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Desde informáticos hasta psicólogos, 200.000 trabajadores independientes dan servicios al exterior y esperan por el monotributo tech

Archivo - Una videoconferencia a través de Zoom

Alejandro Rebossio

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La rosca política se centró por estos días en la definición de candidaturas, pero cientos de miles de monotributistas y trabajadores autónomos esperan que se trate en el recinto del Senado el proyecto de ley de creación del monotributo tech, que permitirá cobrar en dólares, sin cambiar los pesos al tipo de cambio oficial, las exportaciones de todo tipo de servicio, no sólo tecnológico, por hasta US$ 30.000 anuales. Ahora sólo pueden traerse hasta US$ 12.000 anuales sin pasar a la moneda nacional. La medida ayudaría a los pequeños exportadores que trabajan en blanco y blanquearía a aquellos que no tributan ni traen sus divisas al país porque cobran afuera.

El monotributo tech, que es resistido por gigantes de la informática como Globant, Oracle, Accenture, Mercado Libre o Microsoft, beneficia no sólo a informáticos sino también a periodistas, docentes universitarios, gamers, arquitectos, guionistas, traductores, psicólogos, fonoaudiólogos, economistas, abogados, contadores, politólogos, expertos en marketing o recursos humanos y analistas de datos, entre otros. Cada vez más personas exportan sus servicios, validos por las facilidades tecnológicas, como las comunicaciones por Zoom o Meet. Como muchos operan en la informalidad, no hay un número oficial de pequeños exportadores, pero si se tiene en cuenta que existen 2,2 millones de monotributistas y autónomos, no es descabellado pensar que al menos el 10%, unos 220.000, consiguen una porción de sus ingresos en el exterior, según expertos.

El analista financiero Carlos Maslatón, fervoroso defensor de la economía “barrani”, en negro, coincide con ese cálculo: “Están todos los que trabajan en Argentina y facturan para afuera para empresas tecnológicas. Están dispersos en todo el país. Más los creadores de contenidos, youtubers, los del mundo bitcoin. Pueden ser más de 200.000 personas. Pueden cobrar de 3.000 a 30.000 dólares por mes. Todo esto crea una demanda interna enorme en la Argentina y es una de las diez razones por las que no está destruida la economía. La plata entra clandestinamente, pagando hasta 5% de gastos. Nadie la va a entrar por banco, primero por los tributos y segundo porque te cagan con el tipo de cambio. Así que no se van a registrar”, opina Maslatón, que pone en duda el impacto del monotech.  

Pero muchos monotributistas y autónomos esperan que los senadores aprueben la ley que ya tiene aceptación de Diputados y dictamen de la cámara alta. “El proyecto de ley me parece excelente ya que permite a los talentos argentinos expandirse y formar parte de la industria a nivel mundial”, opina Adrián Feigeles, productor de promociones deportivas para televisión y redes digitales que exporta en blanco el 100% de su trabajo a México y otros destinos. “A su vez sería muy bueno llevar al dólar oficial a un nivel competitivo y así esos dólares que entran no vayan a parar el mercado informal, pero sí aumenten la capacidad de las reservas argentinas, lo que se dice win win situation”, agrega Feigeles, de 39 años. Claro que una devaluación también impactaría inicialmente en la inflación.

Una fonoaudióloga de 53 años comenzó a partir de la pandemia a conseguir el 10% de sus ingresos en el exterior. Busca que sean más. Cobra en parte en blanco y en parte, en negro, a través de la plataforma PayPal. “Antes de la implementación en 2022 de los 12.000 dólares por año, yo empecé a tener pacientes y dar cursos en el exterior, con 50 personas, y es un plomazo hacerle factura a cada uno. En vez de hacer eso, lo que hago es armar un link en PayPal y la gente del exterior paga a través de link. El tema es que esa plata o la traés a la Argentina a través de alguna app liquidándola en pesos al valor del blue, o la traés con alguna cueva que te cobra un porcentaje”, explica la fonoaudióloga, que prefiere el anonimato. “Me parece bien que dejen traer 30.000 dólares porque... ¿o estoy loca o no es genial que ingresen dólares al país?”, concluye.

