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Entrevista

Marta Gómez: “No hay reemplazo para el concierto en vivo”

Marta Gómez presenta un streaming exclusivo para Argentina, Chile y Uruguay este domingo 6 de junio

Claudia Regina Martínez

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Para Marta Gómez, la pandemia fue “una maestra”. Todo este tiempo le sirvió para detenerse, aprender y llenarse de proyectos que irá desgranando poco a poco en este 2021 y más allá. La cantante y compositora, nacida hace 43 años en Cali pero radicada en Barcelona desde el 2009, hizo de la necesidad virtud y se valió de la tecnología para mantenerse en contacto con sus seguidores en las redes y preparar así la celebración de sus 20 años de carrera discográfica.

Como todxs lxs músicxs, su vida se vio alterada por completo, pero, como cuenta en entrevista con elDiarioAR, se reinventó. Entre otras cosas, aprendió a grabarse a sí misma y a dictar su taller de escritura de canciones por Zoom. Ahora se prepara para presentar un documental sobre su vida, compartir pequeñas cápsulas con las historias de cien de sus canciones, lanzar un disco-libro y, si todo sale bien, tocar en octubre en su país natal junto a la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

Pero antes esta cantautora de sonrisa dulce y generosa, que en sus canciones combina lo melódico con ritmos folklóricos latinoamericanos y que cuenta a Violeta Parra, Mercedes Sosa, Carol King, Chavela Vargas, Chabuca Granda y Liuba María Hevia entre sus referentes, ofrecerá este domingo 6 de junio un streaming exclusivo para Argentina, Chile y Uruguay. Será un recital íntimo, desde las 12:00 hora argentina.

¿Cómo va a ser este streaming?

-Me gustan muchos las redes sociales y canto gratis, por mí, cada día. Sobre todo cuando empezó la pandemia, pero antes también. Me gusta mucho comunicarme con la gente y siento que se necesita más canto, que en las redes haya poesía, canciones. Pero también tengo que vivir. Entonces, hemos pensado en dos conciertos virtuales de pago. Lo que hacemos para esos conciertos es un poco más de producción. Es distinto a yo aquí con mi guitarra solita. Vamos a un lugar, rentamos un estudio, sonido, varias cámaras. También le damos una intención distinta. El primero, que fue general, era de canciones homenaje a poesía: Federico García Lorca, Eduardo Galeano. Y esta vez quisimos hacer uno solamente para Argentina, Uruguay y Chile, que son países que siempre visito, sobre todo Argentina, y ahora no voy a poder quién sabe por cuánto tiempo. Queríamos hacerles un regalo por estos 20 años. Será un concierto muy distinto, con un pianista que se llama Antonio Mazzei, con el que trabajo hace muchos años. Y serán canciones pasando por los 20 años, muchas surgidas de la interacción con la gente. También canciones que han surgido en la pandemia. Hay una que se llama “Cuando todo pase” y entonces con el hashtag #Cuandotodopase, si tienen ideas, en ese momento podemos ir creando parte de esa canción juntos. ¿Qué será lo primero que quieras hacer cuando todo esto pase? Abrazarte con alguien, bailar, ir al cine, ir a llorar a quien ha muerto al cementerio. Con todas las cosas que queremos hacer, crearemos una canción colectiva. Nunca será lo mismo que un concierto presencial, pero tiene una magia muy bella porque puedo leer al público y saludando. Se hace un ambiente bien lindo.

Realmente la música argentina la tengo dentro mucho más fuerte que la música colombiana. Conozco más zambas argentinas que vallenatos, por ejemplo. Es la música con la que más he resonado.

Tu relación con Argentina es bastante especial. ¿Cómo surgió?

