Romero volvió a convertirse en héroe a 9 años del Mundial 2014 y llevó a Boca a la final de la Copa Libertadores
Boca Juniors alcanzó esta noche su duodécima final de Copa Libertadores al vencer por penales a Palmeiras en el Allianz Arena, de San Pablo, por 4 a 2, luego de igualar 1 a 1 en los 90 minutos regulares tras la paridad sin goles de la ida en la Bombonera, con los dos primeros disparos de los brasileños contenidos por Sergio Romero, y afrontará el 4 de noviembre próximo el partido decisivo ante el carioca Fluminense en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro.
La postura de Boca fue similar a la que encaró con los mismos 11 protagonistas en el partido de ida en la Bombonera, aunque en aquella oportunidad, apenas el jueves pasado, tuvo la pelota por más tiempo que esta noche en el primer tiempo, pero desde lo actitudinal su fisonomía fue la misma: ir a buscar la victoria de movida nomás.
La diferencia, simplemente o no menor, según se mire, fue que los dirigidos por Jorge Almirón apreciaron más el contraataque como el argumento a mano que le ofrecía la iniciativa de Palmeiras sobre su piso sintético y mojado por la intensa lluvia que cayó durante toda la jornada sobre el Allianz Parque.
Y esa estrategia “xeneize” empezó rápidamente a dar buenas sensaciones porque adelante la dupla uruguaya Miguel Merentiel-Edinson Cavani estaba encendida, el “Colorado” Valentín Barco hacía de las suyas por izquierda (esto es hasta pararse con ambos pies sobre la pelota para desconcertar a sus marcadores), y cuando hacía falta la pausa aparecía Cristian Medina “a lo Riquelme”, guardándose la pelota y promoviendo los aplausos del propio Román desde uno de los palcos del imponente estadio paulista, mientras los 2.500 hinchas boquenses hacían lo propio desde una bandeja “pintada” de azul y oro.
Y cuando se jugaba exactamente la mitad de esa primera etapa llegó una contra por izquierda encarada por Merentiel, que sacó “a pasear” al capitán de Palmeiras, el paraguayo ex Lanús, Gustavo Gómez, que muy cerca estuvo de ser jugador de Boca, y entregó una asistencia impecable para que Cavani se sacara la “mufa” de arrastrada y convirtiera su segundo gol con la camiseta auriazul (el primero fue a Platense de cabeza) chocando contra el palo izquierdo del arco local, igual al que falló en la ida en la Bombonera y tanto le reprocharon.
Pero lo positivo de Boca fue que siguió en sus “trece” después de esa conquista y siguió con su perspectiva de ser protagonista dejándole la pelota a su rival, mientras Gómez salía a buscarlo a Merentiel a cualquier lado y siempre perdía, al punto que en ese afán por querer y no poder controlar al ex Defensa y Justicia, cuyo pase pertenece justamente a Palmeiras (está a préstamo), terminó prematuramente amonestado.
Así con ese mejor sabor de boca se consumió el primer tiempo para Boca, mientras Palmeiras era todo impotencia y la mejor prueba de ello es que terminó esos primeros 45 minutos con tres amonestados contra ninguno de sui rival.
Pero la segunda etapa iba a llegar con una historia diferente, porque Palmeiras, con el ingreso del chico Endrick, de 17 años, una verdadera joya que ya compró Real Madrid a cambio de 72.000.000 de euros, para tratar de hacer extrañar menos al lesionado goleador Dudú, empezó a horadar las últimas fortalezas defensivas boquenses.
Y esto provocó que Palmeiras merodeara cada vez con más asiduidad el área defendida por un Sergio Romero que amagaba con convertirse en figura si el 1-0 se sostenía, hasta que a los 20 minutos y como supo suceder en otras ocasiones, luego de ganarse una primera tarjeta amarilla por levantar demasiado la pierna, Marcos Rojo se llevó la segunda y consecuente roja por una barrida cerca de su área.
Almirón reaccionó inmediatamente sacando a Valentín Barco, uno de sus mejores hombres, para que ingresara Nicolás Valentini, sosteniendo esa línea de cinco armada un ratito antes cuando Bruno Valdéz relevó a Merentiel.
