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OPINION

El dengue en Argentina: cuando lo urgente se juntó con lo importante

Una de las consecuencias del cambio climático es la mayor inestabilidad y los eventos climáticos nuevos y abruptos.

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Hace rato que lo urgente no deja tiempo para lo importante en Argentina. Pero desde que llegó Milei al poder se siente peor. Es que este gobierno no nos da descanso. Todos los días nos despertamos con una urgencia que nos desestabiliza, nos impacta, ocupa el día a día y nos distrae de las discusiones importantes: desfinancian comedores infantiles, el CONICET, las universidades públicas, los parques nacionales, el servicio meteorológico, el INCAA. Y podemos seguir: cierran la Secretaría de Agricultura Familiar, despiden a personal de planta con un email, insultan al presidente de Colombia, al de México, cierran el Salón de las Mujeres (¡el 8 de marzo!), acusan de asesinas a las mujeres que abortan legalmente, proponen como juez de la Corte Suprema a un candidato que ni el establishment aprueba (¡lo acusan de casta!), lanzan un video con la hipótesis de los dos demonios (¡el 24 de marzo!), proponen utilizar las fuerzas armadas para delitos internos. Y la lista sigue. 

Una de estas urgencias es el dengue. Cada vez más personas y más zonas afectadas y los hospitales explotados de pacientes. Este año el ataque del dengue está siendo feroz. Por primera vez en Argentina la gente muere por una enfermedad que hace unos años pensábamos que era un problema de nuestros países vecinos. Este problema, como muchos otros, tiene un lado urgente y otro importante. 

Lo urgente es preguntarse qué está haciendo el gobierno para abordar este problema. Esto se discute bastante y la respuesta es simple: poco o nada. Pero qué podemos esperar de un gobierno que no cree ni en las políticas, ni en el Estado. Nos hemos metido en una gran trampa. Una situación de emergencia como esta requiere políticas públicas, de manual, pero tenemos un gobierno que considera comunistas las acciones públicas y colectivas. 

Brasil está vacunando a su población. En Argentina, Anmat ya autorizó la vacuna Qdenga, del laboratorio japonés Takeda, y hay una vacuna nacional bien avanzada. Sin embargo, el Gobierno se está tomando todo el tiempo del mundo para avanzar. No queda otra entonces que comprar mucho repelente. ¿Será que están intentando promover este mercado, incentivar esta industria, al menos una, en medio de la tremenda recesión que vivimos? No queda claro tampoco cuál sería la idea para los que no tienen dinero para comprar. Quedan sometidos a ley de la oferta y la demanda, que de todos modos no pareciera estar funcionando, ya que hay faltante aún para los que pueden pagar.

Pero además hay una segunda cuestión que deberíamos estar discutiendo, lo importante, y lo hacemos mucho menos. El cambio climático ya está impactando en Argentina, tal cual prevén los investigadores desde hace años. La pregunta es: ¿estamos haciendo suficiente para enfrentarlo? 

Hasta ahora, la respuesta más popular en Argentina ha sido culpar a los países ricos por el cambio climático (aunque este gobierno introdujo una innovación: la negación, pero dejemos esto de lado por un momento). Bien, es importante reconocer que los países ahora ricos son los principales responsables del cambio climático. Es importante levantar esta bandera siempre que sea posible y ver qué podemos obtener a cambio en las negociaciones internacionales. Quizás podamos obtener condonación parcial de la deuda, o tal vez se nos otorguen más créditos a cambio de no contaminar, o hasta nos reconozcan los entornos naturales que hemos protegido por siglos y nos paguen por ello. 

Sin embargo, esto claramente no es suficiente para hacer frente a las consecuencias del cambio climático. Dos cuestiones adicionales parecen igualmente importantes, y no las estamos abordando seriamente. 

