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Controles por las buenas y por las malas, alza de tarifas y tasas intocables, la receta con la que el Gobierno reacciona a la inflación en ascenso

La suba de precios de alimentos impulsa la inflación.

Alejandro Rebossio

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El gabinete económico, donde manda el ministro de Economía, Martín Guzmán, pero también tercia la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, sintió el golpe del 4,8% de inflación del mes pasado, pero no se da por derrotado aún. “No es el final de la historia”, advierten mientras arrecian las críticas del cristinismo, que pide más heterodoxia para afrontar un problema que Guzmán define como esencialmente macroeconómico. En el Gobierno reconocen que sus peores pronósticos para el primer trimestre eran del 11%, pero la inflación terminó siendo del 13%.

“Siempre habíamos dicho que la inflación iba a ser mayor en los primeros tres meses del año y entonces no vamos a generar una sobrerreacción”, aclaran en el equipo económico. Por eso, descartan un cambio en la política macroeconómica que viene siguiendo Guzmán: “Está alineada”. En el Gobierno consideran que el resultado fiscal está bien encaminado, con fuerte recaudación tributaria y consiguiente reducción del déficit, y desestiman la necesidad de subir la tasa de interés para absorber más pesos del mercado porque la consideran en consonancia con la subida de precios prevista a futuro. Y eso que ayer el Tesoro fracasó en la licitación de títulos al captar sólo $ 37.000 millones, en lugar de los 95.000 millones requeridos, en lo que constituye el primer revés en mucho tiempo, signo de tiempos que se complican no sólo por la inflación sino también por el impacto económico de las restricciones del Covid-19.

Pero en el equipo de Guzmán destacan la acumulación de reservas del Banco Central y el alejamiento de los fantasmas de una brusca depreciación de la moneda, como se temía hasta hace medio año. Están satisfechos con la desaceleración del ritmo de devaluación del peso, que se instrumentó desde febrero pasado, para desalentar la inflación. Consideran que las altas cotizaciones internacionales de las materias primas traen un ingreso extra de dólares al país que permite atrasar un poco un tipo de cambio aún competitivo. A la vez, están contentos con los sindicalistas, que en general se alinearon con la pauta oficial del 33%, aunque en los últimos días, ante la evidencia del salto de precios, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) se acomodó con un 35%.

En el oficialismo adjudican entonces el subidón de precios a otros factores. Primero, el encarecimiento mundial de los productos básicos, como los alimentos. Segundo, la falta de coordinación de expectativas inflacionarias con los empresarios, es decir, que no se avinieron a la meta oficial del 29% sino que remarcaron más. Además señalan que los sectores que reabrieron aumentaron en mayor medida y así fue que la educación aportó 0,7 puntos al 4,8% de marzo y la ropa, un 1,3, al tiempo que los pasajes aéreos duplicaron su valor. “Esperamos que en abril pase el efecto reaperturas. Las nuevas restricciones van a calmar un poco, aunque siempre su efecto económico es peor que los beneficios que puedan traer en términos de precios”, analizan.

Como “la macro está alineada”, según Guzmán, entonces en el recetario oficial sólo queda echar mano de las medidas heterodoxas, aunque los de su ministerio nieguen que vuelvan las estrategias de Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior K. “Hay que controlar más el impacto de los precios internacionales con medidas como las de la carne vacuna, con registro de exportaciones y acuerdos de precios, que por ahora no funcionaron porque no bajaron los precios. Falta saber si las expectativas de los empresarios se alinean. Por eso hay que seguir charlando de que cumplan los Precios Máximos, Paula (Español) va a hablar con los muchachos y la idea es llegar a los canales de distribución a los que no llegan”, explican en el Gobierno. Es que los topes se respetan en las grandes cadenas de supermercados, pero no en los almacenes ni en los locales chinos. Y no es sólo por decisión de los comerciantes sino también de los fabricantes. “Tenemos que controlar por las buenas y por las no tan buenas, con multas”, sostienen en el Ministerio de Economía, en un claro apoyo de Guzmán a las medidas que viene aplicando la secretaria de Comercio Interior. Español puede ser amiga del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y de su ministro de la Producción, Augusto Costa, pero en el Gobierno defienden que trabaja en equipo y alineada con el resto del gabinete económico, incluido su jefe, el titular de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

En lo que el equipo de Guzmán rechaza la heterodoxia es en las tarifas. El interventor del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), el cristinista Federico Bernal, ya anunció que subirán sólo 6% o 7% el mes próximo, pero en las filas del ministro aseguran que la cifra aún está por verse y debería ser mayor. “Un aumento de tarifas no incide tanto en el IPC (índice de precios al consumidor). En cambio, tenemos que mantener los subsidios en relación al PBI como en 2020 para seguir con la consolidación fiscal, necesaria en la política contra la inflación. El mal dato de inflación de marzo y las nuevas restricciones por la pandemia hacen más necesario un aumento mayor de tarifas. El gasto en subsidios es pro rico y en este contexto preferimos focalizarlo en los más pobres, por eso adoptamos medidas como el bono de $ 15.000 a los beneficiarios de la AUH (asignación universal por hijos) y a los monotributistas de las categorías más bajas”, se refieren en el Gobierno a un gasto extra que se financiará con la recaudación mayor a la prevista de los últimos meses. Eso sí, la segmentación de las tarifas por ingresos quedará para el año próximo porque resulta imposible que los técnicos que están trabajándola lleguen a tiempo para 2021.

AR

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