Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
ANÁLISIS

La cumbre de la democracia y una declaración geopolítica que reúne a Sánchez, Lula, Boric, Petro y Orsi

Gustavo Petro, Lula Da Silva, Gabriel Boric, Pedro Sánchez y Yamandú Orsi durante la cumbre en Santiago de Chile.

Erick Rojas Montiel

Chile —
22 de julio de 2025 13:39 h

0

Hoy más que nunca la democracia en el mundo está en riesgo y, por lo tanto, en principio nadie podría oponerse al encuentro que reunió a un selecto grupo de presidentes progresistas de Iberoamérica, esta semana en Santiago. La democracia es uno de los principales pilares del sistema político y de la sociedad moderna. Se da por sentada y muchas veces se olvida su importancia hasta cuando se pone en riesgo. Y vaya que ha estado en riesgo en el último tiempo. En Chile hace estuvo en riesgo el 12 de noviembre de 2019, el día que estuvimos al borde de un quiebre institucional, en pleno estallido social. Pero que se evitó, en gran medida, gracias a un acuerdo constitucional que, tres días después, unió a la mayoría de las fuerzas políticas –derecha e izquierda–, con la excepción del Partido Comunista y el Frente Amplio, que dejó sólo al entonces diputado Gabriel Boric.

Por lo mismo no tengo dudas sobre el compromiso democrático del presidente Boric, quien a diferencia de su sector pensó en los chilenos y se atrevió firmar el acuerdo constituyente. Tampoco dudo de la transformación que ha mostrado el mandatario chileno hacia el socialismo democrático, pues la dura realidad terminó imponiéndose a la ideología trasnochada con la que llegó a La Moneda.

Sin embargo, al igual que muchos chilenos, tengo dudas sobre el compromiso democrático de los sectores más radicales que lo apoyan. Los mismos, que no solo se abstuvieron de respaldar la salida democrática a la crisis social de 2019, sino que, en su momento, se embriagaron con la posibilidad de hacer caer a un Presidente (Piñera) en democracia, a través de una acusación constitucional. Y que luego, intentaron refundar el sistema político, económico y social de Chile con una propuesta constitucional refundacional e indigenista, que fue ampliamente rechazada por la ciudadanía. Tengo dudas del nuevo discurso populista que usa instrumentalmente las palabras seguridad y crecimiento, y que, al mismo tiempo, impulsa o frena proyectos que van en contra de estos conceptos.

Por estas razones –a las que se suma la candidatura presidencial de Jeannette Jara, quien pertenece a un partido internacionalista y refundacional que no ha dado precisamente ejemplos de democracia plena, con un historial de apoyo a regímenes autoritarios en la región–, llama poderosamente la atención que el presidente Boric haya decidido impulsar este encuentro que busca que el progresismo internacional se apropie de la defensa de la democracia, desde una altura moral que les queda grande y como si fuera un bien exclusivo que solo puede ofrecer la izquierda.

La cumbre “Democracia Siempre” culminó con una declaración conjunta que relevó la defensa de la democracia y el multilateralismo, la desinformación y las tecnologías digitales, y los extremismos vinculados a la desigualdad. El documento final –firmado por los mandatarios de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva), Colombia (Gustavo Petro), Uruguay (Yamandú Orsi) y el presidente del Gobierno español (Pedro Sánchez)– propone, entre otras medidas, reformar el sistema de gobernanza internacional, fortalecer la diplomacia democrática, promover la transparencia algorítmica y crear un observatorio de juventudes frente al extremismo.

La declaración también hace un llamado a un alto el fuego en Gaza y a facilitar el acceso humanitario sin restricciones, lo cual es un punto loable. Sin embargo, el documento evita referirse a situaciones internas de los países participantes, como las investigaciones por corrupción que afectan a algunos de sus líderes, o las crecientes tensiones sociales y económicas que atraviesan sus gobiernos. Tampoco se mencionan los regímenes autoritarios de Nicaragua, Venezuela o Cuba, omisiones que fueron cuestionadas con vehemencia desde sectores de la oposición chilena y de la centroderecha regional, quienes acusaron una evidente doble moral en la defensa de la democracia.

Desde el histórico Patio de Los Cañones de La Moneda, el presidente Sánchez, fue el más frontal y denunció la existencia de una “internacional del odio y de la mentira” que, a su juicio, avanza peligrosamente por nuestros continentes. Sus criticas apuntaron a la “ultraderecha” y la “derecha tradicional” que, según él, ha “desertado de esa labor histórica” y “ha sucumbido al discurso y al marco impuesto por la ultraderecha”.

Petro invitó a reflexionar sobre los riesgos que acechan al multilateralismo, Orsi llamó a evitar el crecimiento de los extremismos con acciones concretas contra la desinformación y una defensa férrea de nuestras instituciones y Boric, afirmó que “la democracia está bajo ataque en diferentes partes, desde diferentes sectores políticos”, cuestionando a los críticos de la oportunidad del encuentro.

Entendiendo que Gabriel Boric, a meses que termine su gobierno, esté tratando de perfilarse internacionalmente, como lo hizo Michelle Bachelet en sus dos gobiernos, esta cumbre de líderes progresistas puede terminar teniendo efecto sobre la vida de todos las chilenas y chilenos. Partiendo por la profundización de la política arancelaria del gobierno de Donald Trump, que ya impuso un arancel del 50% al cobre, el principal producto de exportación chileno. Aunque el gobierno de Boric ha intentado desvincular esta medida de la cumbre, argumentando que responde a intereses industriales de EEUU, la óptica desde Washington podría ser otra. Un encuentro de líderes que critican abiertamente la “ultraderecha” y el “reaccionarismo” podría ser interpretado como una señal política, potencialmente influyendo en futuras decisiones comerciales o diplomáticas de una administración estadounidense que prioriza el “America First” y que no duda en usar la presión económica como herramienta. Por lo tanto, esta cumbre no es simple encuentro de líderes progresistas preocupados por la democracia, es también una declaración geopolítica que podría tener repercusiones en un momento de alta sensibilidad económica en los países que participaron.

En un mundo donde la democracia es vulnerable, la verdadera fortaleza de la democracia no reside en la autoafirmación de un solo sector, reside en la capacidad de todos los actores políticos, de izquierda a derecha, de reconocer sus propios límites, de practicar la autocrítica y de comprometerse con la defensa irrestricta de las instituciones y los valores democráticos, sin excepciones ni dobles estándares. La verdadera defensa no admite exclusiones ni dobles discursos y nos exige a todos, sin importar la trinchera política, reconocer que la amenaza no solo viene de un flanco, y que la fortaleza de nuestras instituciones se construye con la coherencia y la convicción de cada actor. Solo así seremos capaces de construir una defensa genuina y creíble de la democracia, que no sea percibida como una táctica política que al final termina debilitándola aún más.

ERM/MG

Etiquetas
stats