Y antes de que pasaran 10 minutos de esa expulsión apareció otro uruguayo, pero en este caso el de Palmeiras, Joaquín Piqueréz, el lateral izquierdo que remató desde lejos y por bajo entre las piernas de varios jugadores, lo que tapó la visión de “Chiquito” Romero, que por ello tardó en reaccionar y cuando lo hizo, si bien pudo manotear el balón con su mano diestra, no logró impedir que llegara a la red.
Almirón decidió entonces reforzar el fondo con piernas frescas e hizo ingresar a Marcelo Saracchi por un cansado Frank Fabra, pero en la misma ventana, que era la última de que disponía, quiso hacer entrar también a Jorman Campuzano, pero demoró la gestión y perdió esa posibilidad.
El cuarto de hora final volvió a poner a Palmeiras otra vez de cara al arco de Romero, que más allá de esa acción del gol, volvió a responder con excelencia para sostener la paridad hasta los penales, algo que cerca estuvo de impedir también Cavani cuando de frente al arquero Weverton se resbaló y su remate defectuoso pudo ser controlado por el arquero brasileño.
Pero a la hora de los 12 pasos todo es grande para “Chiquito”, que hasta pareció que al recibir el empate de Palmeiras en vez de amargarse ya se entusiasmó con la definición por penales que estaba por llegar, y en la que otra vez fue alta figura al contener los dos primeros disparos de los brasileños.
La paradoja fue que Weverton, al que le habían convertido los 24 penales anteriores que le ejecutaron, terminó atajándole el primero nada menos que al propio Cavani.
Y todo fue entonces azul y amarillo en el Allianz Arena, donde a pesar de no ganar ningún partido desde los octavos de final en adelante (empató todos y los sacó adelante por penales), está en la duodécima final de Libertadores y es el que más lo hizo en la historia del certamen (ganó seis), de “las manos” de un “Chiquito” Romero que lleva atajados 12 de los 23 penales que le patearon desde que está en Boca. Como para no confiar entonces en los empates.
Romero se vistió de héroe, una vez más
Las manos de Sergio Romero brillaron de nuevo en San Pablo, nueve años después de haber clasificado a la Argentina a la final del Mundial 2014 por penales ante Holanda, el 1 de Boca Juniors llevó a su equipo a otra final, esta vez a la Libertadores 2023 hacia un mismo destino, el estadio Maracaná, para ante Fluminense.
Cuatro salvadas milagrosas durante el partido ante Palmeiras que terminó 1-1 por la vuelta de la semifinales y dos penales atajados le dieron a Romero el status de nuevo mito del pueblo boquense, pero también para su cosecha personal “Chiquito”, puede decirse, es uno de los héroes de San Pablo.
Si en 2014 Javier Mascherano le pidió convertirse en héroe, Romero repitió la fórmula ante Raphael Veiga y Gustavo Gómez.
Se sentía en el aire del Allianz Parque del barrio de Pompeia. Ningún local quería llegar a los penales por el derrotero de Romero, todo un verdugo para los pateadores en esta Libertadores.
Esta vez Romero enmudeció al los 40.000 hinchas de Palmeiras, así como había enmudecido a los brasileños y holandeses en el estadio Itaquera en 2014, cuando Lionel Messi llegaba a su primera final mundial.
La fiesta en el césped sintético mojado hasta doler del Allianz Parque fue toda de Boca. Uno 2.000 hinchas se quedaban en la madrugada paulista, bajo una brisa y un rocío que bajaron la temperatura pero que no impidieron que el calor se lo llevara Boca, que prometió llevar la copa a la Argentina desde Río de Janeiro.
Para los supersticiosos, la hinchada Mancha Verde de Palmeiras cometió un error capital: antes del partido mostraron una bandera gigante con el Maracaná y el cristo Redentor, seguros de vencer a Boca en la semifinal.
La madrugada del viernes en San Pablo comenzó con la melodía del vals desde el alma, cantado por los 2.000 hinchas de Boca, únicas voces en la silenciosa retirada de los derrotados.
Por Pablo Giuliano (Agencia Télam)
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