Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La novela ‘El país del atardecer dorado’, de Celia Santos

“Operación Marta”, el plan del franquismo y la Iglesia para colonizar Australia con mujeres católicas y blancas

Imagen de las 'Martas', publicada en un periódico de la época

Sandra Vicente

Barcelona —

0

“Se buscan mujeres para trabajar en Australia. Católicas, entre 21 y 35 años. Gran oportunidad de futuro”. Así era el reclamo que periódicos y hojas parroquiales publicaron en 1963 para atraer a jóvenes interesadas en irse a las antípodas para huir de la pobreza de la España franquista.

En el anuncio no había más detalles; ni el cometido, ni cuánto tiempo debían estar fuera, ni cuánto cobrarían. Pero la desesperación hizo que miles acudieran a las diferentes sedes gubernamentales en las que se las entrevistó para, básicamente, comprobar que no estaban casadas y que compartían los valores católicos. Finalmente, casi 800 fueron seleccionadas y se convirtieron en parte de la 'Operación Marta'.

Este plan, que de 1961 a 1963 llevó a mujeres españolas a Australia, es uno de los episodios más desconocidos del franquismo, a pesar de lo rocambolesco de la historia. Esas mujeres no eran solo mano de obra emigrante, sino parte de una estrategia urdida por la Iglesia para satisfacer necesidades tanto del gobierno australiano como del régimen franquista.

Por una parte, la isla oceánica necesitaba desesperadamente poblar sus tierras, en las que sólo había un habitante por kilómetro cuadrado (hoy la cifra asciende a 3,4). Pero no quería hacerlo de cualquier manera: el objetivo era reforzar la proporción de australianos blancos frente a las bolsas de habitantes indígenas. Por otro lado, Franco necesitaba dar un impulso a la economía mediante la entrada en el país de divisas más fuertes que la peseta. Y allí estaba la Iglesia para satisfacer ambos deseos de un solo disparo.

Así, estas casi 800 mujeres fueron enviadas a la otra punta del planeta no para trabajar, sino para acabar casándose y teniendo hijos que se quedaran a vivir en Australia. Ellas eran las 'Martas', en referencia a Marta de Betania, hermana de Lázaro y de María Magdalena, conocida por su sumisión y obediencia.

Los futuros maridos de estas jóvenes tenían también nombre español. Eran trabajadores enviados por la Operación Canguro, que promovió la emigración de hombres blancos a Australia un lustro antes. Ellos fueron requeridos para las campañas de la caña de azúcar y, posteriormente, de la del tabaco. Viendo la eficiencia de esos jornaleros, la isla requirió más y así se dieron la Operación Eucalipto y la Operación Emú.

Muchos de ellos viajaron con sus esposas y familia, pero la vida nómada, el relajamiento de las costumbres y tradiciones católicas y el fácil acceso al alcohol hicieron que un gran número de trabajadores abandonaran a sus mujeres. Eso daba al traste con el plan de la Iglesia y del gobierno australiano, así que decidieron enviar a jóvenes españolas católicas para encauzar a sus compatriotas y devolverlos al redil.

Esta historia fue sacada a la luz hace unos años por la investiagdora Natalia Ortiz, que realizó un estudio de más de diez años sobre estas mujeres y que concluyó en un libro (El plan Marta 1960-1963) y un documental, El avión de las novias. Su trabajo ha servido de inspiración a la escritora Celia Santos (Bergara, 1972) para su novela El país del atardecer dorado (Ediciones B, 2024).

“Es una historia increíble, pero no se sabe apenas nada de ella porque claro, las protagonistas son mujeres. ¿Dónde están todas esas mujeres sin nombre que forman parte de nuestra historia?”, se pregunta Santos, cuyas obras se caracterizan por poner en el centro a mujeres anónimas que, si bien son fruto de la ficción, provienen de historias reales. Para hacer justicia a las 'Martas', ha escrito una novela en la que repasa su periplo a través de la figura de Elisa.

Imagen de Celia Santos, autora de 'El país del atardecer dorado'

Ella emigra hacia Australia para reencontrarse con su pareja y el padre de su hijo, que fue reclutado por la Operación Canguro años antes. Aunque tenía una criatura, era soltera, así que cumplía los requisitos y pudo llegar a embarcar en un avión que la tuvo horas y horas en el aire hasta llegar a su destino.

