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Alberto, el aborto legal y un cumpleaños amargo para Francisco

Fernández con Francisco en el Vaticano, un vinculo de afinidad que se pone a prueba.

Diego Genoud

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Como si fuera un mensaje del más allá, las noticias de Argentina parecen destinadas a arrancarle a Jorge Bergoglio, en el día de su cumpleaños, una mueca de fastidio. Hoy, cuando el Papa Francisco cumple 84 años en el Palacio Vaticano, el aborto legal vuelve adueñarse de la agenda en el Congreso. Con la sesión prevista para el 29 de diciembre y la obligación de obtener dictamen por lo menos una semana antes, el calendario se precipitó hasta coincidir con la fecha en que Su Santidad pensaba entregarse a un festejo modesto. 

La fecha cruza en parte dos mundos que no se tocan y sostienen posturas antagónicas pero preocupa sobre todo entre los funcionarios de Alberto Fernández que cuidan la relación con la Iglesia como si fuera un tesoro. Ingrata causalidad, fue notificada al Presidente esta semana por uno de los miembros del gabinete que busca circunscribir el debate por el aborto a un tema aislado de discrepancia en el marco de una relación armónica entre la cúpula del Episcopado y el gobierno del Frente de Todos. Sin embargo, todo indica que el Presidente no atendió la señal que advierte por un elemento nuevo de tensión, innecesario y fortuito. O no pudo o no quiso o no le interesó impedir que el 17 de diciembre quedé marcado con una cruz, como el día en que el aborto legal obtuvo dictamen en el país que vio partir hace casi ocho años al argentino Bergoglio rumbó a las alturas vaticanas.

El comienzo de la actividad está prevista para las 10 de la mañana en el plenario de las tres comisiones donde se discute el tema, Banca de la Mujer, Salud y Justicia y Asuntos Penales. Diez votos en la primera de las comisiones, presidida por la senadora peronista Norma Durango, y nueve votos en las otras dos, a cargo del cristinista Oscar Parrilli y el radical jujeño Mario Fiad, alcanzarán para dar un paso más en el camino hacia la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que reclama desde hace años en la calle el movimiento feminista. 

Político astuto, con un ejercicio magistral del poder que no necesita demostraciones, Francisco avaló con infinidad de gestos cuidados el regreso del peronismo al gobierno en un frente amplio de unidad. No sólo sus designios se cumplieron con una nueva cúpula del Episcopado moldeada a su imagen y semejanza -incisiva y crítica ante el proyecto de los CEOS- durante los años de Mauricio Macri en el poder. No sólo recibió a Fernández en el Vaticano sino que además fue el artífice de un encuentro en el que el Presidente y Martín Guzmán pudieron tomar contacto en febrero pasado con el Fondo Monetario en un terreno neutral. Alberto se cansó de agradecerle en público y en privado, pero cumplió finalmente con su promesa de campaña y envió el proyecto de IVE al Congreso en el final de un año mucho más difícil de lo que había imaginado. Francisco no demoró su réplica y se encargó de difundir a través de canales celestiales su consigna para la guerra santa. “¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?, ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?”. Lo hizo, por última vez, el 3 de diciembre en una carta en la que “confesó” que no está “al tanto en detalle de todo lo que pasa” en Argentina y aseguró que la secretaría de Estado lo “pone al tanto de la marcha” del país una vez por semana. Según los que conocen su lógica de construcción, el jesuita se endurece para contener a los duros y pone en valor su propio poder como manera de preservarlo de contiendas terrenales en las que busca no embarrarse por demás.

Sin embargo, la postura del profesor de Derecho Penal a favor del aborto legal había sido puesta de manifiesto ya hace un año, cuando Fernández se reunió con el grupo de obispos que lidera Monseñor Oscar Ojea. El ex titular de Cáritas que Francisco eligió para conducir la Iglesia mantiene un vínculo fluido con distintas figuras del oficialismo, incluida la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Su mano de consenso acaba de quedar expuesta en dos documentos de lo más moderados que firmó la Comisión Permanente del Episcopado este martes, a la salida de su 186° reunión. Anunciado por el diario Clarín, en la tapa del domingo 5 de diciembre como un pronunciamiento general contra el gobierno por la pobreza, el ajuste y el intento de “limitar” al Poder Judicial, las palabras de los obispos se limitaron a difundir una agenda de “acciones pastorales en favor de la vida por nacer”. El sábado 26 de diciembre, una visita a la Virgen de Luján, Patrona del Pueblo Argentino, el domingo 27, una jornada celebran misa en las catedrales y parroquias de todo el país “con especial intención por la vida naciente” y el lunes 28, día de los Santos Inocentes, un día de Ayuno, Oración y celebración de la Misa. Ni ajuste, ni pobreza, ni ataque a las instituciones de la República figuran en el comunicado. Ojea no hizo más que cumplir con lo que le había anticipado al secretario de Culto Guillermo Oliveri el mismo día en que desmintió en privado la tapa de Clarín que anunciaba el apocalipsis. 

Fuerzas aliadas en el desplazamiento del experimento amarillo, al más alto nivel la intención es no tensar por demás, sobre todo en un momento en que las cifras de pobreza que pone de relieve la UCA muestran un panorama crítico en materia social en la antesala de las fiestas. Pero hay sectores que tensionan para ubicar a la Curia del lado de la oposición más dura, algo que no parece estar en el espíritu de los obispos. Sin embargo, el aborto legal es un tema de división ineludible y puede llevar a que la Iglesia este año rompa su protocolo y no pida la reunión tradicional con el Presidente, antes de Navidad y Año Nuevo. Si no lo hace, habrá una prueba importante de que al político Francisco no le agrada las noticias que le llegan de su país, “una vez por semana”. 

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