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Trump denuncia caza de brujas y moviliza partidarios al resultar absuelto por el Senado de EEUU

Trump podrá postularse nuevamente en 2024 como candidato a la presidencia.

Lauren Gambino y Sam Levine

Desde Washington DC y Nueva York, EEUU —

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Donald Trump ha sido absuelto por el Senado en el impeachment  que fue iniciado en la Cámara de Representantes acusado del  delito de “incitación a la insurrección” en el ataque del 6 de enero al Capitolio de EEUU. El veredicto subraya la influencia que el 45 presidente de EEUU sigue ejerciendo sobre el Partido Republicano, incluso después de dejar el cargo por haber perdido las elecciones que favorecieron al candidato demócrata Joe Biden. 

Al emitir su sentencia para la historia, un Senado dividido no alcanzó la mayoría de los dos tercios requerida para condenar al ex presidente por delitos graves y otras faltas graves perpetrados durante meses con el propósito de revertir su derrota electoral y las acciones mortales del ataque al Capitolio el 6 de enero, cuando el Congreso estaba reunido en el recuento de sufragios para formalizar los resultados de la elección presidencial. 

Después de solo cinco días de debate, el impeachment  de acusación presidencial más rápido en la historia de EEUU contó con los votos de siete republicanos que se unieron a cada demócrata para declarar a Trump culpable del cargo de “incitación a la insurrección”. 

Trump fue el primer presidente de EE UU en ser acusado dos veces y es, también, el primer presidente en ser absuelto dos veces. Si hubiera sido declarado culpable, se le podría haber prohibido ocupar el cargo en el futuro, pero esta decisión ahora allana el camino -en caso de que Trump quisiera postularse nuevamente en el próximo proceso electoral y lo ganara- para  acceder a la Casa Blanca en 2024.

La absolución de Trump nunca estuvo en duda. Diecisiete republicanos tendrían que haberse unido a todos los demócratas para lograr la mayoría de dos tercios necesaria para condenar a Trump por delitos y faltas graves. Varios republicanos argumentaron que el juicio era inconstitucional; sin embargo, el martes pasado la mayoría del Senado votó la continuación del proceso judicial. 

El recuento final de votos fue 57-43. Dos de los siete republicanos que votaron por la condena: Richard Burr de Carolina del Norte y Bill Cassidy de Louisiana se unieron a otros cinco que se esperaba que se volvieran contra Trump: Susan Collins de Maine, Lisa Murkowski de Alaska, Mitt Romney de Utah, Ben Sasse de Nebraska y Pat Toomey de Pensilvania. 

El senador Mitch McConnell de Kentucky, el líder republicano, fue uno de los que votaron para absolver al expresidente. Después de la votación, en un discurso en el piso del Senado, McConnell admitió que Trump cometió un “incumplimiento vergonzoso del deber” al negarse a intervenir mientras sus partidarios llevaban a cabo una insurrección violenta en el Capitolio. 

“No hay duda, ninguna, de que el presidente Trump es prácticamente y moralmente responsable de provocar los acontecimientos del día”, dijo McConnell. Pero concluyó que el Senado nunca tuvo las atribuciones de servir como un “tribunal moral” y sugirió que Trump aún podría enfrentar un proceso penal. 

En una conferencia de prensa después de la votación, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, denunció como “cobardes” a quienes votaron a favor de la absolución de Trump por motivos de procedimiento y dijo que se negaría a atender su convocatoria para una moción de censura. “La censura es para otra cosa. Censuramos a un congresista que destinó papel con el membrete de Congreso para su correspondencia privada u otros fines equivocados”, dijo, alzando la voz con indignación. “No ‘censuramos’ a un presidente por incitar a la insurrección.”  

En un comunicado, Trump agradeció a los republicanos que estuvieron a su lado durante el juicio, que denunció como “una fase más de la mayor caza de brujas de la historia de nuestro país.” 

“Ningún presidente ha pasado por algo así”, dijo Trump, “y esto continúa porque nuestros oponentes no pueden olvidar a los casi 75 millones de personas, el número más alto jamás registrado por un presidente en funciones, que votó por nosotros hace unos pocos meses.”  

La rápida conclusión del histórico segundo impeachment de Trump se puso brevemente en duda después de que los gerentes -que actúan como fiscales- de la Cámara de Representantes se movieron inesperadamente para llamar a testigos en un último esfuerzo por arrojar luz sobre el estado mental del expresidente durante el asedio al Capitolio que duró horas. No se esperaba que los acusadores demócratas llamaran a testigos, sin embargo cambiaron de opinión después de un nuevo relato del congresista Jaime Herrera Beutler, una de los 10 republicanos de la Cámara de Representantes que votaron para acusar a Trump.