Su historia no es real, pero podría haberlo sido. Elisa es el fruto de un trabajo de investigación realizado por Santos durante meses que la llevó a conocer y a entrevistar a diversas ‘Martas’, así como a sus hijos. Algunas siguen viviendo en Australia, otras renunciaron y regresaron. Pero todas ellas coinciden en que fueron víctimas de un engaño.

En un inicio, creían que se incorporarían como trabajadoras del hogar de familias adineradas, porque así se lo hicieron creer. Al llegar, el personaje de Elisa pasó semanas en un convento donde las monjas le enseñó atributos deseables para una buena criada –que resulta que eran los mismos que se buscaban en una esposa católica. Le corrigieron la postura, le inculcaron respuestas y costumbres sumisas y le dieron algún conocimiento del inglés –idioma que no le iba a ser muy necesario, ya que su destino final era casarse con un español.

Engañadas por la Iglesia

Las familias que empleaban a estas jóvenes lo hacían de la mano de la Iglesia, que cofinanciaba sus sueldos. Y, una vez en casa, no les quitaban los ojos de encima. Sin que las ‘Martas’ lo supieran, estaban todo el día vigiladas: sabían con quién hablaban y de qué, si estaban haciendo migas con alguien y si ese alguien era adecuado.

Y para ello, la Iglesia usaba las misas de los domingos y las meriendas posteriores, en las que los trabajadores de la zona se juntaban en la iglesia local que tenía sermón en castellano. “Los trabajos eran tan duros que sólo libraban un día a la semana. Además, no había cines, ni teatros ni apenas bares. De las pocas cosas que se podían hacer era ir a esos encuentros clericales. Y claro, allí los curas tenían ojos por todos lados”, cuenta Santos.

Celia Santos, durante la entrevista con elDiario.es

Los religiosos intercedían en las conversaciones, guiando a las chicas para que se interesaran por el joven adecuado y obligando a aquellas más tímidas a asistir a los encuentros. Pero había muchas mujeres que, como Elisa, no querían casarse. Sólo pensaban en la manera de juntar el suficiente dinero como para volver a casa con sus hijos y poder proporcionarles una buena vida. Fueron ellas, ante la insistencia incomprensible de los religiosos, quienes se dieron cuenta antes del engaño.

Elisa, como tantas otras mujeres que acudieron al llamado de la Iglesia para ir a Australia, “no estaban demasiado politizadas”, tal como cuenta Celia Santos. Pero al darse cuenta de la treta urdida por el franquismo, “empezaron a darse cuenta de lo que era la dictadura y de hasta dónde podían llegar sus tentáculos”, sigue la escritora.

A partir de ese momento algunas se rebelaron, aunque no fueron demasiadas, ya que el sustento estaba en juego y estaban en un país muy lejano. Las que sí se negaron en rotundo a seguir el destino que se había fijado para ellas dejaron sus trabajos y buscaron otros. Algunas rompieron sus noviazgos y unas pocas regresaron a España.

Este despertar tuvo también un espejo entre algunos de los hombres. Ellos empezaron a organizarse y a reclamar derechos salariales después de casi una década “trabajando en condiciones de esclavitud”, relata Santos.

En las operaciones que reclutaron trabajadores, el gobierno australiano dejó muy claro que prefería jornaleros españoles mucho antes que italianos o ingleses. “Esos sabían organizar huelgas y tenían tradiciones anarquistas fuertes. Los españoles, en cambio, veníamos de una dictadura y estábamos acostumbrados a obedecer. No sabíamos lo que eran los derechos. O eso pensaban”, explica la escritora.

En su novela, que parte de la historia de las ‘Martas’, se acaban mezclando el inicio de una pequeña revuelta de los jornaleros y de un reducido grupo de mujeres que se revuelven contra los mandatos patriarcales de la Iglesia y el franquismo. Todo ello bañado por el trasfondo de un romance que trasciende fronteras y el valor de una mujer que sólo busca sobrevivir bajo sus normas y no las de otros.

“Es un homenaje a estas mujeres que han hecho tanto por nosotros. Muchas de las grandes personalidades de hoy en día son hijos de estas jóvenes que en su día sacrificaron sus vidas sin que nadie se lo haya reconocido”, sostiene la autora del libro.

Etiquetas
stats