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Análisis

¿Es Chile el próximo gran escalón en el ascenso de la ultraderecha en Latinoamérica?

El candidato a la Presidencia de Chile por el Partido Republicano, José Antonio Kast.

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José Antonio Kast no fue el candidato más votado en las elecciones presidenciales chilenas, pero es el que más posibilidades tiene de conseguir la presidencia. Todos los análisis publicados tras la primera vuelta del domingo señalan al aspirante de la ultraderecha como el mejor posicionado. Por razones diversas, pero sobre todo por un simple ejercicio matemático: Jeannette Jara, la apuesta de la izquierda, no ha alcanzado ni siquiera el suelo de votos que dibuja la aprobación del presidente Gabriel Boric (más del 32%) mientras que las derechas sumadas aglutinan la mitad de los votos. 

¿Quiere decir esto que la sociedad chilena se ha derechizado? ¿Chile puede convertirse en un escalón más en el avance de las opciones de extrema derecha en América Latina? De concretarse el giro conservador, Chile se convertiría en el sexto país sudamericano en elegir un presidente de derechas, siguiendo el camino de Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador y, más recientemente, Bolivia. Kast se sumaría a los grandes referentes ultras del continente por debajo de los Estados Unidos de Donald Trump: el salvadoreño Nayib Bukele y el argentino Javier Milei.

Para Franco delle Donne, experto en el tema y autor del libro Epidemia ultra, lo que muestran estos comicios claramente es una normalización de la extrema derecha. “Y no solo en términos de definir la agenda, dominar el discurso o reapropiarse de conceptos como la libertad, las buenas costumbres, el sentido común”, sino también ampliando el espectro con una opción incluso más a la derecha que Kast, al menos en el plano discursivo. 

Pero la división de la derecha no le resta a Kast. Al contrario: tanto Kaiser como Evelyn Matthei, representante de la UDI, el ala más tradicional de ese espectro, anunciaron de inmediato su apoyo al candidato del Partido Republicano, lo que le deja de facto a las puertas de La Moneda.

El efecto Kaiser

La candidatura del libertario Johannes Kaiser, más dura y vociferante, consiguió el 13,9% de los votos. Pero sobre todo permitió a Kast ocupar un lugar más moderado, ampliando su base electoral. “Kaiser era un candidato mucho más cercano al perfil de Javier Milei”, reflexiona Lisa Zanotti, investigadora del CEU Democracy Institute en Chile. “Kast, en cambio, pudo explotar una imagen que desde el populismo se acerca más a un nacionalismo de tipo cívico, vinculado a la idea de patriotismo. Y eso se vio en sus constantes apelaciones a los ‘chilenos de bien”, sostiene Zanotti. 

Los partidos de la derecha son conscientes de que están ante una oportunidad histórica

Soledad Vallejos Autora del libro Los dueños de la libertad, sobre el libertarismo en Latinoamérica

“Kast se melonizó –apunta Delle Donne– ofreciendo una derecha de buenos modales”. “En un sentido estricto, los republicanos y los libertarios tienen objetivos similares, pero al aparecer un político aparentemente más radicalizado, más bestial, el cerebro necesariamente los ordena y coloca a alguien como Kast en un lugar más moderado”, señala. 

Estratégicamente, Kast evitó en campaña entrar en temas sociales que pudieran generar rechazo, y se centró en dos ejes muy transversales: la economía y la seguridad. “Aquí está claro que tiene una ventaja comparativa frente al progresismo, al que le resulta un tema más difícil de abordar”, explica Soledad Vallejos, autora del libro Los dueños de la libertad, sobre el libertarismo en Latinoamérica. 

Jara, una opción que no convence 

“Kast tiene todas las de ganar”, defiende Vallejos, que apunta a la falta de una alternativa potente desde la izquierda. “La derecha es la única que está ofreciendo algo distinto en este momento, porque hace tiempo que no gobierna en su expresión más franca”, analiza. 

