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A dos días del cierre de listas, Cristina guarda silencio y en el Frente de Todos admiten que no sobran candidatos

Alberto Fernández y Cristina Kirchner en Olivos, a mediados de 2020.

Diego Genoud

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Salvo que Cristina Fernández de Kirchner vuelva a sorprender a todos como hace dos años, cuando eligió a Alberto Fernández, y de su dedo surja un nombre que garantice tanto la victoria como la unidad, todo indica que el Presidente esta vez logrará imponer su voluntad. La hipótesis más firme, que Victoria Tolosa Paz encabece la lista del peronismo oficial en el distrito clave para el Gobierno y la secunde Daniel Gollan, se inscribe en un escenario en el que el Presidente arma la propuesta electoral a su criterio y retiene la jefatura de Gabinete para Cafiero, su funcionario de mayor confianza. No era por supuesto lo que promovían ni desde el Instituto Patria, ni desde La Cámpora ni desde las cercanías de Sergio Massa. 

La semana pasada, cuando elDiarioAR anticipó lo que se jugaba en las listas dentro del Frente de Todos y mencionó la disputa en torno al lugar de Santiago Cafiero, el debate público recién comenzaba en el Frente de Todos. Ocho días después, al filo del plazo para presentar la boleta del gobierno en la provincia de Buenos Aires, el encuentro entre los Fernández parece descartado. El Presidente ya da por cerrado el tema, pero al lado de la vicepresidenta nadie confirma nada. “Nosotros no hablamos de las listas hasta el final”, dicen en el entorno del CFK, una forma de marcar el abierto contraste con lo que publicitan las usinas de la residencia de Olivos.

La intención de CFK y Máximo Kirchner de que el apellido Cafiero figurara primero en la lista bonaerense tenía el objetivo principal de propiciar un relanzamiento de gobierno, camino a 2023. Pero delataba también una carencia que atraviesa a todas las tribus de la familia ensamblada del FDT: no sobran ni voluntarios ni voluntarias para ir a pelear en el territorio madre de todas las batallas en las legislativas, tampoco para terminar calentando una banca en la Cámara de Diputados, el ámbito parlamentario en el que Massa y Máximo se entienden de memoria pero donde las leyes del oficialismo naufragan, muchas veces, sin remedio.  

Si no fuera Tolosa Paz, la candidata de Fernández, ¿quién podría encabezar la boleta en el distrito que concentra casi el 40% del padrón nacional?. ¿El cristinismo ofrece otro nombre que no sea Cafiero, su candidato por default? El hermetismo es tan fuerte como para sorprender a colaboradores de Fernández, quien decidió anunciar sus postulantes a través de canales amigos. “Es llamativo que no den ninguna señal: poder de veto. Ella quiere mostrar que tiene poder de veto”, le dijo a elDiarioAR un funcionario de Fernández, de buen diálogo con el cristinismo, el miércoles por la tarde. 

Pese a que los voceros de La Cámpora y el entorno de Cristina coinciden en no hablar oficialmente del tema, Tolosa Paz aparece como la candidata puesta. Atrás parecen haber quedado algunos pareceres encontrados entre la propia vicepresidenta y su hijo, producto de la dificultad para incorporar un nombre que conforme a todos y tenga al mismo tiempo la potencia para elevar las chances del oficialismo en Provincia. Según afirman entre los dirigentes de contacto habitual con CFK, Máximo pensó en algún momento en promover a su aliado Martín Insaurralde para competir en el territorio que gobierna Axel Kicillof. Pero la respuesta de la expresidenta no fue de lo más entusiasta. “Martín ya perdió dos veces”, le oyeron decir a Cristina en el Senado. Se refería a las primarias y las generales de 2013, cuando su verdugo fue aquel Sergio Massa arrollador que, más tarde, sería devorado por el huracán Cambiemos, un antikirchnerismo potente que estaba virgen en decepciones. 

Hace ocho años, con el peronismo dividido, el fundador Frente Renovador obtuvo 43,92% de los votos en las generales de la provincia y el intendente de Lomas de Zamora obtuvo el 32,18%, lo que le permitió al ex Frente para la Victoria hacer ingresar 12 diputados. Hoy todos unidos, con lugares en el Ejecutivo que resultan más codiciados que cualquier banca, no aparecen los nombres para encabezar. De tener que abandonar la intendencia en su municipio, Insaurralde, según dicen en el Gobierno, pretendería ir también al gabinete, como parte de un cálculo que hacen muchos intendentes: llega el fin de las reelecciones en la Provincia y deberán migrar hacia otro lugar.

