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Política criminal en Europa

Suecia enviará presos a Estonia por el colapso carcelario debido al auge del crimen organizado

El ministro de Justicia sueco, Gunnar Strömmer, en un centro de educación de adultos de Orebro, en Suecia, tras un tiroteo, el 5 de febrero de 2025.

Òscar Gelis Pons

Copenhague —

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Suecia enviará a sus prisioneros a una cárcel fuera del país como solución para hacer frente al estado de colapso en el que se encuentra su sistema penitenciario. La medida ha sido criticada tanto por organizaciones por los derechos humanos como por los sindicatos, que temen la pérdida de derechos de los encarcelados y de un cambio en el sistema de políticas penitenciarias, alejándose del objetivo de rehabilitar a los presos.

El Gobierno de centroderecha de Suecia ya ha llegado a un acuerdo con Estonia para alquilar 600 plazas en una prisión al este del país báltico. Los prisioneros trasladados serán mayores de 18 años de nacionalidad sueca o extranjera, y la condición para poder ser deportados es que no hayan sido condenados por delitos que impliquen una amenaza para la seguridad nacional, como el terrorismo.

Según el ministro de Justicia de Suecia, Gunnar Strömmer, el costo del transporte de los presos no supondrá un problema para los presupuestos públicos. El Gobierno lo presenta como ahorro ya que asegura que pagará unos 8.500 euros al mes por cada recluso, mientras que el costo medio de mantener un preso en Suecia es de 11.500.

Prisiones al límite

La situación límite que se vive en los centros penitenciarios ha empujado la decisión del Gobierno de externalizar las plazas de prisión al extranjero. Ahora mismo, la tasa media de ocupación en los centros penitenciarios es del 141%, lo que provoca tensiones y graves incidentes en algunos centros.

Entre las causas de esta sobrepoblación está el auge del crimen organizado y el endurecimiento de la legislación penal que está llevando a cabo el Gobierno del país nórdico para luchar contra la violencia de las pandillas. En 2023, los tribunales de Suecia dictaron condenas de prisión que sumaban entre todas las sentencias 200.000 meses, casi un 25% más que en el año anterior y el doble que hace 10 años.

Además, el Gobierno del primer ministro Ulf Kristersson, que recibe el apoyo de la formación de ultraderecha, Demócratas de Suecia, tiene previsto reducir la edad penal por delitos graves de los 15 a los 14 años como medida para acabar con el reclutamiento de adolescentes en las pandillas. El Ejecutivo ya ha dicho que modificará la legislación para introducir penas de cárcel de hasta 10 años para los menores de edad, que hasta ahora cumplen sus condenas en centros de acogida juveniles con penas que pueden ser, como máximo, de cuatro años.

El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ante un monumento conmemorativo al sur de Estocolmo donde un padre fue asesinado a tiros, informes de prensa indicaban que se enfrentó a una pandilla de jóvenes

Con este plan de reformas jurídicas, los Servicios Penitenciarios predicen que en los próximos 10 años la población de reclusos en el país será de 35.000 personas, en comparación a las 6.000 que hay actualmente. El país nórdico también tiene previsto ampliar sus centros penitenciarios con 18.000 plazas extras que estarán disponibles en 2033, una reforma que aún se quedará corta según las propias predicciones de las autoridades penitenciarias.

Falta el voto en el parlamento

Con el acuerdo firmado entre los gobiernos de Estocolmo y Tallin, ahora falta que la iniciativa sea aprobada en el Parlamento de Suecia por una mayoría de dos tercios. En la votación, el Gobierno de centro-derecha necesitará el apoyo del Partido Socialdemócrata, que representa la formación con más diputados en el Riksdag.

Por ahora, los socialistas no han vetado el plan, pero se muestran escépticos en cuanto a la “externalización de la autoridad fuera de Suecia”, por lo que “existen muchas dudas y preguntas en torno a la legislación del acuerdo que se tendrán que resolver antes de que el partido pueda tomar una decisión”, según la portavoz de asuntos jurídicos del grupo parlamentario, Teresa Carvalho.

Para el Gobierno, el traslado de presos a Estonia es posible gracias a que la legislación penitenciaria entre los dos países de la Unión Europea es similar. También se ha acordado que el personal que gestionará la prisión de Tartu será estonio, aunque se ha especificado que podrá hablar inglés y los reclusos podrán acceder a traductores e intérpretes. El Ministerio de Justicia también asegura que las condiciones en las celdas serán similares a las de Suecia, aunque las visitas de los abogados y las familias de los presos tendrán que pagar por su cuenta el viaje hasta Estonia.

El ministro de Justicia de Suecia, Gunnar Strommer, y la ministra de Justicia y Asuntos Digitales de Estonia, Liisa-Ly Pakosta, firman un acuerdo para alquilar plazas penitenciarias en Tartu, Estonia.

Prisioneros aún más aislados

Quiénes sí que se han manifestado en contra de la medida son los sindicatos de los trabajadores de prisiones que, a la vez, dicen estar cansados de alertar sobre el empeoramiento de las condiciones laborales y el aumento del riesgo en su trabajo debido a la masificación de las cárceles.

El sindicato Seko dijo que el plan del Gobierno es “indecente”, por poner en peligro los derechos de los prisioneros en cuanto a las limitaciones en el régimen de visitas, las barreras lingüísticas que pueden surgir, y los permisos de los prisioneros: “No puedo ver que la iniciativa conduzca a nada bueno”, dijo una portavoz, Gabriella Lavecchia.

Por otra parte, para la organización Civil Rights Defenders, se corre el riesgo de que “cuando una persona privada de libertad sea colocada fuera del país, quedará aún más aislada de su contexto”.

Según el profesor y jurista en la Universidad de Uppsala, Bo Wennström, la medida “confirma un cambio en el sistema penitenciario que empezó hace años, alejándose del modelo del excepcionalismo sueco, que se basaba en una tasa de detención baja y cárceles más humanas”. Wennström cree que la deportación de 600 prisioneros a Estonia tiene un objetivo político muy concreto, teniendo en cuenta que en un año habrá elecciones generales en el país: “Es un mensaje a la sociedad para decir que el Gobierno es duro contra la delincuencia y actúa”, dice el profesor.

El experto también admite que la propuesta plantea aún muchas dudas jurídicas: “Trasladar a los presos puede conllevar muchos problemas, en primer lugar, es caro, y después está el problema de la jurisdicción, ¿Quién se hará responsable si pasa algo a un preso sueco en suelo de Estonia? ¿Será la prisión una zona libre de Suecia en el extranjero? Tengo muchas dudas”, dice. Sin embargo, a pesar de los interrogantes planteados por Wennström, el profesor también subraya que la reforma del sistema penitenciario en Suecia es necesaria: “No estoy en contra de las prisiones, ni de este cambio, tenemos que hacer algo contra la criminalidad”.

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