Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El “compañero Biden” y los efectos criollos de la interna demócrata

El presidente y Fabiola Yañez, anoche, antes de su partida a Roma.

0

 “Compañero Biden”. El tono es de broma, comentarios relajados en clima de comitiva, pero la mención a Joe Biden con las categorías del peronismo, tiene condimentos hipersensibles para el gobierno de Alberto Fernández. Especialmente en un asunto determinante para el Frente de Todos (FdT): la negociación con el FMI.

Antes de partir a Roma, el Presidente desgranó un discurso que el mandatario de EEUU hizo a principios de semana, en el que defendió una suba de impuestos que proponen parlamentarios demócratas, planteó que los más ricos deben pagar más y cuestionó el modo en que el sistema permitió que esos sectores evadan impuestos, y exploró otro asunto delicado: frente a un proceso de inflación inédito en EEUU, BIden metió en el debate el factor monopolios y oligopolios.

Desde la lógica de Fernández, ese proyecto se lee en la misma clave que el Aporte a las Grandes Fortunas pero, en particular, explicita lo que en el entorno Fernández describen como la “interna demócrata”. Es, interpretan, uno de los factores políticos que impiden el acuerdo entre Argentina y el Fondo: las diferencias que existen en el seno del gobierno de EEUU, un sector más duro, de perfil liberal, que se resiste a una reforma del sistema financiero, y otro moderado, “keynesiano”.

En los cuadrantes del Partido Demócrata, Biden y, entre otros, su consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan –que el fin de semana pasado recibió a Gustavo Beliz- habitan el segundo grupo.

De ahí, entienden en el Gobierno, las posturas de Biden en cuestiones impositivas y, por caso, sobre las licencias de las vacunas COVID-19. En el otro club, que tiene como terminales históricas a Bill Clinton y Barack Obama, ubican a futuro embajador de EEUU en Buenos Aires, Marc Stanley, que anudó menciones críticas sobre la situación argentina y pidió, casi como imposición, un acuerdo con el FMI.

Esos matices en el corazón del gobierno de Biden generan cortocircuitos e impiden, dicen en el Gobierno, que EEUU defina una postura en la mesa del organismo que comanda Kristalina Georgieva que allane un acuerdo en los términos que propone Argentina.

Efecto mariposa

Según la interpretación oficial, la interna demócrata ejerce una especie de efecto mariposa: lo que se discute en Washington, produce una tormenta en Buenos Aires donde, a su vez, hay temblores autogenerados.

A horas de una cumbre con Georgieva, a quien verá el mediodía de este sábado en Roma, y sin certezas sobre un difícil encuentro con Biden, Fernández espera que de la cumbre del G20 las principales potencias emitan una recomendación al FMI que faciliten el acuerdo con Argentina.

El escenario óptimo para el Gobierno sería que el G20 respalde el planteo, que ya validaron los ministros de Economía y Finanzas del grupo, para reducir los sobrecargos. Pero, sobre todo, que proponga al FMI que genere una tercera línea de crédito para que, además de las “facilidades extendidas” y el stand-by, incorpore una ligada a la pandemia con períodos de refinanciación de más de 10 años, el plazo máximo que actualmente contempla el organismo.

No hay –no parece haber- tiempo para que, en caso que el FMI genere esa tercera herramienta, Argentina se beneficie en la firma del acuerdo que debería ocurrir en estos meses. Pero, sin embargo, podría hacerlo a futuro si como proponen Fernández y Martín Guzmán, el acuerdo incluye una cláusula que permite la reestructuración automática del acuerdo en caso que aparezca una alternativa de financiamiento mejor que la que se incluya el eventual acuerdo.

En la comitiva de Fernández, que el miércoles hizo un discurso duro sobre el FMI, desdramatizan ese tono como el que expuso Martín Guzmán días atrás. Sostienen que lo que el presidente y el ministro dijeron en público, es lo mismo que el mandatario argentino le dijo en privado a Georgieva en conversaciones anteriores: que el crédito otorgado a Mauricio Macri, por más de 50 mil millones de dólares –aunque los desembolsos fueron de 44 mil millones- fue político y se decidió en la Casa Blanca.

En el oficialismo sostienen que esas críticas son para que el FMI se haga cargo de lo que hizo y se haga responsable del préstamo otorgado a Macri pero que tienen, como contexto general, la voluntad del gobierno argentino de lograr un acuerdo con el fondo.

 PI

Etiquetas
stats