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Ezequiel Martínez, nuevo director de la Feria del Libro: “Ojalá esta edición genere nuevos lectores y reflote una industria en crisis”

"Este es un evento en el que hay presentaciones y diálogos que suscitan discusiones y debates que después se hacen públicas y que son parte del folclore de una Feria que es plural", dice Martínez.

Julieta Roffo

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En la cartelera que tiene en su oficina hay cuatro cosas pegadas. Una foto de Juan Gelman impresa en el formato que tienen las estampitas, un plano desplegado de todos los pabellones que tendrá la próxima edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, un almanaque grande anclado en el mes de abril y otro igual de grande anclado en el mes de mayo. No es que los calendarios hayan quedado suspendidos en el tiempo ni que Ezequiel Martínez, que en septiembre fue elegido director general del evento cultural más convocante de esta ciudad -y de la fundación que lo organiza-, desconozca en qué día vive. Es que, por la tarea que lleva adelante desde hace algo más de un semestre, esos dos son los meses más importantes de su año: la edición 2022 de la Feria abrirá al público el 28 de abril y se extenderá hasta el 16 de mayo.

La primera vez que Martínez fue a la Feria del Libro para cumplir con algún trabajo fue en la edición de 1984 ó 1985, no está seguro. Sí recuerda perfectamente para qué: el editor de la revista en la que escribía como colaborador le había pedido que preparara una nota para dar cuenta de la relación entre puestos de choripanes stands de libros en la Feria, que por esos años se montaba en el Centro Municipal de Exposiciones y que, según el recuerdo de los que la frecuentaban, estaba efectivamente nutrida de parrillas ambulantes y olor a humo.

Antes de ir como periodista, Martínez había ido como lector: “Creo que fui todos los años, no falté ni una vez”, repasa. Se había convertido en lector delante de la biblioteca que su padre, Tomás Eloy, había dejado armada cuando se fue al exilio. “Me abrió un horizonte enorme y ya nunca más paré”, dice Martínez, que se dedicó al periodismo durante tres décadas, antes de volcarse a la gestión cultural que lo llevó primero a la Biblioteca Nacional, como director de Cultura, y después a la Fundación El Libro, como su director general.

Tiene, en esta misma oficina, dos pilas de libros. El que agarra por estos días para hacer pausas de diez minutos y dedicarlas a la lectura es Mientras Dublín dormía, una crónica que dos argentinos escribieron sobre cómo era esa ciudad irlandesa en los años de James Joyce. En su casa, sobre la mesa de luz, los otros tres libros que lee por estos días: Un futuro anterior, de Mauro Libertella, un poemario de Irene Solà, y La pasión según Trelew, de su padre. “Siempre lo estoy releyendo. Salteado. Cuando algo me lo pone delante. Por ejemplo, cuando hay alguna noticia sobre un tema del que él haya escrito. Lo releo y me lo imagino en el momento en el que escribió ese texto que yo tengo delante”, cuenta.

-¿Qué significa, para alguien que desde siempre lleva una vida rodeada de libros, dirigir la Feria?

-Es… -un suspiro y una risa- como si me soltaran en un parque de diversiones. Nunca me hubiese imaginado llegar a este lugar. Fue un recorrido casi sin querer. Como una vocación que me vino a buscar. Primero porque mientras todavía ejercía el periodismo durante las 24 horas del día, mi viejo me encargó que creara una fundación con su nombre. Ahí empecé a dedicarme a la gestión cultural paralelamente al periodismo de siempre. Luego pasé completamente a la gestión en la Biblioteca Nacional. Y después apareció esta posibilidad, que me hace feliz. Es la Feria a la que iba cuando era chico, a la que fui como un lector voraz y como periodista. A contarla, a hacer entrevistas, a moderar una charla. Y ahora… es como tirar a un chico en una juguetería.

-Esta Feria llega como la gran vuelta a la presencialidad tras dos años de ausencia y también en medio de un contexto económico cada vez más crítico. ¿Qué esperás de esta edición?

-Por un lado, hay mucha expectativa en cuanto a la vuelta a la presencialidad. Una especie de síndrome de abstinencia de la Feria del Libro que se nota en la gente. Creemos que el público sintió la falta de esta feria multitudinaria, que tienen cientos de actividades culturales, que dura muchos días, que es una visita obligada para el público lector y un paseo para muchas familias, para muchos turistas y también para personas que vienen porque admiran a alguien en particular y de repente caminan los pasillos de la Feria y se tientan con algo.

-Por otro lado, estos dos años de pandemia castigaron a todo el mundo y también a la industria editorial, que ya venía reclamando por sus dificultades desde hace varios años, sobre todo en el acto de la inauguración de la Feria. Dificultades vinculadas al costo del papel, a los impuestos…

-Entonces lo que esperamos es que sea una fiesta de reencuentro y también la industria logre salir un poquito a flote después de toda esta crisis que se está viviendo.

Aunque la apertura al público general será el 28 de abril, con un acto en el que el escritor Guillermo Saccomanno será el encargado de dar el discurso inaugural, la Feria empezará dos días antes, el 26 de abril, cuando se inicien las jornadas profesionales que reúnen a editores, traductores y agentes literarios de todo el mundo. Mario Vargas Llosa, Javier Cercas, Diamela Eltit y Rosa Montero son algunos de los autores internacionales más destacados que serán parte de la convocatoria, que tendrá a La Habana como Ciudad Invitada de Honor.