Sandra es una psicóloga de 56 años con un par de pacientes en el extranjero, que le aportan el 5% de sus honorarios. No conoce el proyecto de ley ni el beneficio actual de los 12.000 dólares, como mucho otros monotributistas. Cobra por PayPal. “Me queda depositado el importe en la cuenta. Lo guardo como ahorro. Son 50 u 80 dólares mensuales. Eventualmente lo uso para alguna compra”, comenta.

Otro colega suyo, Ricardo, de 63 años, exporta el 30% de sus servicios y lo hace en blanco. “Son argentinos viviendo en el exterior con cuentas de ellos aquí en pesos o de familiares de ellos aquí en pesos. Les cobro en pesos, pero con un honorario más caro que a los residentes locales”, explica. El proyecto de ley “sería blanquear, si bien no es mi caso, los pagos que quedan depositados en negro en alguna cuenta en el exterior, sería beneficioso para los profesionales y no deja de ser una exportación”, opina Ricardo. “Pero no sé si le dan las cuentas al Banco Central, eso escapa a mis conocimientos. En algunas profesiones se está dando el mismo fenómeno de los alquileres para extranjeros. No hay deptos para alquilar porque los ponen en Airbnb. Los honorarios de algunos profesionales aumentan y son menos accesibles para los residentes. Hoy una empresa de software que ofrece servicios a clientes locales no consigue buenos programadores que acepten un sueldo en pesos porque trabajan para empresas de otros países. La globalización beneficia a algunos y perjudica a otros, los de menos recursos, por lo que también es una cuestión social. Todo esto ya se está dando con o sin ley de blanqueo. Es un tema complejo al que hay que dedicarle tiempo de análisis”, remata el psicólogo.

Romina es licenciada en sistemas de 57 años. Trabaja desde su casa de 4 de la mañana a 13 como project manager (gestora de proyectos) para una consultora de España que tiene, a su vez, diversos clientes. Sus compañeros de trabajo residen allí, pero también en la Argentina, Colombia y México. Cobra en negro en una cuenta del exterior e ingresa el dinero a través de una cueva a cambio de un porcentaje. “El proyecto de los 30.000 dólares serviría porque permitiría estar formal, usar tarjeta de crédito y no tener que hacer toda una ingeniería financiera para manejarse con pilas de billetes para todos lados. Si se aprueba el sistema, podría entrar al sistema formal”, se ilusiona Romina.

Diego tiene 35 años y se graduó de ingeniero informático en la universidad pública. Vive en el noroeste y desarrolla software, aspas, sitios, soluciones relacionadas con su especialidad y la ciencia. Trabaja para la filial local de una empresa extranjera y al mismo tiempo exporta como free lance. A veces ese extra supone el 20% de sus ingresos y otras, el 50%. “Todo lo que se puede se cobra en blanco, pero otra parte es en negro, que se paga en USDT (la criptomoneda Tether, que está respaldada por el dólar) u otras monedas virtuales. Luego voy a una cueva, a un grupo de WhatsApp y cambio los USDT con 2% de comisión y me dan el dinero físico. Rechaza el proyecto del monotech: ”Me parece inviable, malo o muy malo. Lo que habría que lograr es unificar los tipos de cambio. Mientras hay varios, te conviene más el blue“.

Romina Luna, de 41 años, trabaja como project manager para la industria de los videojuegos para celulares. Desde el conurbano organiza un equipo de trabajo con latinoamericanos y españoles, en un trabajo que representa el 40% de sus ingresos. Tiene otro, pero es local. Cobra todo en blanco: “Por medio de depósito por Western Union, luego me descuentan los impuestos en el banco”. “Los 30 mil anuales siguen siendo un tope poco realista. En el medio de tecnología se puede ganar más que eso. Por ende, siento que esta ley puede que no ayude a los que están trabajando freelance en dólares, o a aquellos que trabajan como streamers creando contenido en línea o a los e-gamers”, advierte Romina.

