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Los Cámporas de la historia: presidentes en la sombra de otros líderes

PG: Dentro de cuatro días es 11 de marzo. Y 11 de marzo para muchos de nosotros y para muchos de nuestros lectores es una fecha significativa. Es un aniversario más de la llegada al Gobierno... ¿Está bien lo que digo?

RH: De la victoria electoral.

PG: De la victoria electoral. Sabía que estaba diciendo algo mal. De la victoria electoral de Cámpora, que fue una cosa importante, no solo por la victoria misma sino por el hecho de que duró apenas unos 40 días. No me acuerdo con exactitud. Y después entonces empezamos a recordarlo como un presidente en ejercicio débil cuyo poder dependía de un líder carismático de una enorme popularidad. Entonces se nos ocurrió hablar de casos de Cámporas en la historia argentina. ¿Y por dónde empezarías? Ya vamos a llegar a Cámpora mismo. ¿Por dónde empezarías en un relato histórico?

RH: Esa elección del 11 de marzo, me parece, es dos cosas. Una es esa victoria, la primera victoria peronista después de una larga travesía en el desierto. Y pareció evocar en su momento la aurora de un nuevo tiempo. Por lo menos para alguna gente. El giro a la izquierda, la patria socialista, la juventud movilizada, Montoneros, la guerrilla, todo eso, ¿no? Y vos decías hace un minuto: 11 de marzo es la elección. Pero la otra fecha importante es el 25 de mayo. 

PG: Y la amnistía.

RH: Claro. Ese 25 de mayo también tiene una importancia significativa a punto tal que Néstor eligió llegar al Gobierno el 25 de mayo.

PG: Así es.

RH: Y ese 25 de mayo fue potente. Y entre las imágenes que a mí más me tocan es la de Cámpora siendo ungido presidente, colocándole Lanusse la banda presidencial bajo la mirada atenta de Salvador Allende y Osvaldo Dorticós, presidente de Cuba, presidente de Cuba socialista. Y la liberación de los presos políticos. Y tengo un recuerdo infantil de un cantito: “El hospital de niños en el Sheraton Hotel”. 

PG: “Qué lindo que va a ser”.

RH: “Qué lindo que va a ser”. Eso fue el 11 de marzo, el 25 de mayo. O eso pareció que iba a ser. Y un gabinete muy peculiar, donde estaba el Bebe Righi, donde estaba José Ber Gelbard y donde también estaba José López Rega. Así que ahí la tormenta estaba anunciada.

PG: Un abanico amplio.

RH: Amplísimo. Y después está la otra cosa... Eso quedó un poco en la historia. Y lo que sí tiene una significación para lo que a nosotros nos interesa y probablemente para la Argentina de nuestro tiempo es el hecho de que fue una presidencia... que fue un vicario. Cuando La Cámpora, la organización juvenil, eligió ese nombre no sé si eligió bien. 

PG: Efectivamente. Eligió un nombre que tuvo un significado muy potente, porque en ese gabinete había participación de la Juventud Peronista y Montoneros, y eso es lo que más les llamó la atención y lo que quisieron rescatar de una presidencia que yo, efectivamente, agregaría a lo tuyo casi que ni tuvo tiempo de mostrarse débil.

RH: Efímera.

PG: Fue efímera. Su debilidad se muestra en el hecho de que fue completamente efímera. Y, como vos decías, fue el comienzo de una tormenta política y social muy notable, muy importante. Ahora, una cosa que me pasa a mí es que retrocedo en el tiempo y avanzo en el tiempo respecto a ese 11 de marzo y ese 25 de mayo y me encuentro con otros casos de presidentes débiles que están por algún tiempo o todo el tiempo a la sombra de un líder político muy fuerte que no está participando del Gobierno o que si participa, participa muy marginalmente. Ahora vamos a hablar de algunos de ellos. Pero una cosa que me gustaría preguntarte a vos como historiador que quizá pueda ir un poco más allá de la Argentina es: ¿Vos tenés la impresión de que un listado de nombres como los que vamos a dar se repite en algunos otros países, al menos de la región?

RH: Yo supongo que sí. ¿Y por qué digo que sí? A ver, yo empezaría esa lista con la relación entre Roca y Juárez Celman, ahora podemos volver sobre eso. Pero yo creo que cuando empieza a preguntarse por qué hay presidentes débiles o presidentes que necesitan un valedor o una figura políticamente poderosa que está tras bambalinas o fuera de la Casa Rosada, creo que hay dos rasgos que tenemos que destacar: uno es que la política argentina -y no es la única- es una política personalista. Es decir, en la figura presidencial no siempre se concentra todo el poder. Y basta pensar que desde que hay algo así como una política nacional, solemos pensarla en torno a nombres propios. Rosismo, roquismo, yrigoyenismo. Entonces eso nos está hablando de un poder que es extrainstitucional, ¿no?, que a veces coincide con quien ocupa el sillón de Rivadavia...

PG: Cuando no coincide, pueden pasar estas cosas....

RH: Pueden pasar estas cosas, puede haber ruido. Y después está el hecho de que -ya Alberdi lo pensaba un poco así- nuestra Constitución es presidencialista, le da poder al presidente, pero le pone límites también. Y un límite importante que por ejemplo no está en México, no estuvo en México durante mucho tiempo, es la prohibición de reelección. Contra eso fueron los que voltearon a Porfirio Díaz. Entonces un sistema político en el cual el presidente acumula mucho poder pero tiene restricciones, o tuvo durante mucho tiempo restricciones para continuar en el ejercicio de la presidencia, genera tensiones. Genera la tentación, para empezar, de poner a un sucesor que yo puedo controlar para que al cabo de un tiempo me devuelva la presidencia. 

PG: Veremos ahora si efectivamente eso se cumple en todos los casos. Juárez-Roca, por ejemplo. Empecemos.

RH: Yo creo que ese es el primer caso que uno podría poner en la lista. 

PG: Digámosle a la gente que Juárez y Roca eran concuñados, es decir, que había una relación familiar entre ellos. Y Roca era LA figura política. Lo que sí diría en ese caso es que Juárez, que lo sucede, su concuñado Juárez Celman que lo sucede, no es, sin embargo, una figura menor. Es un cordobés que ejerce el liderazgo de la liga de gobernadores que, de alguna manera, eso me gustaría saber si estás de acuerdo, es al mismo tiempo un valedor, para usar la palabra que vos empleaste hace un minuto, del propio Roca. Quiero decir, apoyo y es importante en la construcción de la candidatura de Roca. Ahora, después Roca crece de tal manera que la elección de Juárez es efectivamente el dedo de Roca. 

RH: Sí, yo creo que a Roca le fue muy bien en la presidencia y eso a veces no nos deja ver bien cómo se produjo su ascenso y también que esa la era una política compleja, con muchos actores. Y el hecho además de que Juárez haya sido pariente político de Roca termina de simplificar nuestra visión. Y yo creo que tenemos que tener bien presente que Juárez era una figura con peso político por derecho propio.

(...)

Transcripción parcial de la conversación

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