuera de Juego, y cómo la policía de ese país investigó por posible fraude fiscal a varios argentinos, entre ellos Hernán Crespo, Ezequiel Lavezzi, Germán Denis y Diego Milito,  

En medio de la conmoción por su muerte y las disputas familiares por su herencia, pasó desapercibido un dato de los numerosos activos bancarios que Maradona tenía en el mundo: una de ellas era en el principado de Mónaco, también considerado una jurisdicción de conveniencia. A su vez, en 2018, a través de su abogado, Matías Morla, Maradona había deslizado que su ex esposa, Claudia Villafañe, había abierto tres cuentas offshore en Panamá.

No sólo los jugadores y sus representantes, sino también los clubes argentinos, se especializaron en triangulaciones de compraventa de futbolistas para evadir impuestos. Según denunció la AFIP en 2012, estaban involucradas una decena de clubes extranjeros --siete de Uruguay, dos de Chile y uno de Suiza --. Uno de los casos más conocidos fue el River presidido por José María Aguilar, convertido en un banquete para grupos empresarios de dudosa reputación, algunos de ellos con sede en Gibraltar, paraíso fiscal. Ya con la gestión siguiente, la de Daniel Passarella, las triangulaciones siguieron vigentes, como cuando la

Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) registró el préstamo del futbolista Rodrigo Rojas desde Olimpia de Paraguay a Fénix de Montevideo, un club que participó en la operación como club puente o golondrina. Tres días después, la AUF le envió el certificado de transferencia internacional a la AFA y, finalmente, Rojas llegó a River.

No sólo los jugadores y sus representantes, sino también los clubes argentinos, se especializaron en triangulaciones de compraventa de futbolistas para evadir impuestos.

La triangulación en las transferencias de los jugadores apuntaba a evadir las cargas fiscales: en la Argentina, cada pase se comía un 24,5% entre el 15% que se queda el futbolista, el 2% de AFA, el 0,5% de Agremiados y el 7% de la AFIP. Es imposible determinar cuánto se evadía pero las estimaciones más serias hablaban, justamente, de un 25%. La movida también solía servir para ocultar el origen del dinero y el verdadero valor de venta. Un jugador podía llegar al club golondrina a cambio de 10 millones de dólares, pero a los tres días era transferido a su verdadero destino por 20.

AB

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