Han pasado casi dos años desde que los tanques israelíes llegaron a Ciudad de Gaza por primera vez, poco después de que Tel Aviv lanzara su ofensiva contra la Franja tras los ataques del 7 de octubre de 2023. Desde entonces, el ejército ha destruido barrios enteros de la que fue la urbe más grande y próspera del enclave y ha expulsado a cientos de miles de palestinos de sus hogares. Los muertos en toda la franja son más de 60.000, la mayoría civiles. Ahora, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha ordenado a las tropas tomar el control de toda Ciudad de Gaza, pese a las advertencias y la oposición interna y externa a sus planes.
La decisión fue tomada por el gabinete de seguridad en una larga reunión que concluyó en la madrugada del viernes, después de una semana de especulaciones sobre el nuevo plan de Netanyahu para expandir la ocupación israelí de la Franja, al que se han opuesto tanto el Ejército como sectores de la ciudadanía. El jefe del Gobierno ultraderechista parecía decidido a ocupar todo el territorio palestino pero, de momento, ha impulsado la toma de lo que queda de Ciudad de Gaza, lo cual provocará el desplazamiento de cerca de un millón de personas y su hacinamiento en una porción del territorio cada vez más pequeña.
Sin el respaldo del Ejército
El Gobierno israelí no ha publicado los detalles del plan aprobado por el gabinete de seguridad –y que también necesitará el visto bueno del Consejo de Ministros–, pero es evidente que responde a una voluntad política más que a una estrategia militar.
Según filtraciones publicadas por medios israelíes, el jefe del Estado Mayor de la Defensa de Israel, Eyal Zamir, ha advertido que no se puede dar una “respuesta humanitaria” a alrededor de un millón de personas que serán desplazadas y que “todo va a ser complejo”. Además, Zamir ha reiterado que la expansión de las operaciones militares en Ciudad de Gaza pondrá en riesgo a los rehenes, 50 de los cuales permanecen en manos de las milicias palestinas desde el 7 de octubre de 2023, pero solo una veintena se cree que continúa con vida.
En los días anteriores, el jefe del Ejército había expresado su oposición al plan de Netanyahu de ocupar toda la Franja porque eso conllevaría que las tropas prolonguen sus operaciones en Gaza –donde ya han muerto más de 450 uniformados– y, además, podrían verse atrapadas en una guerra de guerrillas con los milicianos de Hamás. Esa posibilidad es aún más elevada en Ciudad de Gaza, el núcleo urbano más amplio y edificado, donde se cree que tenía algunas de sus bases el movimiento armado y donde estaba la sede del Gobierno que encabezaba el movimiento político.
Zamir planteó un “plan alternativo” a Netanyahu el martes de esta semana, pero el gabinete de seguridad consideró que “no lograría la derrota de Hamás ni la vuelta de los rehenes”, dos de los cinco objetivos que el órgano ha fijado, sin contar para ello con el criterio de los estrategas militares ni con la realidad sobre el terreno.
“Escuchamos que hay un desacuerdo en el sistema israelí entre Netanyahu y el jefe del Ejército. Ese desacuerdo es sobre cómo proceder en la siguiente fase, no si proceder. Me gustaría que parte de ese desacuerdo fuese que el Ejército le dijese a Netanyahu que le está pidiendo cometer crímenes de guerra y que no lo harán, pero eso no ha pasado”, decía recientemente el analista y exnegociador israelí Daniel Levy en una entrevista. “Aun así, parece que también hay elementos a nivel interno de esa batalla”.
El jefe del Ejército no ha mencionado expresamente el plan para ocupar Ciudad de Gaza, pero ha mantenido este viernes un encuentro con los comandantes encargados de la ofensiva en la Franja. Según un comunicado, en ese encuentro evaluaron los planes para “la continuación de las operaciones terrestres en Gaza”, donde las tropas controlan alrededor del 75% del territorio.
“En los próximos días, las FDI mejorarán su planificación operativa con profesionalidad, manteniendo al mismo tiempo la seguridad de las tropas y la resistencia estratégica para crear las condiciones para el regreso de los rehenes y la derrota del régimen de Hamás”, afirmó el Ejército, refiriéndose a la seguridad de sus hombres y a la de los secuestrados, los dos principales motivos por los que la cúpula militar se opone a los planes de Netanyahu.
Por su parte, Hamás ha dicho que esos planes constituyen “un crimen de guerra en toda regla” y evidencian que al “Gobierno nazi” de Israel no le importa “el destino de sus prisioneros”. En un comunicado, el grupo ha asegurado que expandir la ocupación de la Franja “significa sacrificarlos” (a los rehenes) y, al mismo tiempo, es “una continuación de la política de genocidio, desplazamiento forzado y prácticas brutales” del Ejecutivo de Netanyahu.
Un plan poco claro
“Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se prepararán para tomar el control de Ciudad de Gaza, mientras distribuyen ayuda humanitaria a la población civil fuera de las zonas de combate”, aseguraba en un comunicado la oficina de Netanyahu, que informó de la decisión adoptada “por mayoría” por el gabinete de seguridad –integrado por el primer ministro, otros miembros del Gobierno y altos mando de seguridad y militares–.
Una fuente oficial israelí de alto nivel ha dicho al periódico Haaretz que “cuando la gran operación en Ciudad de Gaza comience, se le dará a la población civil la oportunidad de evacuar hacia otras áreas por su seguridad”.
