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OPINIÓN

Alberto y Cristina se hablan, pero no se escuchan

Alberto Fernández / Cristina Kirchner P

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Cerramos este inolvidable 2020 con tres imágenes muy nítidas. La primera de ellas tiene que ver con la coalición gobernante. La segunda, cómo no, siempre presente, con la grieta. La tercera, para finalizar, es una foto de las expectativas de la sociedad argentina de cara al 2021.

Vamos por partes. La coalición gobernante demostró alta eficacia en términos electorales mas no tanto a la hora de su funcionamiento como elenco gubernamental. Incluso debemos incorporar el revisionismo que impuso en su discurso de La Plata la vicepresidenta Cristina Fernández: Alberto no ganó solo por la unidad del peronismo, sino que, también, lo hizo por efecto de comparación y contraste entre el gobierno de Macri y los 12 años previos de gestión.

Es una imagen atractiva para proyectar al presente y futuro del gobierno, atentos a que, en un año electoral, algunos sectores internos del oficialismo resultan más sensibles a cuestiones como la actualización de tarifas de los servicios públicos y el cierre del acuerdo con el FMI. El pasado actúa como un gran recordatorio para una gran parte de la sociedad y una hoja de ruta eficiente para la otra parte.

La falta de eficacia se comprueba en tres detalles concretos: ausencia de un funcionamiento coordinado, desacoples cada vez más evidentes entre las principales figuras del gobierno y problemas concretos en el diseño de la política general del gobierno, con su consecuente impacto en la opinión pública.

El Gobierno ha adolecido de un funcionamiento poco coordinado entre las distintas áreas. No es habitual escuchar a algún funcionario o funcionaria de rango ministerial hablar con visión de conjunto defendiendo la política del gobierno.

Además, la relación entre el presidente y su vicepresidenta da muchos elementos para analizar. Desde el comienzo de la gestión hasta hoy, ese vínculo ha tenido sus altibajos e incomprensiones y, difícilmente, haya que esperar una mejora inmediata. En principio, porque parece que ambos prefieren hablar sin escucharse y eso no aporta ningún elemento positivo.

Interpretación

De la eficacia del dispositivo político y, por ende, comunicacional, se ha escrito y hablado mucho. Podríamos agregar a la lista de los temas, la percepción de que el gobierno del Frente de Todos no trabaja adecuadamente los marcos de interpretación de los hechos o acciones de su propio gobierno, lo que los lleva a convalidar, la mayoría de las veces, los marcos de interpretación ideológicos que propone la oposición, en cualquier contexto: mediático, empresarial o político.

Si afirmamos que la comunicación gubernamental representa, básicamente, la búsqueda de consensos, cuando esa comunicación encuentra eco solo entre quienes votaron al oficialismo puede decirse que constituye una condición necesaria. pero no suficiente. Comunicar es fundar la realidad tal cual es y el trabajo del Gobierno consiste en lograr que el mensaje que transmite se perciba como realidad.

Su estrategia principal debe ser la elección de las palabras adecuadas con las que argumenta para su defensa y su causa, debe ajustar el contenido a cada uno de sus eventuales destinatarios/as. Hablamos en plural porque entendemos que las audiencias posibles exceden largamente a la de quienes votaron y apoyan al gobierno.

La opinión pública argentina, en general, no se siente incluida en el mensaje del gobierno argentino.

En efecto, el 54% dice sentirse poco o nada incluida en el mensaje o comunicación del gobierno argentino mientras que sí reconoce estar incluida o ser destinataria, un 41%.

La grieta representa una gran comodidad intelectual, ¿cómo no recurrir a ella? ¿Cómo no arrojarle todos los temas para que, justamente, la grieta los domine? ¿Tendremos la posibilidad en este 2021 cargado de expectativas, de regresar a una nueva normalidad? ¿O será una mera pretensión? Una mitad exacta de los que respondieron nuestra última encuesta nacional creen que la grieta va a aumentar en el 2021 y solo un 7% que la misma va a disminuir.

Es sumamente importante estar atentos al nuevo 2021, año que comienza con algunos ejes complejos como el demorado cierre con el FMI, que puede dar previsibilidad al plan económico del ministro Guzmán y, por supuesto, a todo el Gobierno.

La economía argentina tiene una enorme capacidad ociosa y, si bien pueden verificarse mejoras en rubros como construcción y servicios, la gran duda viene de la mano de la recuperación de la economía informal, que tiene un impacto profundo en las economías regionales. Además, ya sabemos que, para 2021, la pobreza se proyecta en porcentajes inéditos en la historia argentina moderna.

La política debe trabajar para evitar el desacople entre la agenda de los problemas de la sociedad argentina -que, básicamente, se compone de pobreza, desocupación, salud e inseguridad- frente a la agenda de la dirigencia política que, salvo alguna excepción, se compone de suspender las PASO y analizar las elecciones del 2021 y 2023.

Y ya que hablamos de elecciones, veamos que desafíos tiene cada espacio político. El actual oficialismo nacional presentó en 2017 una triple personería política: Unidad Ciudadana 21%, PJ Nacional 14% y el Frente Renovador de Massa, 5%. Hoy, con la personería unificada, debería hacer una elección igual o superior a ese 41% que obtuvo cuatro años atrás.

En cambio, la oposición nucleada en Juntos x el Cambio tiene que defender su mejor elección, donde obtuvo casi un 43% nacional y una cantidad récord de diputados/as y senadores/as nacionales. Al menos hoy, el caudal de ese espacio estaría unos 10% por debajo.

La ultra derecha conservadora, mal llamada libertarios o liberales, tiene hoy una interesante posición en el tablero electoral: todos/as los/as votantes que, por imperio de la polarización electoral, sacrificaron su voto a José Luis Espert por el de Mauricio Macri, hoy podrían darle una suerte de voto “revalida” a este espacio. Si este espacio aumenta su porcentaje electoral, sería una muy mala noticia para Juntos x el cambio.

Es poco probable que el gobierno pierda la mayoría que cuenta en el Senado y altamente probable que pueda lograr una mayoría propia en Diputados. Eso significaría un alivio importante para el oficialismo, además de gobernabilidad.

También debemos evaluar que, si no se registrasen mejoras evidentes en la economía, el oficialismo puede perder volumen electoral en todo el país. 

Para finalizar, no sabemos si vamos a votar con las PASO suspendidas. Tampoco, si vamos a votar con un protocolo sanitario ante el retraso de la campaña de vacunación anti Covid19. Sí sabemos que es poco probable que el Gobierno pierda la mayoría que cuenta hoy en la cámara de senadores/as y es altamente probable que pueda lograr una mayoría propia en diputados/as. Eso significaría un alivio importante para el oficialismo, además de gobernabilidad.

A veces el manejo de las expectativas no es el fuerte de los gobiernos. Macri tuvo enormes problemas vinculados a ese manejo y lo que vimos en este año de Alberto Fernández nos hace pensar que es muy difícil de resistir dar o tratar de dar buenas noticias en contextos críticos.

Por eso, no es del todo malo para el actual gobierno que las expectativas de la sociedad argentina respecto de la economía del 2021 sean bajas. Siempre es mejor sorprender al que poco espera y no dar muy poco al que mucho aguarda. 

PZ / GC

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