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Brasil, el día de después: “Estamos por la democracia y contra el fascismo”

Manifestación en São Paulo en contra del intento de golpe de Estado

Marta Maroto

São Paulo —

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Brasil el día de después. Cómo amanece un país tras un asalto a sus instituciones democráticas. “Con ansiedad y desesperanza”, contesta Gabriela Santos, artista audiovisual de 22 años que durante la tarde del lunes sumó su grito al de decenas de miles de personas, hasta 70.000 según los organizadores, en Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil. 

“Necesitaba marchar rodeada de personas que piensan, como yo, que esto no puede suceder. Y llenar las calles para decirles que a pesar de lo de ayer, podemos con ellos”, continúa con voz firme. Lo de ayer fue el asalto —y destrozo— al Congreso, al Tribunal Supremo y al Palacio de Planalto, sede del ejecutivo brasileño, por parte de miles de bolsonaristas radicales portando pancartas que pedían una intervención militar. 

La respuesta no tardó en llegar, con la convocatoria en al menos 16 capitales de estado de multitudinarias manifestaciones en repulsa al avance de la extrema derecha y en favor del sistema democrático de Brasil. “Somos democracia”, señalaba uno de los carteles que inauguraba la manifestación en Sao Paulo, que ha comenzado sobre las cinco de la tarde su recorrido por la avenida Paulista, símbolo cultural de la ciudad. 

En Río de Janeiro, miles tuvieron que sacar el paraguas al ritmo del himno nacional en la plaza de Cinelandia, el espacio habitual de concentraciones. Aunque con menos afluencia, las marchas también han tenido reflejo en el sur, más rico y cercano a la derecha, en ciudades como Santa Catarina, Florianópolis. 

Miles de gorras, camisetas o banderolas rojas (incluso los tambores de las batucadas y sambas eran rojos), color en apoyo al presidente Lula Da Silva, que tomó posesión hace apenas una semana, han coreado el mismo eslogan en las principales ciudades del país: “Sin Amnistía”. Ni para los más de 1.200 detenidos que el domingo arrasaron el corazón democrático de Brasil, ni para el expresidente Jair Bolsonaro, que está hospitalizado en EEUU con dolores abdominales y a quien Lula señaló como “responsable” de lo ocurrido. 

Tamikua Txihi pertenece al pueblo originario de Jaragua de Sao Paulo y dice acudir a la manifestación para defender a América Latina del “virus del fascismo”: “Fue en Bolivia en 2019, en Perú y ahora en Brasil. No vamos a dejar que nos maten más de una vez, Bolsonaro es un virus contaminante que acaba con la vida”. 

“Los más ricos quieren volver al pasado”

Muy jóvenes y de clases sobre todo populares, el fracasado intento de golpe ha hecho despertar miedos escondidos en la memoria colectiva y muchos manifestantes han hecho alusión al periodo dictatorial que desde 1964 hasta 1985 ensombreció Brasil. “Los más ricos quieren volver al pasado, para que el pueblo no hable. Por eso decimos ‘Dictadura nunca más’”, denuncia Amanda Bispo, representante de Unidad Popular. 

“En Brasil han intentado acabar con la democracia otra vez. Ya ocurrió en 2017 con el impeachment de la presidenta Dilma y no podemos permitir que esto ocurra de nuevo. Tenemos que salir a la calle para demostrar que somos más que ellos y estamos más organizados”, opina Gabriel Oliveira, de 19 años, miembro del Frente Nacional Antirracista. 

Puño en alto o formando una “L” con los dedos, las manifestaciones han sido convocadas por sindicatos de estudiantes, colectivos antirracistas y movimientos sociales feministas y por los derechos de las personas LGTBI, coordinados desde las pasadas elecciones en grupos antibolsonaristas. A ellos se han unido hinchas de equipos de fútbol. 

“Estamos por la democracia y contra el fascismo”, apunta Mirali, bibliotecaria de 26 años, un eslogan con el que todos en las marchas parecían concordar. “Brasil eligió a Lula y Lula será quien gobierne”, sentencia Beatriz Blanco, de la Banca Feminista.

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