Jorge, de 40 años, es politólogo y trabaja como consultor para la Argentina y el exterior, parte en blanco, parte en negro. “El proyecto del monotech es positivo, pero no deja de ser un parche. Cuando levanten el cepo, ¿qué va a pasar con este régimen? ¿Quién va a dejar los dólares en el banco si tiene miedo que algún gobierno los manotee?”, se pregunta Jorge, que espera ansioso por la ley.

Otro colega suyo da clases cuenta que en su rubro nadie quiere facturar en blanco al exterior sino que prefieren las criptomonedas. “Yo hago todo para no ingresar el dinero en blanco porque además el procedimiento en los bancos es caótico, hay que llenar formularios, ir a Comex (área de comercio exterior de la entidad)”, comenta. “El monotech sería una tremenda buena noticia”, añade.

Manuel es un periodista de 51 años y ofrece cursos al extranjero. Cobra en negro por PayPal y después se lo gira por la web saldo.com.ar pagando el 12% de comisión y con un tipo de cambio menor al paralelo. Apoya el proyecto del monotech: “Está bien, pero necesita de una resolución del Banco Central que regule las comisiones de los bancos, ya que cobran una fija por operación que hace imposible usarlas. Por ejemplo, si por operación recibo 30 o 70 dólares, el banco me cobra 80 dólares fijo, por lo que pierdo y todo y encima quedo debiendo. Toda la operatoria de Comercio Exterior de los bancos está pensada para empresas y operaciones de magnitud y no para monotribustistas tech”.

Otro colega suyo, Marcelo, de 40 años, hace entrevistas para medios del exterior y consigue allí el 3% de sus ingresos. Se lo envían en negro por Western Union. “Ojalá se haga”, contesta cuando le preguntan por el proyecto de ley.

Irupé es fotógrafa y periodista, de 42 años. El 30% de sus ingresos se genera afuera, lo cobra por PayPal y lo va ahorrando. Para su vida cotidiana gasta el 70% que cobra en el mercado interno y también va gastando ahorros locales. “Me parece bien”, opina sobre el monotech.

Alejandro es un historiador de 40 años que ofrece servicios de investigación y archivo. El 20% de sus ingresos proviene de un contrato con una universidad de Alemania. Lo cobra en negro a través de una prima que vive allá. Antes de la consulta de elDiarioAR, ni sabía que podía ingresar 12.000 dólares por año en blanco sin cambiarlos a pesos. “Cobro mucho menos que 12.000. Me parece que permitir ingresar 30.000 sin convertir es mucho. No deberían permitir ese ingreso, es muy alto”, critica Alejandro.

También Mariela Livy, licenciada en relaciones laborales de 48 años, exporta sus servicios. El 90% de su actividad consiste en buscar y seleccionar profesionales de IT (tecnología de la información) para trabajar en España. Todo en blanco. “Los profesionales de IT prefieren quedarse en la Argentina y cobrar en moneda extranjera aunque sea de forma ilegal”, aclara y apoya el monotech: “Es bueno en mi caso, pero creo que soy la única porque el resto de los profesionales prefieren cobrar en negro, a través de circuitos que para mí son muy peligrosos”.

En toda la Argentina hay profesionales que exportan sus servicios, pero además Buenos Aires es la tercera ciudad con más talento para los trabajadores remotos en las seis áreas más demandadas en la materia, que son desarrolladores informáticos y de videojuegos, analistas de seguridad cibernética, profesional de marketing digital, los de recursos humanos y analistas y científicos de datos, según el ranking de la firma WorkMotion. Sólo es superada por Seúl (Corea del Sur) y Bangalore (India) y está por delante de Londres (Reino Unido) y Bucarest (Rumania).

AR

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