“Cuanto más se radicaliza el discurso, más se polarizan las elecciones”, explica Delle Donne. Y en este terreno el progresismo y los discursos más elaborados y abstractos tienen menos efecto. Los dos coinciden en que desde la izquierda se peca muchas veces de minimizar el potencial de la estrategia ultra: “Lo desestimas y le haces el vacío, pero al final el relato que prevalece es el otro”. 

La candidata Jeannette Jara.

A esa polarización se suma la situación particular de Chile, donde por ejemplo “el pinochetismo sigue siendo una opción, y no vergonzante”, apunta Vallejos. Llamativamente, lo que sí puede generar rechazo en ciertos votantes es que la candidata de la izquierda pertenezca al Partido Comunista. “Creo que hay gente que se identifica con la izquierda que no quiso votar a Jara, y que el anticomunismo puede tener que ver”, defiende Zanotti. 

Para ella, recuperar ese voto es “muy difícil”, pero Jara puede intentarlo “jugando con el miedo a la ultraderecha, y hablando de cuáles son efectivamente las políticas de estos partidos”. Porque Kast ha dicho muchas veces que si llega a la presidencia va a eliminar la ley de supuestos que permite abortar, y ha hecho declaraciones contra las minorías.

El mensaje de la mano dura frente a la inseguridad –aunque Chile sigue siendo uno de los países con menos criminalidad de la zona– es fácil de entender. “Es visceral”, resume Vallejos. Por eso Zanotti apuesta por un discurso en el que se ponga sobre la mesa que lo que está en juego no son solo los derechos de los migrantes venezolanos para los que Kast plantea deportaciones masivas, sino los de muchos votantes: “Tiene que ir a por los votos de Parisi, que son los únicos que están poco definidos”.

La sorpresa de Parisi

Si los resultados de Kaiser fueron similares a los que señalaban las encuestas y los de Jara destacaron por ser más bajos de lo esperado, los de Franco Parisi resultaron la sorpresa de la noche. El Partido de la Gente se convirtió en la tercera fuerza con el 19,7% de los votos y un discurso indefinido desde el punto de vista ideológico pero “muy antisistema”. 

“Es curioso porque estas fuerzas desconfían de la política tratando de conseguir puestos políticos”, apunta Vallejos. Y Delle Donne coloca este fenómeno dentro de la lógica de las nuevas derechas de outsiders rupturistas frente a una caída en picado de la derecha “liberal, mainstream y democrática”. Son fuerzas nuevas capaces de “capitalizar el descontento, como hemos visto en muchos casos en Europa en los últimos años”, explica. 

El caso es que Kast tiene la oportunidad de contar con un capital político pocas veces visto en la historia del país, porque los comicios han sido también muy favorables a la derecha en el poder legislativo. 

En cualquier caso, Chile no es un caso aislado, sino que se inscribe en un panorama –cuando menos– continental que camina hacia las derechas extremas. “Hay redes transnacionales que operan desde hace años en el continente y en un ida y vuelta con España, y se están empezando a ver los resultados. Sin ir más lejos, el hermano de Johannes Kaiser, Axel, es un habitual en ciertos foros en Argentina: es miembro de la Fundación Faro y trabaja con la Fundación Libertad y Progreso, ambas muy cercanas al presidente Javier Milei. Hay diálogos que están impulsando estas dinámicas que llevan al menos dos décadas, y se están fortaleciendo”, explica la experta, que aborda este tema en su último libro. 

“Los partidos de la derecha son conscientes de que están ante una oportunidad histórica”, sugiere Vallejos. De ahí el apoyo evidente de Kaiser y Matthei a Kast. “Una vez que llegas al poder puedes pelearte por el rincón que quieres ocupar. Pero primero hay que llegar”. 

El resultado de esta estrategia se verá en la segunda vuelta del 14 de diciembre.

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