-Desde niña la música argentina era muy importante para mí y para todos los colombianos. No sé si sabes que en Colombia piensan que Gardel es de allí. En Medellín, yo lo digo en risa, pero allá tu no les puedes decir que Carlos Gardel es argentino porque no lo es. Crecí oyendo mucho tango, más adelante Mercedes Sosa. De niña, por ejemplo, mi maestra tenía una amiga en Argentina que le mandaba cassettes con canciones infantiles de María Elena Walsh, que nadie más conocía. Realmente la música argentina la tengo dentro mucho más fuerte que la música colombiana. Conozco más zambas argentinas que vallenatos, por ejemplo. Es la música con la que más he resonado. Y después cuando fui a estudiar a Boston, en Estados Unidos, conocí a tres argentinos que tenían un grupo y me quedé enamorada de esa música porque dije: esto es lo que yo he oído. Les propuse que tocaran conmigo y ese fue mi grupo durante todo el tiempo que estuve allí. Después de conocerlos fue que empezamos a ir a Argentina, a conocer a Raúl Carnota, Piero, Suna Rocha, tanta gente que adoro, pero debo decir que eso era desde mucho antes. Conocí Argentina en el 2001, pero desde niña había canciones que incluso pensaba que eran colombianas. Y me sabía zambas que mis amigos argentinos no se sabían.

Este año tenés muchos proyectos. En agosto presentarás un disco-libro. ¿En qué consiste?

-Disco-libro, ya suena como una reliquia de museo, pero nosotros seguimos apostándole y la verdad es que desde que empecé a hacer mi primer disco hace veinte años ya me decían que no hiciera discos. El tiempo ha pasado y la gente sigue comprando discos. Es un disco-libro de un espectáculo que se llama “Dar a luz”. Es un cuento muy largo con muchos subcuentos, escrito por Nicolás Buenaventura, escritor, cineasta y cuentero colombiano. Sentado en un asiento, descalzo, empieza a contar. Este cuento en particular trata de una mujer que está a punto de parir en un pueblo, en las orillas de un río, y no se siente capaz. Llama a la partera del pueblo, que le dice: “Está todo bien. Eres tú”. Entonces llama al cuentero del pueblo para que la tranquilice, le quite el miedo y la tensión y pueda parir. Nicolás representa a ese cuentero y yo represento un poco a la mujer que escucha sus cuentos. Voy cantando, arrullándome, pensando en las canciones de cuna que le cantaré a mi hijo, en el miedo que tengo, en lo que va pasando. Es también un tributo al parir, a volver a apoderarnos del parto como algo nuestro entre la mamá y el bebé. Es realmente un cuento muy bello. Ya lo hemos presentado durante muchos años en muchas partes. Pero siempre nos preguntan por alguna canción, alguna historia. Y no existía en ningún lado, solo en el espectáculo. Entonces aprovechamos este momento para escribir el cuento, tenerlo en audio, y las canciones por separado.

¿Y cómo será el documental sobre tu vida?

-Cuando estaba empezando este 2021 mi compañero, Julio, que además es mi mánager, dijo: “Oye, hace 20 años exactamente que grabaste tu primer disco. Pues, vamos a celebrarlo y aprovechar que estamos todos encerrados y que se puede producir en casa. Vamos a aprovechar que tenemos la cámara o el celular o lo que sea para poder grabar y que otra persona nos mezcle”. Nos enfocamos en esos veinte años para darle un propósito a este año muy estático, de no viajar. La idea fue primero hacer pequeñas capsulitas de las historias detrás de cien de mis canciones. En vivo siempre cuento la historia de las canciones, pero en el disco o en YouTube eso no está. Entonces decidí filmarme, muy sencillamente, contándolas. Y después pensamos en hacer un documental, que también lo dividiremos en pequeñas cápsulas para las redes, que fuera sobre mi vida. Aprovechamos estos tiempos para pedirles a mis padres que se grabaran contando cómo era cuando yo estaba chiquita, a mis amigas del colegio que me oían cantar en el coro, a mis compañeros de la universidad, a mis maestros, a mis hermanos, mis tías. Ha sido una cosa bellísima de poder recopilar. Está apenas en proceso porque, claro, es largo, pero ya arrancamos. Ya grabé mis partes y ya me van mandando videitos de varias partes del mundo. Ese es otro de los proyectos que se llama “Chicharra”, por una de mis canciones.

Tenés planeado un concierto en Colombia en octubre.