En las pasadas semanas, el Ejército israelí ya había ordenado a los palestinos abandonar zonas del este de la ciudad y muchos residentes, así como desplazados de otros lugares, se encuentran actualmente en campamentos informales en el oeste de la urbe, próximos a la costa mediterránea. Cuando empiece la nueva invasión, tendrán que marcharse hacia los campos de desplazados en el centro de Gaza y la costa sureña, que ya están saturados y no disponen de servicios básicos.
Según la fuente consultada por Haaretz, los planes no incluyen por ahora la toma de los campamentos de la zona central de Gaza, hacia donde han sido expulsados los habitantes del norte y del sur de la Franja en los pasados 22 meses de guerra, en los que casi todos los más de dos millones de gazatíes se han visto obligados a dejar sus hogares. La misma fuente ha señalado que el ejército puede tomar “el control efectivo de Ciudad de Gaza sin haya tropas presentes en todo su territorio”. Otros medios israelíes calculan que la ofensiva para vaciar y ocupar la urbe puede durar varios meses.
Fuerte oposición interna
Las familias de los rehenes han sido las que han rechazado de forma más tajante el plan de Netanyahu. La agrupación que reúne a la mayoría de los familiares de los 250 secuestrados en Israel (algunos de los cuales han muerto en los pasados 22 meses, asesinados por sus captores o en operaciones del ejército) ha dicho en un comunicado que “la decisión de continuar con la ocupación de Gaza significa abandonar a los rehenes, ignorando por completo las reiteradas advertencias de los dirigentes militares y la clara voluntad de la mayoría del público israelí”.
“Nuestro gobierno nos conduce hacia una catástrofe colosal, tanto para los rehenes como para nuestros soldados. El gabinete decidió anoche emprender otra marcha de imprudencia, a costa de los rehenes, los soldados y la sociedad israelí en su conjunto”, ha denunciado el Foro de las Familias de los Rehenes y los Desaparecidos. Sin embargo, ha dicho que “aún no es demasiado tarde” y que “el pueblo de Israel puede y debe detener esta peligrosa estrategia”, instando una vez más a alcanzar un acuerdo de alto el fuego por el cual sean puestos en libertad los rehenes con vida y devueltos los cuerpos de los fallecidos.
La mayoría de los secuestrados el 7 de octubre de 2023 han sido liberados en virtud de acuerdos entre Israel y Hamás, durante dos treguas (a finales de 2023 y entre enero y marzo de 2025). Pero las últimas negociaciones indirectas, con la mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos, concluyeron sin resultado el pasado julio, cuando Tel Aviv y Washington se retiraron de las conversaciones culpando a Hamás del fracaso.
El Foro de las Familias de los Rehenes y los Desaparecidos ha convocado nuevas movilizaciones, pero sus continuas protestas y acciones no han servido hasta ahora para que Netanyahu acceda a pausar, limitar o detener la guerra en Gaza, que muchos analistas dentro y fuera de Israel consideran que el primer ministro entiende como necesaria para mantenerse en el poder.
“No busca una victoria rápida. Quiere dejar abiertas todas las opciones posibles y ganar tiempo, evitando al mismo tiempo cualquier amenaza a su coalición gobernante”, escribía este viernes Amos Harel en Haaretz, asegurando que al primer ministro le beneficia perpetuar la guerra. El columnista se refiere a los socios de coalición que apoyan a Benjamín Netanyahu, los ultranacionalistas Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, que han ejercido mucha presión para que la guerra continúe y para alcanzar un objetivo que han declarado abiertamente: la reocupación de Gaza y el restablecimiento de los asentamientos judíos (que Israel desmanteló en 2005, cuando se retiró de la Franja de forma unilateral).
“Una guerra perpetua también podría ayudar a Netanyahu a la hora de lograr un segundo objetivo: asegurar su victoria en las próximas elecciones, incluso si todas las encuestas preciden su derrota. Lo conseguiría menoscabando el proceso democrático de forma sistemática bajo el pretexto de la guerra y sus necesidades”, agregaba Harel.
Desde marzo, cuando Israel rompió unilateralmente el alto el fuego en Gaza, las encuestas señalan que los ciudadanos apoyan mayoritariamente un final negociado de la guerra que conlleve la liberación de todos los rehenes. Aunque las encuestas también muestran un apoyo variable a la ocupación o anexión de territorio en la Franja, la puesta en libertad de los israelíes que permanecen cautivos es una clara prioridad de la opinión pública.
Esa opinión pública no ha retirado su apoyo de forma mayoritaria al Gobierno y al Ejército, incluso después del asesinato de más de 61.000 palestinos y una hambruna en Gaza provocada por el bloqueo israelí. El Ejecutivo de Netanyahu se ha visto más amenazado por los conflictos entre los socios de coalición, incluidos dos partidos judíos ultraortodoxos.
La oposición israelí tampoco se ha opuesto a la guerra, pero sí a los planes cada vez más belicistas de Netanyahu. El líder opositor, Yair Lapid, aprovechó este viernes para cargar contra el Gobierno, calificando la ocupación de Ciudad de Gaza de “desastre que conducirá a muchos más desastres”, que está “en completa contradicción con la opinión del Ejército y de los funcionarios de seguridad”.
Desde el exterior, también han llegado críticas más o menos duras al plan de Netanyahu, en concreto desde Europa. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió al Gobierno israelí que “reconsidere” el plan, al igual que lo hizo el Gobierno británico, mientras que el español advirtió de que ese plan va a provocar “más destrucción y sufrimiento”. Alemania y Países Bajos han ido un paso más allá de las condenas y han cancelado algunas entregas de armamento a Israel.