La primera son las estrategias de adaptación. Una de las consecuencias del cambio climático es la mayor inestabilidad y los eventos climáticos nuevos y abruptos. En Argentina venimos experimentando varios: sequías prolongadas, especialmente en las provincias del centro y noroeste; inundaciones, olas de calor, incendios forestales. Con toda esta evidencia, ya deberíamos estar pensando en escenarios a futuro, y en nuestras estrategias para enfrentar lo que se viene. Si lo hubiéramos hecho, no estaríamos donde estamos con el dengue. Lo que está pasando este verano no es aleatorio, es una consecuencia del cambio climático que está trayendo mayores temperaturas y humedad en nuestro país.  

Si no tomamos en serio estos cambios y empezamos a actuar en consecuencia, también nuestras principales actividades económicas centrales estarán en problemas. Por ejemplo, el sector agrícola es uno de los más vulnerables al clima. Ya ha estado afectado en los últimos años por eventos climáticos y muy probablemente lo estará más. La sequía en 2022 hizo que los principales cultivos sufrieran pérdidas de hasta 50%; que la actividad agrícola cayera 27% y la economía en general, 1,6%. Se estima que estas pérdidas impactaron tanto en la economía que el PBI se redujo en 3% en 2023 (la aparición de la sequía se explica por el fenómeno climático recurrente llamado la Niña, pero la magnitud que adoptó en 2022 en Argentina es atribuible al cambio climático). ¿Qué estamos haciendo para adaptarnos a estos eventos? 

Pero la crisis ambiental no solo requiere adaptación. También requiere anticipación. En este sentido, una pregunta muy importante para Argentina es: ¿qué vamos a producir y vender al mundo en el futuro (no tan lejano)? Los hayan creado los países avanzados o no, el cambio climático y la crisis ambiental han llegado para quedarse. Los países ricos –y los no tan ricos– se están moviendo rápido respondiendo a las nuevas demanda de un mercado que se va a orientar más y más a productos y servicios que sean amigables con el medio ambiente. Mirando nuestra estrategia económica y de crecimiento a futuro, pensando en nuestra inserción internacional, ya deberíamos estar proyectando qué se va a consumir a futuro, qué van a premiar los mercados globales. Si no nos adelantamos y tomamos el liderazgo en las actividades que muy probablemente sean las de más crecimiento y las que más paguen en el futuro, vamos a perder el tren de nuevo. 

Los cambios en la economía global son tímidos en algunos sectores, en otros no tanto. Solo para mencionar algunos ejemplos: El mercado de vehículos eléctricos aumentó un 40% en 2020, cuando el de convencionales bajó. ¿Vamos a seguir impulsando la industria automotriz a combustión interna solamente, o también intentar adaptarnos a la nueva demanda de electromovilidad mundial? Entre 2010 y 2019, las ventas de alimentos orgánicos aumentaron en más del 60%. ¿Vamos a poner todo nuestro sector agrícola a trabajar para el segmento no orgánico o vamos a empezar a hacer seriamente una transición, como muchos países ya lo están haciendo, hacia una agricultura que use menos pesticidas?

Acusar a los países ricos por el desastre ambiental y pedir permiso para seguir destruyendo el ambiente en nombre de nuestro “desarrollo” no nos va ayudar en este sentido. El JP Morgan está calculando el riesgo país en función de cuánto los países se están anticipando y empezando las transformaciones necesarias para enfrentar los riesgos del cambio climático a futuro. A este ritmo, en este ranking vamos a quedar peor que en los tradicionales de riesgo país.

Lamentablemente, casi toda la discusión en Argentina se está centrando en las urgencias, en este caso en la falta de respuesta del gobierno al problema del dengue. Es verdad, esto es urgente. Hay que atenderlo, denunciar, alertar. Pero y ¿lo importante para el mediano plazo? Cuidado: que este gobierno no nos haga un daño todavía mayor al que nos hace día a día al desviarnos completamente de las discusiones importantes. El gran riesgo acá es que las urgencias del futuro van a ser cada vez más, y peores, si no atendemos los temas importantes de hoy. 

AM/DTC

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