-Esos son los planes, pero es muy raro. Si algo aprendimos de la pandemia es a esperar y a tener plan A, B, C y D. Entonces por ahora, obviamente sí, dicen que sí, que está confirmado. Primero decían que con menos aforo y después, de pronto, que nada, solos los músicos, solo grabarlo. No sé. Después también estará la parte virtual. Estamos trabajando para que se haga. La orquesta está ensayando, los arreglos se están haciendo. Pero yo creo que son tiempos de pausas, de que si se da todo para que con seguridad y en cierta armonía se pueda hacer, perfecto. Pero ni siquiera por el Covid. La situación en Colombia está al borde de una guerra civil. Pero, no sabemos si en un mes está todo resuelto y estamos con ganas de oír música. Entonces, todo son planes.

¿Cómo estás viviendo lo que está pasando en Colombia?

-Es muy desesperante y frustrante. Estar lejos a veces es peor, porque no sabes realmente qué está sucediendo. Te sientes culpable de estar fuera, de poder manifestarte en paz. Aquí, como en todo el mundo, se hacen manifestaciones cada día y son manifestaciones hermosas. Salimos todos con nuestros hijos, cantamos. Saber que eso es un lujo, que no se puede hacer en Colombia, que quizá en Colombia no podría salir a marchar con mi hijo, por ejemplo, que tendría que ir protegida, temería por mi vida, es realmente, por un lado, desesperante y frustrante. Por otro lado, está el odio. El odio que empieza a hervir, desde los que están allí atacándose, porque ya no hay ningún control. Es el pueblo contra el pueblo. Soldados contra policías, contra estudiantes manifestándose, contra indígenas marchando, contra la ciudadanía, que está armada. Cali, que es la ciudad de donde soy, es la más afectada, porque también es donde hay más narcotráfico. Por lo tanto, los poderosos de la ciudad tienen su propia guardia, sus propios escoltas armados, y ellos son los que están, principalmente, disparando para defender lo suyo. Ese odio dentro y fuera, en las redes, cuando pones una foto y te comenta, es realmente muy doloroso. Pero, por otro lado, intento tener esperanza y pienso que es un despertar que nunca se había vivido en las calles, en las ciudades. Siempre había grupos, incluso fuera, que marchaban y pedían. Y dentro no. O siempre era la guerra en el campo, de la cual la ciudad no se enteraba. Y ahora ya es un caos en rechazo a un gobierno que no escucha, que sigue sin escuchar, que sigue trayendo armas y ejército pensando que es la solución. Entonces, por un lado, mucha frustración y, por el otro lado, la esperanza de estos estudiantes que están dejando su vida, literalmente, para algo mejor.

La pandemia afectó mucho a los músicos. Se suspendieron los conciertos. Y empezó a haber muchos vivos en las redes, mucho streaming. ¿Cómo viviste todo ese proceso?

Realmente me ha encantado pensar que no hay reemplazo para el concierto en vivo y que los seguimos, incluso con un barbijo, y queremos ir.

-Ha sido muy loco. Primero, porque ha sido parar nuestro trabajo absolutamente. Grabar no se podía. Ensayar no se podía. Viajar no se podía. Y tocar, sí, es cierto que están abiertas muchas cosas, pero el aforo es tan limitado que muchas veces no compensa. Sin embargo, debo decir que cuando he ido a conciertos, porque he ido a más conciertos de los que he dado, es increíble. La gente va y los agota. Y dices: qué loco, porque no es una cosa de necesidad máxima y sí que lo es. O sea, las personas hacen su fila, se ponen una mascarilla una hora, con lo incómodo que es, para ver un concierto. Me ha encantado pensar qué importante es. Y cuando hemos hecho conciertos en streaming, por ejemplo, que es otra experiencia y la agradezco un montón, te das cuenta de que no va la misma cantidad de gente que iría al concierto. Muchas personas incluso te dicen: mira, yo te compro la entrada, te apoyo, pero para mí no es lo mismo a ir a un concierto. Realmente me ha encantado pensar que no hay reemplazo para el concierto en vivo y que los seguimos, incluso con un barbijo, y queremos ir.

¿Cómo fue estar en casa todos estos meses?

