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ENTREVISTA |
Paco Roales, director de la Feria del Libro Viejo de Santander

“El libro va a existir siempre: lleva acompañando al hombre 500 años y no está obsoleto para nada”

Paco Roales, director de la Feria del Libro Viejo de Santander.

Javier Fernández Rubio

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Primero fue fotógrafo, luego librero y ahora director de una feria de libro viejo. No es la primera vez que Francisco Roales (Santander, 1955) dirige un evento. En el pasado fue codirector del Festival de Fotografía y Vídeo Foconorte. Pero, ya retirado de su oficio de librero, no pudo sustraerse a una de las dos pasiones que dominaron la vida: acabado el romance con la fotografía analógica, mantiene más allá del retiro su otro idilio con el libro impreso. De la librería que tuvo abierta 20 años en la calle del Sol, en Santander, pasó a dirigir la Feria del Libro Viejo de Santander (FLVS) y sigue haciendo camino para asistir con sus libros a otras ferias del país.

Roales fue fotógrafo, librero, galerista y agente cultural. Tuvo, también 20 años, el Taller de Fotografía Roales y desde 2021 asumió el vacío de la dirección de la FLVS. Tiene claro que es un puesto cargado de interinidad. De hecho, busca relevo. ¿Razón? Los años y la vorágine de trámites y gestiones que comporta levantar un campamento en la Plaza de Alfonso XIII de Santander con 16 puestos, actividades culturales y una exposición.

¿Cómo llegó al mundo del libro?

Yo antes de ser librero, me dedicaba a la fotografía. Durante 20 años. Cuando empezó la fotografía digital, lo dejé. Y los libros siempre me gustaron, así que empecé con la librería y mis propios libros, pero estos fueron creciendo y creciendo hasta que me desbordaron.

Entonces, ¿reconvirtió su taller de fotografía en librería?

Me dedicaba también a exposiciones de fotos en el espacio de la calle del Carmen y sí, luego fue librería durante 20 años hasta mi jubilación. Sin embargo, tengo una licencia de venta ambulante por la que puedo vender en ferias del libro.

¿Qué le ha satisfecho más, el trabajo de librero o el de fotógrafo?

Los libros siempre me han gustado y la fotografía también, pero ya no existe. Ahora las fotos son otra cosa: lo que aprendí y me gustaba ya no existe. Ahora cualquier persona hace fotos y eso no me interesa.

Ahora las fotos son otra cosa: lo que aprendí y me gustaba ya no existe. Ahora cualquier persona hace fotos y eso no me interesa

¿No hay relevo generacional?

En el libro clásico, antiguo, primeras ediciones... no.

Pero lo seguirá trabajando, ¿no?

Sí, sí que lo trabajo. Por ejemplo, ese libro que tengo ahí [muestra un ejemplar de grandes dimensiones] es una edición con grabados al aguafuerte. La mayor parte del público piensa que está de decoración. En general, hay mala información y falta educación lectora. Los chavales leen, pero leen a través del WhatsApp. Están todo el día leyendo, pero no escribiendo.

Entonces, ¿el futuro de ferias como esta se encuentra amenazado?

Yo creo que no, yo creo que las ferias van a existir siempre porque es un acto, no solo social, sino cultural. El libro va a existir siempre. Lleva acompañando al hombre 500 años y va a seguir. No está obsoleto para nada.

¿Cómo ha llegado a dirigir esta feria?

De rebote. El predecesor estaba agotado y la dejó. No había nadie que quisiera dirigirla y recurrieron a mí. Yo también lo quiero dejar. No me canso de los libros, pero... envejezco. No solo es vender los libros, hay que cargar con ellos, desplazarte...

¿Y ya ha pensado en el relevo?

No lo tengo, y ya me gustaría porque organizar una feria del libro es complejo, un trabajo extenuante. Empiezas en enero, buscando un motivo, un concepto. Luego, con la administración y la cantidad de trámites... La burocracia es pesada.

¿Cómo va la feria de público?

Bien, porque difundimos bien, en la medida que podemos. Lo hacemos a través de las redes sociales y de las actividades culturales, que no solo las utilizamos para atraer a la feria, sino como motivo de promoción.

¿Los expositores son los habituales o ha habido bajas?

Son los habituales y suelen repetir, porque es una feria en la que se vende a pesar de lo caro que es venir a Santander en agosto. Aparte de que las casetas son cada vez más caras y la estancia en Santander en verano es muy cara.

¿Piensan en cambiar el modelo, fechas tal vez?

No podemos cambiar fechas porque, para que la feria funcione, necesitamos público y en agosto son turistas, aunque hay mucha gente de Madrid y Castilla y León con casa en Cantabria, que son los que compran. También hay turistas, pero la gente de aquí, que a veces visita las librerías, normalmente no compra porque tiene todo el año para hacerlo. Limitaríamos mucho el público si hiciéramos la feria en marzo, por ejemplo.

¿Es rentable, entonces, la feria para los libreros?

Después de Madrid y Barcelona, esta es la mejor en cuanto a resultados. Un librero, con un empleado, tiene 5.600 euros de gasto por la caseta. A eso hay que añadir los portes. Cada palé son 100 euros; si traes cuatro, entre ida y vuelta, son 800 euros. A eso hay que añadir la casa, la comida. Si viene con la familia para aprovechar el verano alquila un apartamento, que son 2.000 euros. Pero compensa.

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