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Filba 2021

Rachel Cusk: una mirada sobre la verdad, las nuevas formas de la novela y por qué cree que ya no se necesitan más historias

Rachel Cusk es una de las escritoras más destacadas en la actualidad

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“En esta etapa de mi vida, mi trabajo es muy muy específico. Entonces sé lo que estoy haciendo y diciendo en un grado muy extremo. Así que, ese proceso de alguna manera de negociación o de intentar transferir algo a través de otra persona a otro idioma es muy intrincado e interesante”, reflexionó sobre el rol de la traducción la escritora Rachel Cusk, al comienzo de su conversación “en primera persona” con su colega argentina María Sonia Cristoff, como parte de las actividades virtuales del Filba 2021.

Cristoff abrió el diálogo comentando que la obra de Cusk, que nació en Canadá pero desarrolló gran parte de su carrera en el Reino Unido, está editada en español por el sello Libros del Asteroide y que, al tratarse de una misma casa editorial, se mantiene un mismo estilo de traducción. 

“Hay algo que leí sobre los traductores, como figuras en la cultura, que dice que son como una extremidad prostética o un trasplante de corazón. Son un ser orgánico fundamental que tiene que ser parte del proceso de la escritura”, destacó Cusk y agregó que le parece fascinante “el viaje intergaláctico” que se hace con la traducción: “Suelo trabajar mucho con los traductores. Incluso soy amiga de algunos de mis traductores”.

De inmediato la escritora reveló que se mudó recientemente a París, por lo que ella misma está experimentando “la dificultad” de traducirse a ella misma “en un nuevo mundo”. “Sentí que estaba cansada de mi idioma, del inglés. Y que había llegado al final de lo que pensé que era capaz de decir en inglés”, reveló Cusk.

Entonces, según la autora, “al empezar a existir de una manera muy rudimentaria en otro idioma” descubrió que de alguna manera encontró nuevas posibilidades de una nueva lengua que no maneja del todo.

“Esto es un poco como una reencarnación. Y yo reencarné en una niña francesa de 3 años”, apuntó entre risas y agregó: “Así que es maravilloso poder producir estos nuevos sonidos y estas nuevas oraciones. Se siente como una oportunidad para una auto-reinvención”.

Entre otros trabajos, la escritora argentina destacó la elogiada trilogía A contraluz, Tránsito y Prestigio que, según Cristoff, pareciera venir a reformular la idea de qué es narrar en los comienzos del siglo XXI.

“Creo que mi proceso de escritura, mi proceso compositivo y mi percepción de las cosas son muy inconscientes. No es ególatra, no tiene que ver con la identidad o conmigo misma diciendo cosas. Tiene que ver con la búsqueda de la autenticidad y lo impulsa una conciencia del proceso mediante el cual las cosas de un minuto a otro se vuelven inauténticas”, explicó.

“Entonces, yo veo lo que hago más como una corrección, si pensamos en cómo se produce un cambio o cómo ocurre el progreso, si es que existe, o cómo se produce el desarrollo o el movimiento a veces. Así que creo que veo eso como una especie de camino en zigzag hacia la verdad. Un camino que hay que recorrer hacia la verdad al tiempo que, una vez más, nos desviamos de él”, agregó.

De inmediato, Cristoff preguntó a qué se refería con la verdad y Cusk respondió entre risas: “¡Verdad es una palabra irritante!” y prefirió aclarar que quería distinguir el concepto de “la falsedad o lo inauténtico”.

Mi proceso de escritura, mi proceso compositivo y mi percepción de las cosas son muy inconscientes. No es ególatra, no tiene que ver con la identidad o conmigo misma diciendo cosas. Tiene que ver con la búsqueda de la autenticidad.

Rachel Cusk Escritora

“Creo que mi impulso es intentar ver, supongo, una realidad o la versión de una serie de eventos que las personas conciben como realidad para atraparla en ese desvío de la verdad. Y para preguntarme a mí misma por qué eso sucede, cuál es la diferencia entre estas dos cosas y para intentar corregirlo de algún modo”, afirmó.

“Sucede que, por ejemplo, en la identidad femenina, en la feminidad, en la domesticidad (...) esa constante aparición de la artificialidad y la inautenticidad es una amenaza permanente”, agregó.

En otro tramo del diálogo, Cusk se refirió a una pregunta recurrente que se le hace a los escritores sobre su tarea. “Muchos responden que porque necesitamos historias”, señaló aunque al instante desestimó esa idea: “Yo estoy completamente en desacuerdo. No creo que necesitemos historias, creo que necesitamos lo opuesto a las historias. No necesitamos historias, necesitamos realidad. Necesitamos saber qué es en verdad la realidad”.

“Tomé en algún momento la Odisea como punto de partida y quería mucho volver al concepto de narrativa, que es útil y hermoso de muchas maneras (...). Es un entretenimiento y también algo completamente susceptible a la exageración o a cambiar hechos. Pero eso también es algo peligroso porque se vuelve un principio rector. Entonces, para mí, la alegría de escribir la trilogía fue colocar el impulso narrativo de vuelta en boca de las personas. Así que está la gente haciendo lo que siempre hizo, que es contar lo que les sucedió”, explicó la escritora sobre el estilo particular de sus últimos libros.

Sin embargo, Cusk no desestimó las tradiciones y, de hecho, luego de decir que siempre estuvo “alimentada por la literatura”, sostuvo: “Siento que siempre quiero ubicarme dentro de la tradición”.

A la vez, también explicó que últimamente siente que abandonó de alguna manera su “casa literaria” y que con las artes visuales y la música está aprendiendo más en estos últimos tiempos.

“El medio en el que estaba se saturó de patriarcado y de maneras masculinas de ver el mundo. Y no solo masculinas, diría que capitalistas, también burguesas. El lenguaje es una moneda tan corriente, tan democrática, que tal vez la mayoría de las personas jamás tome dimensión de la medida en que son moldeadas por la lengua que recibieron para hablar”, reflexionó.

Consultada en otro momento por sus primeros trabajos y el género de la autoficción, Cusk aseguró: “Al comienzo de mi carrera apelé a la memoir para escribir sobre la maternidad. Pero esto fue antes de esto que se llama autoficción (...). No sé si necesariamente quería jugar con esa forma, simplemente intentaba encontrar una forma que supuestamente representara mi experiencia personal, fuera o no mi experiencia personal, de hecho”.

El lenguaje es una moneda tan corriente, tan democrática, que tal vez la mayoría de las personas jamás tome dimensión de la medida en que son moldeadas por la lengua que recibieron para hablar

Rachel Cusk Escritora

“Para hablar de estos aspectos de la experiencia femenina necesitaba eludir o esquivar la reacción automática en la lectora, aunque también en el lector, para que pudieran decir ‘esto no tiene nada que ver conmigo’, ‘no me siento así’. Entonces eso fue un experimento que al final me llevó a descubrir cómo escribir la trilogía y de no incluirme en ella, aunque me usé como ejemplo”, afirmó.

“No me importa cuando dicen que la trilogía es autoficción o autobiográfica y me dicen 'vos', en lugar de decir Faye, que es el personaje. No me importa porque al final lo que he hecho es ser clara con respecto a cuáles son los cimientos de mi escritura. Uno crea un libro a partir de cierto material así que mucho mejor si ese material te es cercano”, concluyó.

AL

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