-Han sido momentos muy difíciles, pero tuve el privilegio de poder estar en la casa, de tener estas posibilidades de comunicarme, de grabar incluso. Apenas empezó la pandemia no sabía ni grabar mi voz. Siempre iba a donde mis amigos, que me ayudaban. Entonces dije: ¿qué hay que comprar para poder grabar? Fue lo primero que hice antes de que cerraran todo: comprarme un aparatito para poder grabar en casa. Aprovechar esa tecnología ha sido maravilloso. Y han sido momentos de reinventarse, obviamente, y de parar. Particularmente no he sentido esa frustración por no poder viajar. Otros amigos me dicen: extraño las giras. Yo digo: ya volverán. Este es un momento de pensar en otra cosa, de crear. Ha sido el momento que más libros he leído, más cursos he tomado. Yo dicto desde hace años un taller de escritura de canciones cuando viajo a los ciudades si me queda un huequito. Y esta vez fue al revés. Esto ha sido lo que me mantuvo en pie estos meses. Y ha sido fantástico. La conexión con gente. Tener el tiempo. Es maravilloso saber que todos estábamos en casa y que todos teníamos ganas de aprender. Tengo sesiones de Zoom con 350 personas queriendo escribir canciones. Es maravilloso, porque dices: qué loco. Estamos en el fin del mundo y aún queremos arte, necesitamos crear, aprender cosas lindas. He tomado cursos de manualidades, de pintura, de composición de canciones, de décimas, de escritura de sonetos. Son momentos mágicos en los que nos olvidamos de todo y estamos hablando de poesía y oyendo canciones. Han sido momentos realmente muy raros, pero, dentro del privilegio, un aprendizaje. O sea, esta pandemia ha sido una maestra para mí.

Tengo sesiones de Zoom con 350 personas queriendo escribir canciones. Es maravilloso, porque dices: qué loco. Estamos en el fin del mundo y aún queremos arte, necesitamos crear, aprender cosas lindas

¿A quiénes les cantás?

-Canto para mí, para sacarme lo que siento, pero a los niños, sobre todo. Me gustaría decir que a la gente que no tiene voz, para decir todo lo que siente, todo lo que sufre, pero muchas veces ellos son los últimos que me escuchan. Hay una canción mía que se llama “Basilio”, que la compuse para un niño minero. Y él fue de los últimos en oírla. Ya la canción llevaba años y no había manera de llegar hasta que hace unos meses, en plena pandemia, pude contactarme con él y pudo escucharla. La compuse cuando él tenía 14 años, ahora tiene 28. A mí me gustaría poder llegar a los mineros, a las recolectoras de café, ahora a los estudiantes marchando. Es un camino que es difícil, porque normalmente quien puede ir a los conciertos o quien compra un disco o quien tiene acceso a Internet son personas que tienen más posibilidades y que de pronto no necesitarían tanto el canto, pero yo confío en que todos tenemos soledades, todos necesitamos la música, y que poco a poco va llegando a su destino final. 

Ojalá podamos volver a abrazarnos sin miedo. Darnos un beso pegajoso y que no pase nada. Aglomerarnos, sudar en conciertos. Que no quede ese miedo.

¿Qué vas a hacer cuando todo pase, como dice tu canción?

-Lo que más sueño es abrazar a los míos sin miedo, porque ahora me he dado cuenta que primero no nos abrazábamos cuando nos veíamos y ahora ya hay como una necesidad pero agachas la cabeza. Ojalá podamos volver a abrazarnos sin miedo. Darnos un beso pegajoso y que no pase nada. Aglomerarnos, sudar en conciertos. Que no quede ese miedo. Y pienso mucho en mis padres. Nunca piensas cuándo es la última vez que los vas a ver. Siempre he estado lejos. Voy, vengo. Y cada vez que voy digo: en dos meses vuelvo, en tres meses vuelvo. Y ahora saber que no se puede y que cuando se pueda también me está ese miedo: ¿y si soy yo la que los contagia? Todo ese miedo tan fuerte. Pero, bueno, espero ya que nos vacunen y que podamos salir de esto pero que no nos quede el miedo. Cuando todo pase, espero que el miedo se vaya disipando rápidamente. 

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