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Al final, no era tan así

Ojos de videotape

Ezra Klein, periodista y fundador del sitio de noticias Vox

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El lunes pasado, un día después de que se conocieran los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, Ignacio Escolar, director del periódico europeo eldiario.es, envió a sus socios y potenciales nuevos socios un correo en el que advertía del dramático avance de los partidos ultra, y del riesgo que eso suponía para la democracia del viejo continente.

Seguido al diagnóstico, advertía que muchos partidos de ultraderecha mentían y hacían campañas con datos falsos en las redes sociales. Por eso, afirmaba, era necesario que más lectores se asociaran al medio y defendieran un periodismo real, independiente, sin manipulaciones ni datos falsos.

Al margen de constituir una (buena) estrategia de marketing, el mensaje del medio es oportuno. Esta últimas semanas, por ejemplo, una investigación de El Destape dejó al descubierto el caos y/o la malicia que reina en el mega ministerio que conduce Pettovello, y provocó la crisis más grande del Gobierno de Milei desde que este asumió. 

En elDiarioAR se publicó la noticia con la debida referencia al periodista que realizó el hallazgo, Ari Lijalad. Cenital, otro medio de la nueva camada surgida en Argentina, también hizo lo propio. Que varios medios se hubieran hecho eco de la noticia de El Destape contribuyó a que fuera más difícil que el resto del ecosistema mediático fuera indiferente. 

No obstante la importancia de financiar medios independientes, el llamado del director del medio europeo invita a hacerse un par de preguntas. Por ejemplo, ¿Será posible que votantes de los partidos de ultraderecha o radicales lean medios como los de este director, que son críticos de los partidos radicales o de ultraderecha, o, al menos, de su forma de hacer política? Y, de la misma forma, ¿qué pasará con los lectores que solo lean los medios que se jactan de ser independientes, verdaderamente progresistas, defensores de la verdad?

La invasión de medios fake

Esta semana, el New York Times publicó la historia de un tal John Mark Dougan, un ciudadano norteamericano que se dedicaba a difundir noticias falsas en decenas de medios creados por él mismo (DC Weekly, PBSOtalk, etc.), que habían logrado innumerable cantidad de vistas y clickeos a través de las redes sociales. Solo entre septiembre del 2023 y mayo del 2024, los sitios de Dougan fueron citados en más de 8.000 oportunidades y vistos por 37 millones de personas en más de 10 lenguas, según NewsGuard.  

Una de las “noticias” de las últimas semanas en uno de los medios de Dougan involucraba a nuestro país y afirmaba que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, había traficado trescientos kilos de cocaína desde Argentina. 

El hombre en cuestión está hoy asilado en Rusia, y los servicios secretos de Estados Unidos creen que podría haber colaborado con el país eslavo en numerosas acciones de desinformación entre los ciudadanos norteamericanos durante los últimos años. Como fuera, las informaciones difundidas por los medios de Dougan, se parecen mucho a las de otros sitios similares que respaldaron la cruzada golpista de Donald Trump tras las últimas elecciones en EE.UU., y que sostienen que dichos comicios estuvieron amañados. 

Se trata de un ecosistema de medios dirigido hacia y consumido por un sector de la sociedad que, muy probablemente, no lea ni se informe a través de ningún medio independiente o que ponga en crisis la narrativa a favor de Trump. Eso explica que tres de cada diez estadounidenses y dos tercios de los miembros del Partido Republicano estén convencidos de que al magnate le robaron la elección. 

Un caso similar, que expresa un enorme grado de polarización y visiones sesgadas, es el de las recientes elecciones europeas en Alemania. El país quedó políticamente dividido de la misma forma que se encontraba dividido antes de la caída del muro de Berlín. La Alemania del este votó masivamente por el partido filo nazi Alternativa para Alemania (AfD), mientras que la Alemania Occidental se inclinó por la derecha clásica, el partido socialista, y otros partidos minoritarios como el liberal o la izquierda. 

En los días previos a los comicios, muchos analistas en el país germano especulaban con el daño que podría causarle a AfD las manifestaciones de decenas de miles de ciudadanos en su contra en Berlín, y la polémica y reveses sufridos por el partido en las últimas semanas luego de que se revelara que uno de sus líderes había elogiado a los jefes de las SS de Hitler, y otros miembros se hubieran reunido con una formación filonazi que promueve la expulsión de inmigrantes.

Lo cierto es que el daño fue menor, al menos en la parte del este de Alemania. “Si los seis Estados federados que formaban la antigua República Democrática Alemana (RDA) fueran un país, los ultras habrían vencido con el 27% de los votos”, precisó Elena Sevillano, la corresponsal de El País en Alemania. Cabe entonces preguntarse, ¿qué realidad tan diversa están viendo en las dos mitades del país para que haya quedado tan políticamente polarizado?

En su libro Why we are polarized, el periodista y fundador del sitio de noticias Vox, Ezra Klein, escribe: “En la esfera mediática de hoy, en el que la explosión de medios te permite elegir el medio político que realmente querés, esos medios se expresan en una dinámica polarizada que se sirve de la identidad política, el conflicto, y la celebridad. Es decir, periodismo y opinión que están más directamente vinculados a la pregunta sobre por qué tu lado debe ganar y el otro perder”.

En ese contexto, Klein afirma: “No quiero denigrar este tipo de periodismo. Yo mismo lo he hecho. Cubro política porque creo que es importante, que quién gana y quién pierde en la lucha política es importante. Y, obviamente, mi abordaje sobre esa pregunta es racional, juicioso, desinteresado y objetivamente correcto. El problema es que mucha otra gente está haciendo el mismo tipo de trabajo, y algunos de ellos llegan a conclusiones diferentes de las mías”.

El libro de Klein es un enorme trabajo sobre las identidades políticas y cómo estas han contaminado las identidades en general, de forma tal que, por suscribir a un determinado partido, el ciudadano parece determinado a aprobar todas las políticas que este represente sin espacio para el desacuerdo. Eso explica que un liberal clásico devenido libertario mileísta se encuentre de pronto militando la prohibición del aborto. 

La protesta social en la era de la polarización

Cuando se produjeron las represiones brutales de las manifestaciones de diciembre del 2001 era difícil no encontrar que un medio (por más oficialista o contrario a la protesta que fuera) no mostrara lo que estaba sucediendo en la calle. Es cierto que aún no existían las redes sociales tal como se conocen hoy, pero es indudable que la mayoría de los argentinos estaba viendo unos acontecimientos, una realidad difícilmente narrada de forma muy diversa. 

Durante la votación de la ley de Bases que impulsó el Gobierno de Milei esta semana, sin embargo, era posible advertir al menos dos realidades. La de los seguidores de Milei, celebrando lo que creían era un trampolín a la prosperidad perdida; y sus críticos, muchos de ellos horrorizados por la represión que sufrieron los ciudadanos y organizaciones que protestaron fuera del Congreso. 

En el actual ecosistema de medios y redes, ¿qué realidad terminaría imponiéndose si la protesta social crece a los niveles masivos del 2001? 

El mensaje de Klein y el mensaje de Charly

El fundador de Vox describe en su libro un ecosistema de medios e instituciones políticas polarizados que se reatrolimentan mutuamente. No obstante, afirma que siempre habrá espacio para hacer buen periodismo. Charly García, que escribió Ojos de videotape cuando aún no existía el mundo mediático de estos días, no le pidió a nadie que leyera ni se asociara a ningún medio, pero afirmó que “este mundo te dirá que siempre es mejor mirar a la pared”. Usted decide.

AF/DTC

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