En un comunicado dado a conocer en la víspera de la votación, Herrera Beutler dijo que el congresista Kevin McCarthy, el líder republicano de la Cámara de Representantes, le había informado que él llamó a Trump después de la violenta irrupción al Capitolio el 6 de enero para rogarle que le dijera a sus partidarios que se retiraran y que Trump se puso del lado de los alborotadores.

“Bueno, Kevin, creo que esta gente está más molesta por las elecciones que tú”, le habría dicho Trump a McCarthy en esa llamada, según el recuerdo de Herrera Beutler. El viernes, instó a los republicanos a que se presentaran y compartieran lo que supieran respecto a la toma de decisiones de Trump durante los disturbios antes de que fuera demasiado tarde.

Después de un frenético intercambio, porque parecía que los procedimientos legales del impeachment podrían extenderse hasta demorar varias semanas más, los acusadores llegaron a un acuerdo con los abogados de Trump para ingresar la declaración de Herrera Beutler en el expediente y dejar sin efecto la presión que implicaba llamar a testigos.

La Cámara de Representantes acusó a Trump en sus últimos días de mandato por un cargo de “incitación a la insurrección” del asedio del 6 de enero al Capitolio de los Estados Unidos.

Trump había invitado a sus seguidores a Washington el día en que se contaban los votos del colegio electoral, les dijo que “lucharan con uñas y dientes ” y los alentó a marchar rumbo al Capitolio  de EEUU, acusaron los demócratas.

Una vez que el ataque al Capitolio se volvió mortal, poniendo en peligro al vicepresidente Mike Pence, miembros del Congreso, funcionarios electos y otros empleados del Capitolio, Trump violó su juramento al no defender al gobierno de los EE UU contra un ataque, según la reconstrucción de los hechos e interpretación de los acusadores demócratas.

El ataque se produjo después de que Trump pasara semanas tratando de anular los resultados de las elecciones de 2020. Cinco personas murieron como resultado directo del asalto, incluido un oficial de policía.

La manera en que los demócratas se tomaron días para presentar de manera pormenorizada el caso contra Trump ante los senadores incluso ganó elogios entre los republicanos conservadores. Usando un número extenso de imágenes filmadas durante el ataque al Capitolio, los fiscales de la Cámara de Representantes argumentaron que Trump fomentó deliberadamente la violencia entre sus partidarios, quienes creían que estaban actuando según sus instrucciones cuando violaron el Congreso.

Después de dos días de argumentos de los demócratas, los abogados de Trump utilizaron solo una fracción de las 16 horas asignadas para presentar su caso. Argumentaron que Trump no podía ser juzgado constitucionalmente porque ya había dejado el cargo y que su discurso no equivalía a una incitación a la violencia y estaba protegido por la Primera Enmienda.

Durante su breve presentación el viernes, los abogados de Trump argumentaron que Trump estaba usando el mismo tipo de retórica que los políticos estadounidenses emplean con frecuencia y dijeron que el juicio era una “caza de brujas política” y que Trump era una víctima de la “cultura de cancelación constitucional.”

Liderados por el congresista Jamie Raskin, los demócratas argumentaron que la conducta de Trump fue tan atroz que seguía siendo una amenaza para la democracia estadounidense.

“Si este no es un delito grave y se considera un delito menor contra los EEUU, entonces nada es grave ”, imploró Raskin a los senadores al concluir, diciendo que a Trump debe condenárselo y prohibirle volver a postularse para el cargo “por la seguridad de nuestra democracia y nuestro pueblo.”

Adoptando el enfoque combativo y disuasorio del ex mandatario,  sus abogados declararon a Trump “inocente de los cargos en su contra” y denunciaron el juicio como un “intento final y desesperado” de los demócratas para descalificar a su oponente político que más desprecian en un cargo público.

“No tienen por qué complacer la lujuria del juicio político, la deshonestidad y la hipocresía”, dijo a los senadores Michael van der Veen, uno de los abogados de Trump, utilizando solo una fracción del tiempo asignado a la defensa.

Con la votación final, Trump, que resultó absuelto, pudo festejar, agradecer a su partido Republicano y a los senadores que habían votado la absolución denunciar a la 'caza de brujas' política en su contra que a su parecer había sido el impeachment. Y llamar a sus partidarios a movilizarse porque, dijo, “esto recién empieza.”

Los acusadores demócratas habían invocado el el peso de la Historia, les habían recordando a los senadores los consecuentes votos de los antepasados ​​en esa misma cámara para abolir la esclavitud, para aprobar la Ley de Derechos Civiles y para imponerle sanciones al apartheid en Sudáfrica.

“Hay momentos que trascienden la política partidaria y que requieren que pongamos al país por encima de nuestro partido porque las consecuencias de no hacerlo son demasiado grandes”, había dicho Joe Neguse, uno de los integrantes del equipo de nueve congresistas demócratas encargado de la acusar a Trump en el impeachmen. Para concluir, “Senadores, este es uno de esos momentos.”

Traducción de Alfredo Grieco y Bavio

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