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El país tuvo en 2022 su mayor inflación en 32 años, la sexta más elevada del mundo, y el Banco Central reaccionó sosteniendo las tasas altas

Pesce con su par chino, Yi Gang, el pasado fin de semana en la reunión de banqueros centrales de Basilea, Suiza, al anunciar un acuerdo para reforzar las reservas.

Alejandro Rebossio

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La Argentina sufrió en 2022 su mayor inflación desde 1990, cuando había trepado al 1.343%, es decir, se encontraba en hiperinflación. El 94,8% del año pasado superó al 84% de 1991, el anterior máximo nivel desde la híper, y también al 53,8% de 2019, el guarismo con el que se despidió el gobierno de Mauricio Macri y que era el segundo más alto desde la década del 90 (ahora es el tercero).

En un contexto global en el que varias potencias batieron en 2022 su mayor inflación en cuatro décadas, como Estados Unidos, e incluso en siete, como Alemania, por la guerra de Ucrania, y con factores locales que alimentaron la suba de precios, la Argentina también padeció el sexto mayor índice de precios al consumidor (IPC) del mundo. Venezuela lideró en el planeta con un 305%, seguido por Zimbabwe, con 243%; Líbano, con 189%; Siria, con 139% interanual hasta agosto y Sudán, con 103% hasta octubre.

El ministro de Economía, Sergio Massa, esperaba que la inflación al menos amainara en diciembre por debajo del 5%, como en noviembre, pero resultó del 5,1%. Frente a este dato que demuestra la persistencia del fenómeno, que llegó a alcanzar el 7,4% en julio, el directorio del Banco Central, que encabeza Miguel Pesce, mantuvo sin cambios la tasa de política monetaria y anunció que “seguirá actuando con prudencia ante la evolución de la tasa de inflación”. Los directores, incluidos Sergio Woyecheszen, Lisandro Cleri, Zenón Biagosch, Jorge Carrera, Pablo Carreras Mayer, Claudio Golonbek, Eduardo Hecker y Agustín D’Attellis, consideran que mantener inalterada la tasa de referencia contribuirá a la desaceleración gradual de la inflación en el mediano plazo, “consolidando la estabilidad financiera y cambiaria”. “La calibración de las tasas de interés en terreno positivo en términos reales -es decir, por encima de la inflación- garantiza la protección del ahorro en pesos y contribuye a mantener ancladas las expectativas cambiarias, favoreciendo el proceso de desinflación.”

AR

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