La Rural, que durante los momentos más complejos de la pandemia fue centro de testeo y vacunatorio, pondrá a disposición de la Feria casi todos los espacios que el evento ocupa desde hace años, cada abril y mayo. La única excepción es el pabellón Frers, que suele ser la sala Jorge Luis Borges, destinada a la inauguración, pero que ahora mismo está ocupada por la exhibición Imagine Van Gogh.

La pandemia, que provocó la suspensión de las ediciones 2020 y 2021 de la Feria, aún despliega efectos. Para tener tiempo de ventilar las salas sin suspender actividades, las charlas durarán una hora en vez de una hora y media. Los pasillos se ensancharon y habrá, fuera de los pabellones, un “firmódromo” para que, en simultáneo, cuatro autores puedan firmar ejemplares sin que haya aglomeraciones en los espacios cerrados de la Feria.

En esta edición, la maratón de lectura se dedicará al Nobel portugués José Saramago, de cuyo nacimiento se cumplen 100 años. Pilar del Río, su compañera durante décadas, seleccionó fragmentos de su obra protagonizados por mujeres que serán leídos en esa ocasión. Habrá además una exposición coordinada junto a Ediciones De la Flor para homenajear a Quino en la primera edición de la Feria tras su muerte y un espacio temático dedicado a libros y actividades vinculadas al colectivo LGBT+. Habrá que buscarlo en el mapa por su nombre cargado de literatura: “Orgullo y prejuicio”.

Entrar a la Feria de lunes a jueves costará 300 pesos y de viernes a domingos, 450. El costo de la entrada será reintegrado en “Chequelibros”, un vale por ese mismo valor que podrá usarse en librerías de todo el país al finalizar la convocatoria cultural. Entre el 6 y el 8 de mayo se llevará a cabo un clásico de la Feria: las jornadas destinadas a que la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CoNaBiP) compren libros con 50% de descuento para hacerlos llegar a lectores de todo el país.

-¿Cuáles dirías que son las características que distinguen a esta Feria de las que se hacen en otros lugares del mundo?

-Empezaría por la masividad. Tenemos, como otras ferias del mundo, las jornadas profesionales que reúnen a todos los actores del sector editorial, y en esos tres días hay muchísima actividad. Pero después vienen 18 días de un público general que es enorme y muy diverso. La duración también es una característica muy propia de esta feria: en total son 21 días.

A la vez, este es un evento en el que hay presentaciones y diálogos que suscitan discusiones y debates que después se hacen públicas y que son parte del folclore de una Feria que es plural. Los argentinos somos eufóricos y enfáticos, y la Feria es un reflejo de cómo somos. Acá se producen muchos libros de crónicas, periodísticos, biografías. Libros que son coyunturales, que causan ruido y que, al presentarse en la Feria, generan movimiento. Eso va a pasar, va a haber ruido de todos los colores y de todas las formas, y está bien que eso pase. Está bien que haya debate civilizado, que todos nos escuchemos y que cada uno saque sus propias conclusiones: es parte de una Feria plural.

-¿Cómo impacta la devaluación del peso argentino en la organización de una feria de carácter internacional?

-Está muy caro traer gente de afuera. Los pasajes fueron uno de los grandes problemas. Las embajadas y los institutos culturales históricamente dan gran ayuda a la Feria. Pero a la hora de sacar pasajes este año hubo que pensarlo dos veces, por el valor del dólar y porque hay que sacarlo en una sola cuota. Por otro lado, quienes vengan a comprar libros con dólares y los cambien al valor blue seguramente lo encontrarán beneficioso. Ojalá se vayan con carretillas de libros.

-¿Para qué querés que sirva esta Feria?

-Ojalá sirva para que se vendan más libros y para que se generen más lectores. Hace poquito hablaba con mi hija y le decía: “¿Viste el tiempo que pasan las nuevas generaciones delante de una pantalla?”. Cuando yo era chico, que no había Internet, que había muy pocos canales de televisión y que no interactuábamos con pantallas, todas esas horas las dedicabas a los libros, a la música. Yo así me hice lector. Por supuesto que sé que nada va a volver a ser así, porque la vida es completamente diferente. Pero ojalá esta Feria sirva para que se generen nuevos lectores y empiecen a dedicarle un ratito a los libros. No importa si es un clásico, un best-seller, un libro mejor o peor escrito. Un libro siempre te lleva a una nueva curiosidad. Siempre te deja algo.

-Desde tu nuevo rol, ¿qué le descubriste a esta Feria que, como lector, periodista y gestor ya conocías tanto?

-Descubrí que no la conocía tanto. Vi la ingeniería que está detrás de escena para que salga todo bien. El trabajo enorme que va desde la persona que entrena a los chicos que te esperan en la puerta de una sala para orientarte hasta quien instala el WiFi para que funcione el postnet de los stands. Vi los pequeñísimos detalles que arman una Feria enorme. Ahora espero ver que esa Feria enorme salga muy bien. Que sea un reencuentro y una fiesta.

JR

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