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ANÁLISIS El mundo frente al cambio de gobierno

De la derecha a la ultraderecha, en la legión extranjera de Milei hay de todo

Con armas y motosierras de juguete, votantes de LLA celebran el 22 de octubre la victoria de Milei

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Basta otear más allá del domingo para ver el lunes a una nación argentina ajustándose todavía más a la derecha. Pero actuando o agitándose sobre el fondo de un escenario internacional parejamente derechista. Un teatro en el que a la izquierda le tocan ahora papeles mudos, roles de reparto y un protagonismo limitado estrictamente al rubro de los simbolismos, como al presidente Gabriel Boric en Chile, al presidente Gustavo Petro en Colombia y aun, de momento, a Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.

Se ve una República Argentina situada sin rubores a la derecha y por entero acordonada y abrazada por una masa crítica de derecha que le servirá de amortiguación de todo cuanto provenga de una atmósfera que hasta hoy parecía la única respirable. Aplaudida por el derechismo sin adjetivos moderadores de los expresidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro o de José Antonio Kast, el político chileno más popular.

La derecha que llegó porque llegó tarde

Esta imagen anticipada este sábado pero realidad el domingo no es el resultado de las labores de Javier Milei. Novedosa para la Argentina, no lo es para el mundo. Vemos acordonados por una derecha regional, hemisférica, occidental, transatlántica, este no es un destino que debemos al triunfo electoral del candidato presidencial de La Libertad Avanza. Al revés. La victoria electoral de Milei habría sido imposible sin esa derecha que ya triunfaba abrumadora en la vida política de la sociedad americana y occidental. Milei no condujo al país al mundo de la derecha, la difusión mundial de la derecha y la ultraderecha auxilió a llevar el derechismo al gobierno de la Argentina.

Como antes los presidentes norteamericano Donald Trump y brasileño Jair Bolsonaro, como antes el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, Milei surfea sobre un tsunami que él no creó. Como todavía antes lo había logrado su idolatrada Margaret Thatcher. En la Gran Bretaña de la década de 1980, la premier tory fue en Londres decidida surfista neoliberal. Pero en las olas de una gran revolución angloamericana que. en Washington, su socio el presidente republicano Ronald Reagan quería que siguiera siendo ante todo neo-conservadora.

Para competir en 2018, Bolsonaro fue el primer candidato presidencial en la historia del Partido Social Liberal brasileño, nacido en 1994 y disuelto en 2022. Tras ganar, el ex militar y ex diputado se desafilió y gobernó sin partido ni bancada legislativa.

Corazón liberal, hígado conservador, ¿o al revés?

El exgobernador de California y exsecretario general del sindicato de actores de Hollywood libró batallas y ganó guerras culturales: gracias a él retrocedió el ateísmo (pero también el laicismo) y en las escuelas públicas de EE.UU se volvió a rezar una plegaria cristiana al comienzo de cada día de clase. Las guerras militares que en Latinoamérica prolongó (contra el comunismo) y declaró (contra las drogas), causaron más muertes, fortalecieron al sandinismo ya devenido administración oficialista (al punto que hoy Daniel Ortega sigue gobernando Nicaragua), enemistaron más entre sí y debilitaron a guerrillas de izquierda y dictaduras militares (al punto que hoy el presidente salvadoreño goza de aceptación y popularidad que desconocen altibajos: Nayib Bukele ha dejado atrás la alternancia entre gobiernos del partido de la ex guerrilla y o del de los ex paramilitares).

Un balance sumario de la Guerra a las Drogas pondría de manifiesto que su mayor característica fue su ineficacia, también ignorante de eclipses, en todo cuanto toca a acorralar, dañar o herir al narcotráfico. El avance del narco es el dato más importante de la alteración de la paz social sudamericana actual y venidera, ha dicho el ex presidente colombiano Andrés Pastrana.

Adiós, olas rosas, hasta nunca, amigos del socialismo del siglo XXI

Más sollozante que ningún otro jefe de Estado latinoamericano, el colombiano Gustavo Petro fue el primero en deplorar lacrimoso el triunfo de Milei sobre Sergio Massa. No será socio de Milei en la lucha contra el narco –que está perdiendo en su país según Pastrana. Pero le está ganando al último presidente conservador de Colombia en el avance del proceso de paz con las ex guerrillas, primero con las FARC, después con el ELN. Todo esto se negocia en tres capitales que Milei aborrece, o des-carta: ni Caracas, ni La Habana ni México figuran relevantes en su cartografía. Pero sí con su nuevo amigo, que estrena presidencia con Milei, el ecuatoriano Daniel Noboa, también liberal, también con proclividades o entusiasmos libertarios.

Si el poder cambia de manos en la Argentina el 10 de diciembre, también cambian de titularidad el 1° de enero las presidencias del Mercosur y de la Unión Europea (UE)Luiz Inácio Lula da Silva soñaba, contó en varias oportunidades, culminar y firmar el acuerdo comercial de los dos bloques regionales siendo todavía él presidente del Mercosur y el español Pedro Sánchez presidente de la UE. Este es otro plan de izquierda periclitado antes de nacer. Gobernantes de derecha del Paraguay, Santiago Peña, y de Bélgica. Alexander de Croo, serán respectivamente los sucesores del ex obrero petista y del socialista ex obrero en la institución americana y europea respectivamente.