Si en algo coinciden en decir tanto en la Casa Rosada como en la Cámara de Diputados es en que la marca del Frente de Todos mide más que los candidatos. La nómina de eventuales postulantes, dicen en la Rosada, surgió de una ronda de consultas internas y hoy está en manos de Cafiero. La campaña la van a hacer CFK, Axel Kicillof, el Presidente, Máximo y Massa. “No tenemos candidatos que nos puedan sumar votos a lo que el Gobierno representa. Nos conformamos con que no resten”, dicen en Balcarce 50. El presidente de la Cámara de Diputados sólo podría impulsar a Malena Galmarini, pero ni él ni su esposa están dispuestos a resignar el portaaviones de Aysa para la campaña permanente del ex intendente de Tigre. La candidata, para ocupar el tercer lugar de la boleta es Marcela Passo, funcionaria del ministerio de Transporte que tiene 45 años y fue la primera mujer que llegó a ocupar la intendencia de General Lavalle. 

Es fuerte el contraste con la campaña presidencial de hace apenas dos años. Con preeminencia de La Cámpora, la boleta del Frente de Todos llevó en 2019 en los primeros 11 lugares a Massa, Luana Volnovich, Leonardo Grosso, Cristina Álvarez Rodríguez, Máximo Kirchner, Cecilia Moreau, Andrés “Cuervo” Larroque, Florencia Lampreabe, Eduardo De Pedro y Facundo Moyano. Hoy la cúpula del cristinismo de segunda generación está en el Ejecutivo. Sacarlos de ahí para que regresen al Congreso no parece la oferta más tentadora y no sintoniza con la lógica de la organización que lidera Kirchner hijo, siempre obsesionada por ocupar casilleros estratégicos del Estado. 

El único ministro que el albertismo nonato admite como posible candidato es Daniel Arroyo y su eventual salida anticipa una nueva pulseada entre La Cámpora y el sector ligado a Fernández. Se mencionan como reemplazantes a Larroque, hoy ministro de Kicillof en el área, y al intendente de Hurlingham, Juan “Juanchi” Zabaleta, un albertista intenso que hace rato espera su oportunidad para saltar al gabinete. 

Si algo caracteriza al proceso de definiciones es la falta de alternativas que, a dos días del cierre de listas, domina la discusión, al menos en la superficie. “No tienen a quién poner”, coinciden en decir desde uno y otro sector ante la consulta de este diario. Así como el cristinismo parece no disponer de créditos para competir en provincia, el Presidente confirma que no le sobra nada en el gabinete. Su grupo de leales es reducido, está desgastado y no tiene relevo a la vista.

Salvo Gabriel Katopodis, no tiene gente propia para ocupar el lugar que Cafiero podría dejar vacante si se impone la corriente cristinista. Pero el pase del ministro de Obras Públicas a la jefatura de Gabinete es negado a coro en Casa Rosada y parece descartado: significaría ceder uno de las áreas estratégicas, justo la que Fernández busca utilizar ahora como gran argumento de campaña en el marco de una muy heterogénea recuperación económica que tiene a la obra pública como motor. 

Las diferencias no sólo parten de la necesidad o no del relanzamiento que está detrás de la pulseada por las listas. Se extiende también al diagnóstico sobre el presente. En la residencia de Olivos hablan de que hay rubros de la actividad económica que “están volando” -la construcción y la industria-, el Presidente quiere plebiscitar su gestión y tiene decidido “no tercerizar más” las buenas noticias en manos de otros sectores del FDT. La primera muestra se vio la semana pasada, con el anuncio del bono a jubilados en Lomas de Zamora, que encabezó Fernández, el día que vaticinó “una linda primavera y un lindo verano” en Argentina. 

Nada más distante del panorama que trazan en el eje Máximo-Massa. Tal como contó elDiarioAR, el líder de La Cámpora es uno de los más preocupados por la situación económica, la caída del salario real y el impacto de la inflación en los bolsillos. Algo similar argumentan al lado de Massa, donde no quieren oír hablar de nada que suene a la épica forzada que promovió los “brotes verdes” durante el macrismo. Tanto Kirchner como Massa conocen bien la provincia de Buenos Aires y están convencidos de que es el único lugar donde pueden sacar una ventaja importante. Por ahora, las encuestas del Gobierno registran una ventaja pero en el marco de un escenario abierto. Desde 2005, el peronismo de Cristina perdió todas las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. La diferencia ahora es que Massa y su estructura está otra vez de regreso, aliado al kirchnerismo, después de tres comicios -2013, 2015, 2017- en los que estuvieron enfrentados. ¿No importa quién encabeza la lista?

DG/WC

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