Sudamérica, entre el Esequibo de Guyana y las Malvinas de Thatcher

Lo que hace semanas era inimaginable —una guerra en Sudamérica— es una amenaza real desde el domingo pasado. Esequibo, territorio rico en petróleo ubicado en Guyana, es reclamado por la República Bolivariana. Con el aval del referéndum del día 3, el presidente Nicolás Maduro ha anunciado cómo será la organización del territorio como estado venezolano n° 24.

Ante los movimientos de tropas sobre el terreno, el Mercosur ha llamado el jueves a evitar “acciones unilaterales” sobre el Esequibo. También han instado “a ambas partes al dialogo y a buscar una solución pacífica” al contencioso. La nota de dos frases, alumbrada en el seno de la cumbre de Mercosur celebrada este jueves en Río de Janeiro, la suscriben los países del bloque comercial más Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Bolivia, en cambio, no la suscribe. Tampoco será el presidente Luis Arce amigo de Milei, y menos, si regresa a la presidencia, Evo Morales.

En Río, Lula, había instado a sus homólogos a implicarse en una solución pacífica, aunque sin mencionar en ningún momento la consulta organizada por Nicolás Maduro. El llamamiento realizado por Lula, presidente de la potencia diplomática y económica regional, era genérico, sin dirigirse a Maduro ni al presidente guyanés, Mohamed Irfaan Ali. La pertenencia de Venezuela al Mercosur quedó en 2017 en suspenso por “la ruptura del orden democrático” impulsada por el chavismo.

Brasil, que tiene frontera con el Esequibo, el resto de Guyana y con Venezuela, ha reforzado con soldados y blindados el contingente militar que vigila la frontera.

Amigos y enemigos, conocidos y desconocidos de Milei en el Mercosur

Si el Mercosur fuera un país, sería la octava economía del mundo con un PBI de 286 mil millones de dólares. Desde su creación hace más de tres décadas, el comercio entre sus socios se ha multiplicado por diez. El 90% de las compraventas consiste en productos manufacturados o semimanufacturados.

La reunión de Mercosur en Río se vio marcada por la frustración y la incertidumbre. Frustración porque Francia y Argentina dinamitaron los pronósticos más optimistas, que apuntaban a que el bloque sudamericano y la UE podrían pactar por fin un acuerdo y crear la mayor zona de libre comercio del mundo. E incertidumbre por cuál será exactamente la postura de Milei, una vez presidente, sobre Mercosur en general y sobre el acuerdo con la UE especial particular. Para la asunción del domingo 10, Lula enviará a Buenos Aires, como representante brasileño, al canciller Mauro Vieira. La ausencia de Lula será contrapesada por la presencia del expresidente Jair Bolsonaro, su familia, simpatizantes, y colaboradores más o menos visibles de la administración derechista del poder en el Brasil.

Con el proteccionista Trump y el estatista Bolsonaro, el libertario Milei comparte posiciones muy poco liberales: el escepticismo antivacunas y el negacionismo de toda responsabilidad humana determinante en el cambio climático.

A Brasilia había viajado la futura canciller argentina, para pacificar y profesionalizar la relación bilateral. Diana Mondino entregó una invitación en persona a Lula para que asistiera a la asunción de Milei. El presidente brasileño aceptó, meditó, y declinó. Mondino se mostró partidaria de que Argentina siga siendo socio activo del Mercosur.

El resultado más tangible de la cita carioca es la firma de un acuerdo comercial con Singapur, el primero formalizado por Mercosur en los últimos 12 años y el primero que suscribe con un país de Asia. Se vieron frustradas las expectativas de que Mercosur y UE solucionaran diferencias y suspendieran los cruces de recriminaciones. El pacto, que se negocia desde hace 23 años, en 2019 se acordó de manera preliminar.

La aurora de hierro de la mañana del lunes 11

El brasileño Lula instó al paraguayo Peña, que tiene otras prioridades, a implicarse en las negociaciones con Bruselas en cuanto asuma la presidencia de Mercosur. La tardanza en que el acuerdo con la UE se materialice solo aumenta las prisas de Uruguay por negociar por su cuenta un pacto comercial con China. Montevideo ha suscrito esta vez el comunicado conjunto de Mercosur; en las últimas cumbres, había rehusado hacerlo.

Lula ha dedicado palabras muy elogiosas a Alberto Fernández, que está en Río en su último viaje oficial como presidente argentino. Una vez más, el brasileño ha recordado la amistad que les une y el gesto que tuvo “el compañero Fernández” al visitarle en 2018, cuando estaba preso en Curitiba. “Es un gesto que nunca olvidaré”, ha dicho antes de añadir: “Creo que merecías más suerte, pero ocurrió la pandemia y una sequía histórica”. Con Milei presidente, este mundo ingresa en un cono de sombra, en un eclipse que durará por lo menos, según parece, los cuatro años del mandato del primer gobernante libertario y anarcocapitalista del mundo.

AGB

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